Capítulo VI

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El aire fresco del mirador acariciaba suavemente sus rostros mientras se acomodaban en el suelo, justo al borde, donde la ciudad se extendía ante ellos como un inmenso tapiz de luces. Juanjo, con movimientos tranquilos, sacó la comida de la bolsa, el suave crujido del papel rompiendo el silencio que los envolvía. Sin una palabra, le pasó a Martin su hamburguesa, un gesto simple pero que llevaba una extraña calidez consigo.

Martin aceptó la comida, sintiendo cómo la barrera que siempre había mantenido entre él y los demás se debilitaba un poco más. Mientras desenvainaba el envoltorio, su mirada se desvió hacia Juanjo, que en ese momento le ofrecía unas patatas fritas, compartiendo sonrisas tímidas en silencio. Fue un contacto breve y casual, pero en la quietud del lugar, Martin no pudo ignorar la sensación que dejó ese pequeño gesto.

El suelo bajo ellos era firme y fresco, contrastando con el calor que sentía en el pecho, una especie de confort inesperado al estar tan cerca de alguien que solía provocarle tanto rechazo. A medida que comían, Martin observaba el perfil de Juanjo iluminado por las luces lejanas de la ciudad. Había algo en la forma en que el maño se movía, en la tranquilidad de sus gestos, que le resultaba curiosamente atrayente.

La vista desde el mirador era impresionante, pero por primera vez en mucho tiempo, Martin se encontraba más interesado en la compañía que en el paisaje. Cada vez que tomaba un bocado, notaba cómo la tensión en su interior se disipaba un poco más. Había algo en la sencillez de esa noche, en el compartir una comida rápida bajo el cielo abierto, que lo hacía sentir más cerca de Juanjo, aunque todavía no estaba dispuesto a admitirlo.

El silencio entre ellos no era incómodo, sino cargado de una extraña intimidad que Martin no podía ignorar. Y aunque intentaba mantener su fachada, no pudo evitar que su corazón se ablandara un poco, cada vez más consciente de la atracción que empezaba a sentir por Juanjo, por mucho que tratara de resistirse.

— ¿Sueles venir mucho aquí? — Martin habló, rompiendo aquel cómodo silencio necesario que compartían.

— Si, desde hace un año ha sido mi escapatoria. — le pegó el último bocado a su hamburguesa y escuchó una risita por parte del menor que lo hizo mirarle. — ¿De qué te ríes?

— Te has manchado la nariz. — dijo con una sonrisa divertida, se estaba permitiendo ser, se había permitido bajar la guardia por un momento después de tanto tiempo.

— Joder, siempre me pasa lo mismo. — cogió una servilleta y se limpió. — ¿Ya? — Martin asintió.

— ¿Vienes aquí por algo en especial?

— Lo encontré un día que necesitaba escapar del mundo y estar solo, desde ese día se convirtió en mi pequeño refugio.

— ¿Y por qué me has traído aquí?

— Lo necesitas. No me dices nada pero tus ojos hablan por ti.

— ¿Tú novio no se pondría celoso si se entera de que estas aquí conmigo? — todos sabemos por que había preguntado eso, pero claro que le fue imposible resistirse a hacerlo.

— ¿Qué novio? — Juanjo lo miro desconcertado, ¿En que momento lo había visto con alguien para preguntarle eso?

— El chico de anoche... te vi bailando con él.

— Ah, ese. Es mi ex.

— ¿Tú ex?

— Si. ¿Podemos hablar de otra cosa? No me gusta recordarlo.

— Pues para no querer recordarlo bien que te restregabas con él.

— ¿Perdón? No tienes ni idea Martin, no sabes absolutamente nada de mi. — su mandíbula se tensó mirándole con coraje.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora