La respiración de Martin había empezado a ser irregular, intentaba buscar el aire de algún lugar cual fuese. Tener frente a él a la persona que le había hecho tanto daño lo estaba llevando al límite.
Un límite que se juró no volver a pasar. Hacía un año que su vida se vino abajo de nuevo, por si no fuese suficiente el abandono que sufrió por parte de su madre, la única persona con la que se había permitido ser él mismo, le había traicionado. Había jugado con sus sentimientos, lo había humillado y jugado con él como se juró que nunca no lo volverían a hacer.
- Cálmate Martin. - la voz de Juanjo sonó tranquila, intentando transmitirle eso mismo aun que no entendía por que le había dicho aquello.
- ¡No! ¡Suéltame! - intentó zafarse de su agarre pero le fue imposible cuando sintió sus brazos rodearle el cuerpo.
El abrazo llegó sin previo aviso, envolviendo a Martin en un calor inesperado. Estaba perdido en medio de su propio caos, el ataque de ansiedad arrasando como una tormenta interna, haciéndolo sentir como si el aire le faltara. Pero entonces, de repente, sintió los brazos de Juanjo rodeándolo, firmes y seguros, sujetándolo como si fuera la única cosa que importara en ese momento.
Al principio, su instinto fue resistirse. ¿Cómo era posible que alguien a quien tanto resentía pudiera darle esa calma? Era una contradicción que lo descolocaba, como si su mente y su cuerpo estuvieran en desacuerdo. Sin embargo, el calor que emanaba de Juanjo, el ritmo constante de su respiración, fue como un respiro en medio del caos que se siente al estar atrapado en un rompeolas. Lentamente, casi sin quererlo, Martin sintió cómo la ansiedad empezaba a ceder, a retroceder ante la presencia tranquilizadora de Juanjo.
Era irracional, incomprensible, pero real. Por mucho que quisiera odiarlo, su cuerpo respondía de otra manera, buscando refugio en ese abrazo que nunca habría pedido, pero que ahora no quería soltar. La calma que se instalaba en su pecho era tan extraña como bienvenida, y en ese momento, Martin se permitió sentirlo, aunque solo fuera por un instante. No había respuestas en ese abrazo, solo una tregua inesperada, una conexión que desafió todo lo que creía saber.
El odio y el rencor no desaparecieron, pero quedaron eclipsados, aunque fuera brevemente, por esa paz que Juanjo le ofreció sin palabras, solo con su presencia. Y aunque Martin no lo comprendía del todo, no podía negar que en esos brazos encontró lo que había estado buscando: un respiro en medio de la tormenta.
- ¿Mejor? - volvió a escuchar la voz de Juanjo sacándolo de aquel trance y solo pudo asentir. - Bien, ¿Quiéres que te suelte? -
Martin dudó, dudó porque por primera vez en mucho tiempo había conseguido poner todo en un segundo plano y concentrase en la paz que le había dado aquel simple gesto.
- Si. - y casi se arrepintió cuando esos brazos lo soltaron.
- ¿Me puedes explicar por qué me odias?
- No.
- ¿Lo harás algún día?
- No lo se.
- Vale. ¿Estas bien?
- Bueno.
- ¿Sabes decir algo más de una palabra en una frase?
- Puede. - el maño no pudo evitar soltar una pequeña risita ocasionando que Martin tuviese que morderse el interior de sus mejillas para no sonreir.
Juanjo no entendía de dónde venía ese odio que Martin le lanzaba en cada mirada, en cada palabra cortante. Y aún así, en ese momento, nada de eso importaba. No se trataba de buscar respuestas, sino de ofrecer apoyo, de estar ahí sin condiciones. Lo que Martin sintiera por él seguía siendo un misterio, pero eso no cambió lo que Juanjo quería darle: un refugio, aunque fuera temporal, aunque luego Martin volviera a apartarse de él.

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Amor Prohibido
Storie d'amoreLos Urrutia, una de las más ricas del país, dueña de Éclat d'Or una multinacional mundialmente conocida, su hijo Martín acaba de cumplir 18 años y necesitan un chófer para él, el problema es que él chico odia tenerlo. Juanjo, un chico humilde que ac...