Cringe

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Draco Malfoy estaba recostado en el sofá del salón común de Slytherin, con los pies cruzados sobre la mesa mientras jugaba despreocupadamente con su varita. A su lado, Blaise Zabini y Theodore Nott estaban inmersos en una conversación ligera sobre las relaciones en Hogwarts.

—No lo entiendo —comentó Blaise, sacudiendo la cabeza—. ¿Por qué todos están tan obsesionados con el amor y esas tonterías? Míranos a nosotros, somos libres, felices, sin complicaciones.

Draco levantó la vista y esbozó una media sonrisa, su habitual actitud despreocupada apareciendo en su rostro.

—Exacto, el amor es una pérdida de tiempo —agregó con un tono de superioridad, como si ni siquiera valiera la pena hablar del tema—. Solo los tontos se enredan en esas cosas. No hay nada peor que ver a esos idiotas suspirando por los pasillos. Me da… cringe.

Theo, que estaba sentado en una silla cercana, levantó una ceja y sonrió burlón.

—¿Cringe? ¿De verdad, Draco? —preguntó divertido—. Vamos, no me digas que nunca has sentido algo por alguien.

Draco soltó una carcajada, rodando los ojos.

—Ni en mis peores pesadillas, Theo. Soy un Malfoy. No me distraigo con esas tonterías. Tengo cosas más importantes en las que pensar.

Blaise asintió de acuerdo, pero antes de que pudiera añadir algo, el grupo se vio interrumpido por una suave risa que llegó desde la entrada de la biblioteca cercana. Hermione Granger, acompañada de Harry y Ron, acababa de salir y cruzaba el pasillo hacia las escaleras. Draco, sin pensarlo, giró la cabeza hacia ella, como si fuera un reflejo incontrolable. La luz del vestíbulo se reflejó en su cabello castaño, y cuando ella sonrió por algo que dijo Harry, los ojos de Draco se iluminaron por un breve momento, casi imperceptiblemente.

Blaise, siempre atento a los detalles, no dejó pasar la oportunidad. Su sonrisa traviesa apareció de inmediato, y su mirada astuta se dirigió a Theo antes de enfocarse en Draco.

—¿Qué decías sobre el amor, Draco? —preguntó con tono de burla mientras alzaba una ceja—. Porque justo ahora tus ojos estaban… brillando. Qué curioso.

Draco, sorprendido por el comentario, parpadeó y volvió rápidamente la cabeza hacia Blaise, intentando recomponer su expresión fría.

—¿De qué hablas? —dijo, cruzando los brazos con aparente indiferencia—. No tengo idea de lo que insinúas. Solo estaba… observando lo ridículo que es Potter. Como siempre.

Theo, que ya había captado el juego de Blaise, se unió al ataque, sonriendo de manera burlona mientras se acercaba un poco más a Draco.

—Ah, claro, seguro. Porque estoy seguro de que era Potter el que te hacía sonreír como un tonto, ¿verdad? —replicó Theo, mientras Blaise soltaba una carcajada.

Draco, visiblemente incómodo, se enderezó en el sofá y los fulminó con la mirada, aunque no pudo evitar el leve rubor que subió por su cuello.

—Dejen de decir tonterías —gruñó, aunque sin mucho convencimiento—. No es lo que piensan.

Blaise, ahora abiertamente riendo, le dio un leve codazo a Theo.

—Claro, claro. Por supuesto que no. Solo nos imaginamos lo de los ojitos brillantes. Debemos haberlo soñado. ¿Verdad, Theo?

Theo asintió exageradamente, conteniendo la risa.

—Completamente. Draco Malfoy, el tipo que dice que el amor es para tontos… pero que no puede dejar de sonreír cuando una cierta Gryffindor pasa cerca. Nada sospechoso en eso.

Draco frunció el ceño, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa al pensar en Hermione, aunque intentara ocultarla lo mejor posible.

—Son unos imbéciles —murmuró finalmente, sacudiendo la cabeza y levantándose del sofá—. Tengo mejores cosas que hacer que escuchar sus estupideces.

Pero mientras se alejaba, Blaise y Theo intercambiaron miradas divertidas, sabiendo que, aunque Draco se negara a admitirlo, la verdad era obvia. El gran Draco Malfoy, el que decía que el amor era para los tontos, se estaba derritiendo por una Gryffindor sin siquiera darse cuenta del todo.

Dramione one-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora