Un encuentro inesperado

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Hermione corría por las calles empedradas, siguiendo a Harry y a Ron en medio de la confusión de la guerra. Las explosiones resonaban a lo lejos, y su corazón latía con fuerza en su pecho. Su varita estaba firmemente sujeta en su mano, lista para cualquier ataque. Estaban en territorio enemigo, pero ella mantenía la esperanza de que pronto encontrarían refugio.

De repente, en una esquina oscura, una figura alta y encapuchada apareció ante ellos. Llevaba la máscara de un mortífago, pero Hermione lo reconoció al instante. No por su vestimenta, sino por la forma en que sus ojos, visibles a través de la máscara, la miraban con una mezcla de preocupación y ternura. Draco.

Draco se acercó con paso decidido hacia ella, ignorando las miradas de Harry y Ron. Hermione sintió cómo su corazón se aceleraba aún más, y sin pensarlo, corrió hacia él. En un movimiento rápido, Draco la atrajo hacia sí, envolviéndola en un abrazo urgente y protector. Sus labios encontraron los de ella en un beso lleno de desesperación, de amor contenido y de miedo por lo que podría suceder.

-¿Estás bien?-murmuró Hermione, con la voz entrecortada mientras lo miraba a los ojos, sin soltarlo.

Draco asintió suavemente, sus ojos brillando con un sentimiento que Hermione conocía bien. -Estoy bien... por ahora,- respondió, con un tono más suave de lo que había usado en meses.
-¿Y tú? ¿Te hizo daño... Voldemort? ¿O Bellatrix?- Su voz temblaba al pronunciar el nombre de su tía.

Hermione negó con la cabeza, aunque su mano aún temblaba levemente al recordar lo ocurrido en la Mansión Malfoy.
-Estoy bien. No te preocupes. Lo importante es que tú estés a salvo. ¿Te hicieron daño? ¿Estás herido?-

-Mi padre sospecha... pero no pueden probar nada aún- respondió Draco, con un leve gesto de dolor. -No puedo ayudarte como quisiera... no ahora. Pero te juro, Hermione... nunca dejaré de amarte. No importa lo que pase.- Sus palabras eran apenas un susurro, pero tenían la fuerza de una promesa eterna.

Hermione sonrió, aunque una lágrima rodó por su mejilla. -Yo también te amo, Draco- dijo, envolviendo su mano alrededor de la suya.

Harry y Ron, que hasta ese momento habían permanecido en silencio, observando la escena con incredulidad, finalmente reaccionaron. Ron dio un paso adelante, con el rostro torcido por la furia.
- ¡No puedes estar con él, Hermione! ¡Es un mortífago! ¡Y es un Malfoy! ¿En qué estás pensando?-

Hermione se volvió para mirarlo, sorprendida por la agresividad de su tono. -Ron, no entiendes…-

-No, Hermione-  la interrumpió Ron, señalándola con un dedo acusador.
-Yo debería ser suficiente para ti. Soy tu mejor opción. Soy mejor que todos ellos. ¡Incluso mejor que tú! Estás siendo patética... eres... ¡fea! No sé por qué sigues insistiendo en quedarte con un traidor como él.-

Hermione sintió como si le hubieran golpeado el estómago. Las palabras de Ron eran crueles y llenas de desprecio, algo que jamás habría esperado de su amigo. Harry, parado a su lado, no hizo nada por detenerlo, sólo la miró con desaprobación.

Antes de que pudiera reaccionar, Draco se adelantó, su cuerpo interponiéndose entre Hermione y Ron.

-No te atrevas a hablarle así,- dijo Draco, con una voz baja y amenazante. -Si no quieres ver el final de tu mundo, no toques el mío.-

Ron levantó su varita, pero Draco no se movió. Sus ojos estaban fijos en Hermione, su determinación clara.
-Hermione merece mucho más que tus palabras baratas y tu ego inflado,- continuó Draco. -Y te aseguro, Weasley, que si vuelves a insultarla, te arrepentirás.-

Hermione, con lágrimas en los ojos, se acercó a Draco y lo tomó del brazo.

-Gracias- susurró, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio.
Sabía que las palabras de Ron le habían dolido más de lo que quería admitir, pero la defensa de Draco, su protección, la hacía sentir segura de alguna forma.

Draco la rodeó con su brazo, estrechándola contra él.
-Estaré aquí, siempre- le susurró al oído. Y en ese momento, Hermione supo que, pase lo que pase, no estaría sola.

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