La Orda

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La mañana se presentaba fría y sombría mientras Barry, Caitlin y Cisco se preparaban para dejar el refugio en el edificio abandonado. La noche había sido relativamente tranquila, permitiéndoles descansar un poco. Sin embargo, los murmullos constantes de la radio los mantenían alertas. Sabían que afuera, la ciudad seguía siendo un campo de batalla donde cada esquina podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Los tres avanzaban con cautela por las calles desiertas de Central City, siempre atentos a los sonidos a su alrededor. El silencio era casi ensordecedor, roto solo por el crujido de sus pasos sobre los escombros esparcidos por el pavimento. Se detuvieron en una tienda saqueada para buscar suministros, con Barry de guardia mientras Caitlin y Cisco revolvían entre los estantes vacíos.

Caitlin: (susurrando mientras revisa una mochila) No hay mucho aquí. Solo algunas latas de comida y un par de botellas de agua. No creo que sea suficiente.

Cisco: (asintiendo mientras mete una linterna en su mochila) Tomaremos lo que podamos y seguiremos adelante. Con suerte, el refugio estará mejor abastecido.

De repente, un sonido seco, como el de un cráneo rompiéndose, resonó desde la esquina de la tienda. Barry levantó la mano en señal de alerta, haciendo un gesto a los demás para que guardaran silencio. Lentamente, se acercó a la puerta y asomó la cabeza para ver el exterior. En la vuelta de la esquina, se extendía una horda de zombis, caminando tambaleantes en su dirección.

Barry: (en un susurro urgente) Hay una horda a la vuelta de la esquina. No hagan ruido. Quizás podamos alejarnos sin que nos noten.

Pero antes de que pudieran retroceder, uno de los zombis levantó la cabeza, sus ojos vacíos fijándose directamente en ellos. Emitió un gruñido gutural, alertando a los demás. En cuestión de segundos, la horda se volvió hacia la tienda, atraída por el sonido.

Barry: (gritando) ¡Corran!

Los tres salieron corriendo, pero apenas giraron la esquina, se encontraron cara a cara con otros cinco zombis. No había tiempo para huir. Barry sacó su cuchillo con rapidez, asestando un golpe certero al primer zombi, hundiendo la hoja en su cráneo con un sonido húmedo y desagradable. La criatura cayó al suelo, inerte.

Caitlin y Cisco también desenfundaron sus cuchillos. Caitlin apuñaló a un zombi en la cabeza, el cuchillo penetrando con un crujido seco. Pero antes de que pudiera retirarlo, otro zombi la empujó contra una pared, dejándola acorralada. La criatura se acercaba, los dientes chasqueando en un intento de morder.

Barry, viendo a Caitlin en peligro, se lanzó hacia adelante, hundiendo su cuchillo en la nuca del zombi. La sangre oscura brotó mientras el cuerpo se desplomaba sobre Caitlin, quien lo empujó hacia un lado con un jadeo de alivio.

Barry: (preocupado) ¿Estás bien?

Caitlin: (asintiendo rápidamente) Sí, gracias a ti.

Mientras tanto, Cisco estaba luchando con un zombi que lo había agarrado por el brazo, tratando de morderle la mano. Cisco forcejeó, retrocediendo mientras el zombi lo empujaba hacia un muro de ladrillos. Sus ojos se abrieron de par en par al sentir los dientes podridos acercándose cada vez más a su piel.

Cisco: (gritando) ¡Barry!

Barry corrió hacia Cisco, tomando al zombi por el cuello y lanzándolo contra la pared con todas sus fuerzas. El cráneo del zombi se estrelló contra los ladrillos con un sonido seco y fuerte. La sangre y fragmentos de cerebro salpicaron el aire, manchando la pared y la ropa de Barry y Cisco. El zombi cayó al suelo, muerto.

Cisco: (jadeando, todavía en estado de shock) Dios, eso estuvo cerca. Gracias, Barry.

Barry: (sacudiendo la cabeza, limpiando la sangre de su cara) No hay de qué. Sabes que no te dejaría solo.

"Entre las ruinas del amor" (Temporada 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora