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Mira llegó al piso de Manon al caer la tarde, su preocupación por la condición de su amiga la impulsó a actuar con urgencia. Mientras subía las escaleras, su mente estaba llena de la conversación que había tenido con Harry y Gil. Tenía que descubrir la verdad y asegurarse de que Manon recibiera la ayuda que necesitaba.

Al abrir la puerta del pequeño apartamento, Mira se encontró con un panorama desalentador. La habitación estaba en desorden, y Manon estaba sentada en el suelo, apoyada contra la pared, con una expresión de agonía en su rostro. El dolor en su cuerpo parecía haber alcanzado un nuevo nivel, y los síntomas que había estado escondiendo se hacían cada vez más evidentes.

—Manon —dijo Mira, su voz cargada de preocupación mientras se acercaba—. ¿Qué te está pasando?

Manon levantó la mirada, sus ojos enrojecidos y llenos de desesperación.

—Mira... no puedo más —murmuró, su voz temblando—. El dolor es insoportable. He estado ocultándolo, pero... No puedo más.

Mira se arrodilló junto a ella, su corazón se aceleró al ver el estado deplorable de su amiga.

—¿Qué es lo que está pasando? —preguntó Mira, tratando de mantener la calma—. ¿Por qué no nos dijiste nada antes?

Manon, a punto de romperse, se echó a llorar. La angustia y el dolor eran demasiado abrumadores.

—No estoy segura de lo que está pasando. Solo sé que desde el hechizo para mantener la barrera abierta, he estado sintiendo un dolor creciente. Marcel me trajo una poción el otro dia, pero se me ha acabado, por eso ha ido antes al muelle. Para traerme otra pero no tengo fuerzas para ir a buscarla. Está en la cocina... Por favor, ¿puedes traerla? —le pidió Manon, su voz temblando con desesperación.

Mira frunció el ceño al escuchar el nombre de Marcel. Sabía que no podía confiar completamente en él, pero también sabía que Manon necesitaba alivio inmediato.

—No me fío de Marcel, Manon. No puedo simplemente darte otra poción sin saber qué efectos puede tener en ti. Pero, si estás en este estado, claramente necesitamos buscar ayuda de alguien de confianza.

Manon cerró los ojos, luchando para mantener la calma mientras el dolor aumentaba. Mira miró alrededor, viendo la botella de la poción azul claro en la cocina, parcialmente visible desde la entrada. La preocupación de Mira crecía, y no podía dejar a Manon en ese estado sin hacer algo.

—Está bien —dijo Mira con determinación—. Iré a buscar la poción y luego vamos a llevarte al Dr. Facilier. Necesitamos una solución segura para esto.

Mira se dirigió rápidamente a la cocina, recogió la botella de la poción y regresó al lado de Manon. Al entregar la botella, su expresión mostraba una mezcla de preocupación y firmeza.

—Toma un sorbo de esto, pero luego vamos a buscar al Dr. Facilier. No podemos arriesgarnos a que esta situación empeore.

Manon tomó la botella con manos temblorosas, llevándola a sus labios para tomar un pequeño sorbo. El líquido frío y resplandeciente alivió momentáneamente el dolor, dándole un respiro breve de tranquilidad. Manon cerró los ojos, sintiendo el alivio mientras el efecto de la poción comenzaba a hacer efecto.

—Gracias, Mira —murmuró Manon, aliviada por el alivio temporal.

Mira ayudó a Manon a levantarse con cuidado, su tono ahora era más suave pero todavía decidido.

—Vamos a salir de aquí. No podemos esperar más. Necesitamos encontrar ayuda adecuada para ti.

Juntas, Mira y Manon se dirigieron hacia la puerta, dejando el pequeño refugio del apartamento para enfrentarse a las calles oscuras de la Isla de los Perdidos. Mira estaba decidida a llevar a Manon al Dr. Facilier, asegurándose de que recibiera la atención que necesitaba para su peligrosa condición.

Manon | DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora