[9] Los misterios del bosque (2/2)

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T/N colocó sus pies dentro de la cabaña del líder, sintiendo como un aire frío recorría su cuerpo en cuanto hizo su acto de presencia.

Las paredes estaban hechas de caña, había unos candelabros caseros colgando del techo, el piso había sido cuidadosamente recubierto con barro, siguiendo un patrón de cuadrados cuyas separaciones habían sido pintadas con un tinte blanco natural. Al fondo de la sala en donde estaban, habían unas largas cortinas hechas de hojas de palma, que caían hasta tocar el suelo.

El zorro estaba a un lado de la cortina, le hizo una seña para que se acercara ahí, y ella le obedeció.

- Estás por entrar a los aposentos del líder, así que abstente de realizar algún gesto o acción que sea mal vista o de mal gusto, ¿entendido? - Le comunicó, a la vez que tomaba los filos de la cortina, con intención de abrirla.

- Entendido.

Simeón abrió las cortinas por completo, dejando ver el interior de la habitación, que no era una habitación, sino una sala aún más grande que en la que estaban.

El patrón del piso no cambió, sin embargo, la decoración sí lo hizo. Además de candelabros, ahora habían pequeñas joyas, artesanías, y frutos llenando el espacio. En el lugar no estaban solos, una manada de lobos, adultos y jóvenes, estaban esparcidos por el lugar, cada uno por su lado.

Ella siguió al zorro por detrás, a paso lento, pues estaba un poco temerosa de los caninos, y el guía le inspiraba un poco de confianza, pero solo un poco, sabía que no debía confiar en aquellos seres.

Era un pasillo un poco largo, así que quiso observar un poco el alrededor. En las paredes, habían cuadros con cabezas de otra especies de animales, animales principalmente herbívoros, como ciervos y antílopes. Cuando desplazó su vista ligeramente hacia abajo, se encontró con uno de los lobos, el cual yacía en una hamaca que colgaba del techo, era un lobo un tanto joven, y llevaba una túnica azul que le llegaba hasta las pantorrillas. El caso es que, aquel lobo la quedó mirando, como si estuviera disgustado por su presencia, ella optó por girar la vista.

- ¡Buenos días, Simeón! -Saludó otro lobo de la manada, se veía un poco mayor- Veo que has traído a alguien, ¿Quién es?

- Buenos días, don Licario -Contestó el zorro- Esta es uno de los forasteros que llegaron al bosque, la he traído por petición del líder.

El veterano soltó una carcajada.

- Oh, ¡parece que Zach encontró lo que buscaba!, hizo una buena elección.

Se sentía realmente incómoda ahí, esos animales la estaban mirando y no sentía que fuera de buena manera, solo quería ver que quería el tal líder y marcharse de ese extraño lugar.

De repente, chocó con la espalda del zorro, el cual había detenido el recorrido sin que ella se diera cuenta. Este giró levemente la cabeza hacia ella para verla de reojo, y le hizo una seña con su mano para que se detuviera.

Habían llegado a una especie de trono, pero no un trono de la realeza, este era distinto. Tenía un aspecto rústico, estaba hecho de piedra, con unas mantas de tonalidades oscuras encima de los brazos del mismo, y el espaldar estaba decorado con más hojas de palma.
Encima del trono, reposaba un lobo que resaltaba de los demás, era bastante alto, su pelaje era una mezcla entre varios tonos de grises claros, vestía una túnica hecha de cuero, la cual estaba teñida de un tono verdoso.

Simeón aclaró su voz antes de dirigirse al lobo.

- Señor Zach, disculpe interrumpir vuestro descanso, pero aquí le he traído a la rehén que ordenó.

Aquel lobo bajó la vista hasta el zorro, incorporándose en su asiento.

- Simeón, ¿Cuántas veces te he dicho que no es necesario que hables con ese acentito? Ni siquiera pertenece a nuestra cultura.

~Un Amor Artificial~  Caine x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora