AMENAZA

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Pov Helaena Targaryen

La puerta se cierra de un portazo, resonando por los muros de piedra en los aposentos de madre, parece que Aegon se encuentra de mal humor he de suponer que se debe al golpe que trae en el rostro, seguramente volvió a pelear con Jacaerys. Espero que no lo hayan lastimado tan fuerte a él.

Estaba sentada en los sillones de la habitación esperando por madre y el abuelo, Aegon y Aemond se encuentran de pie, hasta que se escucha la puerta azotarse de nuevo haciendo que los tres dirijamos la mirada hacia allá para observar a madre caminar con paso firme hacia nosotros, sus manos crispadas en puños a los lados de su cuerpo, mostrándonos la ira que arde en sus ojos.

- ¡De todas las personas en los Siete Reinos, ustedes eligen a esos bastardos de Rhaenyra! ¡Esos niños que no deberían ni existir, mucho menos cruzar sus caminos con ustedes! ¿Qué demonios les pasa? - exclamó madre, haciendo que mi piel se erizará. No comprendía a qué se refería con esto.

Volteo a mirar a mis hermanos y veo que Aegon como siempre siendo el más imprudente iba a pronunciar algo, pero antes de que pudiera, madre se dirige hacia él y lo abofetea con fuerza haciendo que el sonido del golpe resuene en la toda la habitación.

- ¡Cierra la maldita boca, Aegon! Tú, de todos, el heredero al maldito trono, ¿y muestras interés en la ramera de...Elaena? No tienes ni un gramo de dignidad- grito, estaba furiosa. Los ojos de Aegon se entrecerraron que parecen estar llenos de dudas e ira por las palabras dichas.

Era la primera vez que nos hablaba de esa manera me causaba tanto miedo que empecé a sollozar y por los nervios presionaba mis dedos temblorosos con las mangas del vestido. Sentí la presencia de madre frente mío y alce la mirada, note su mirada fría en mí.

- ¿Y tú, Helaena? ¿Qué crees que estás haciendo? Si alguien en esta maldita corte descubre tus miradas furtivas hacia ese bastardo de Jacaerys, serás el hazmerreír de todos ¿Es eso lo que quieres? ¿Ser la burla de todo el maldito reino? - me tomo de ambos brazos con una fuerza inesperada, sacudiéndome mientras hablaba. Las palabras se escapaban como veneno entre sus labios, cada una cargada de resentimiento y frustración.

Aemond, que hasta el momento había permanecido en silencio, se adelantó unos pasos para intentar defenderme haciendo que madre me soltara y avanzará hacia él para empujarlo con fuerza contra la pared.

- ¿Y tú, Aemond? ¿Qué excusa tienes el visitar los aposentos de ese mojigato de Lucerys? ¡Cómo te atreves siquiera a pensar en acercarte a él! - su mandíbula de Aemond se tensó cerrando sus labios en una línea delgada y su mirada estaba llena de furia, su comportamiento de él era algo raro, Aemond nunca se había atrevido a mirar así a madre y mucho menos en desafiarla.

Estábamos completamente inmóviles, enfrentando la furia de madre que respiraba pesadamente, su cuerpo temblanba por la intensidad de su enojo. Se paseaba de un lado a otro de la habitación, agitando una mano en el aire.

-Todo lo que he luchado, todo lo que he sacrificado, para mantenernos firmes contra ellos, y ustedes... ustedes lo ponen en peligro por unos caprichos estúpidos. ¡No somos como ellos! ¡Nunca seremos como ellos! - se detiene y se gira para nosotros de nuevo. Esta vez, su voz era más baja, pero igual de amenazante.

-Escúchenme bien. Si alguno de ustedes se atreve a seguir con esto... si descubro que han vuelto a cruzar una sola mirada o palabra con esos malditos bastardos ¡Me encargaré personalmente de que su futuro de ellos sea verdaderamente miserable que desearán no haberlos conocido a ustedes! - nos amenazó.

La amenaza resonaba en el aire como una espada sobre nuestras cabezas. Alicent nos observaba detenidamente, esperando cualquier señal de desafío. Pero ni yo ni mis hermanos teníamos quejas alguna. Los tres permanecimos en silencio en la habitación.

Finalmente, madre dio un paso atrás para poder sentarse y recomponerse lentamente. Su respiración se calmó y volvió a comportarse como lo era siempre.

-Ya pueden salir de mi vista. Y recuerden lo que les he dicho- dijo en un tono de advertencia. Los tres salimos apresurados de la habitación, sin decir una palabra y dirigirnos a cada uno de nuestros aposentos.

La luz del atardecer ya se colaba por las altas ventanas, tiñendo la habitación de un tono dorado apagado. Estaba sentada en el borde de la cama, con las manos entrelazadas en su regazo. Mirando fijamente en el suelo de piedra mientras seguía recordando las palabras de madre haciendo sentir mi corazón aplastado.
Cerré los ojos con fuerza, tratando de detener las lágrimas que ya comenzaban a correr por mis mejillas.

- No era justo. Nada de esto lo era. ¿Por qué no podía ser feliz? ¿Por qué mi destino estaba ligado a un juego de poder que ni siquiera quería ser parte? - pronuncie en un susurro que solo yo podría escuchar. Me sentía atrapada, como una mariposa en una red, y cada intento liberarme solo me enredó más.

Me enrosque en mis sábanas, envolviéndome completamente hasta el rostro permitiendo que mis lágrimas fluyeran libremente ahora. La oscuridad comenzaba a pintar mi habitación, y con ella, un frío que se instalaba en mi corazón, ya no volvería a ver a Jacaerys de nuevo, debido a que la amenaza que había impuesto madre. No quería que le hiciera algo a él y terminara odiándome, pensar en eso hacía que un dolor y miedo se apodera de mí.

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Muchas gracias por el apoyo❤️
Próximamente sacaré otra historia sobre Jacaerys y one-shots de personajes por si tienen alguna petición pueden comentarla.
~Espero la disfruten de igual forma~

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Las páginas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora