El Brillo de lo Prohibido

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La mañana en el Gran Comedor estaba llena de susurros. Un cartel, pegado a la vista de todos, se convirtió en el centro de atención:

“Hermione Granger puede que sea la chica dorada, pero no usa joyería de oro. Usa plata: el color de los ojos de su amado.”

Hermione sintió cómo todas las miradas se dirigían hacia ella. Su rostro se sonrojó de inmediato, pero no se atrevió a levantar la vista. Harry y Ron, sentados a su lado, no pudieron contener sus expresiones de sorpresa.

—¿Qué es esto, Hermione? —preguntó Ron, visiblemente confundido.

Hermione tragó saliva, nerviosa.

—Sí, Hermione, ¿de quién hablan? ¿'El color de los ojos de su amado'? Eso es... raro —agregó Harry, entrecerrando los ojos.

Ron frunció el ceño, mirando con desconfianza el cartel.

—Oye, si esto es sobre Malfoy… más te vale que no sea él. Porque si lo es, no te hablaremos más, Mione. Ese tipo no merece ni una pizca de tu atención —dijo Ron, con seriedad.

Hermione sintió un nudo en el estómago al escuchar la amenaza de Ron. Harry asintió, cruzando los brazos con severidad.

—Ron tiene razón. Malfoy es un… bueno, ya sabes. No puedes estar interesada en alguien como él —añadió el de lentes, con firmeza.

Intentando evitar más preguntas, Hermione se levantó apresuradamente de la mesa.

—Tengo cosas que hacer. Nos vemos más tarde —dijo la chica, con una voz temblorosa.

Salió del comedor con el corazón latiendo con fuerza. Las palabras de sus amigos resonaban en su mente. ¿Cómo podrían entender lo que ella misma apenas comenzaba a comprender?

Caminó rápidamente por los pasillos, tratando de calmarse. Pero cuando dobló la esquina hacia la biblioteca, allí estaba Draco, Draco Malfoy, apoyado contra la pared, con el cartel en la mano. Una sonrisa de satisfacción bailaba en sus labios.

—Hermione Granger, la chica dorada, usando plata… parece que alguien tiene buen gusto —dijo Draco, con una sonrisa burlona.

Hermione sintió cómo su corazón se aceleraba aún más. Se detuvo, tratando de mantener la compostura.

—¿Qué quieres, Malfoy? —preguntó la castaña, tratando de sonar tranquila.

—Solo una respuesta —dijo Draco, dando un paso hacia ella.

Hermione se cruzó de brazos, fingiendo indiferencia.

—¿Una respuesta a qué? —preguntó Hermione, frunciendo el ceño.

Malfoy se acercó aún más, su sonrisa desvaneciéndose.

— Si esto es sobre mí —dijo Draco, con un tono más serio.

Hermione se sintió atrapada. No podía negar lo evidente, pero tampoco podía admitirlo tan fácilmente. Desvió la mirada.

—No sé de qué hablas —dijo ella, con voz baja.

Draco se inclinó para susurrar en su oído.

—Hermione Granger puede que sea la chica dorada, pero no usa joyería de oro… Usa plata... —dijo Draco, con un susurro que hizo que Hermione se estremeciera.

Intentó alejarse, pero él la sostuvo suavemente por la muñeca.

—Vamos, Granger. No huyas de mí —dijo Draco, con un tono que casi era suplicante.

Ella intentó liberarse, pero Draco insistió, su tono volviéndose más suave.

—Solo dime la verdad, Granger. ¿Soy yo? —preguntó Draco, con una mirada intensa.

Hermione miró hacia otro lado, sintiendo la tensión en su pecho. No podía dejar que él lo supiera, pero tampoco podía mentirle.

—No tiene importancia, Malfoy. Déjalo —dijo Hermione, tratando de mantenerse firme.

Pero el rubio no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente.

—No, Hermione. Esto tiene más importancia de la que imaginas —dijo el chico, acercándose aún más.

Sus ojos grises buscaron los de ella, y antes de que Hermione pudiera reaccionar, Draco la besó. Al principio, Hermione se quedó inmóvil, sorprendida. Pero pronto sintió cómo la calidez del beso la envolvía, y sin poder evitarlo, se dejó llevar.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad. Hermione lo miró, sus ojos brillando de emoción y confusión.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó la castaña, con voz temblorosa.

—Porque no puedo dejar de pensar en ti, y sé que tú también sientes lo mismo —dijo Malfoy, con sinceridad.

Hermione lo miró con incredulidad, todavía recuperándose del beso.

—Draco... esto es complicado. Mis amigos… no lo entenderían —dijo Hermione, con preocupación.

Él acarició su mejilla con suavidad, con una mirada decidida.

—Entonces hazles entender, Hermione. Porque yo no pienso rendirme —dijo Draco, con determinación.

Hermione se quedó en silencio, sin saber qué decir. Pero, en el fondo de su corazón, sabía que, a pesar de todo, no quería que él se rindiera.
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Holaaaa! Esta historia se me ocurrió por un TikTok que me apareció en mi Para ti jsjsjajaj  Espero que les guste 💕

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