Cuento de salvación

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Draco Malfoy entró en la habitación de sus hijos, listo para su ritual nocturno de siempre: contarles un cuento antes de dormir. Scorpius, de 8 años, Cassy, de 6, y el pequeño Orión, de apenas 2 años, estaban ya acurrucados en sus camas, esperando ansiosos la historia de su padre. Sin embargo, esa noche Draco se dio cuenta de que había leído todos los libros que había en la estantería. No quedaba ninguno por contarles.

—Papá, ¿qué nos vas a leer hoy? —preguntó Cassy con curiosidad, mientras abrazaba su peluche.

Draco sonrió con ternura, sentándose al borde de la cama.

—Bueno, hoy no hay más libros para leer —dijo con una pequeña risa—, pero eso no significa que no les pueda contar una historia.

Scorpius frunció el ceño.

—Pero no podemos dormir sin un cuento —insistió—. Tiene que haber algo.

—Creo que tengo la historia perfecta —respondió Draco, pensativo—. No es de ningún libro, pero es una historia muy especial, una que nunca les he contado.

Cassy y Scorpius se incorporaron, interesados, mientras Orión balbuceaba, jugando con sus manos.

—Esta es la historia de cómo conocí a su mamá —empezó Draco con una sonrisa suave—. Cómo ella me salvó de la oscuridad y me ayudó cuando nadie más lo hizo.

Los niños lo miraron con ojos grandes y expectantes. Para ellos, sus padres siempre habían sido perfectos, pero no conocían mucho sobre cómo se habían enamorado.

—Cuando éramos niños, yo era un poco... bueno, en realidad, era un gran estúpido —admitió Draco, riéndose de sí mismo—. Molestaba a su mamá todo el tiempo. No sabía cómo lidiar con lo que sentía, así que me comportaba como un tonto arrogante. No me daba cuenta de que lo que en realidad sentía era algo mucho más profundo.

—¿Por qué la molestabas si te gustaba? —preguntó Scorpius, confundido.

—Porque a veces los chicos hacemos cosas tontas cuando no sabemos cómo expresar lo que sentimos —explicó Draco—. Además, en ese entonces, había muchas cosas oscuras sucediendo en mi vida. Cuando crecimos y llegó nuestra adolescencia, me di cuenta de que la amaba. Pero ya era demasiado tarde.

Cassy, con sus grandes ojos curiosos, se inclinó hacia adelante.

—¿Por qué era tarde, papi?

Draco suspiró, su mirada oscureciéndose ligeramente al recordar esos tiempos difíciles.

—Porque la guerra estaba a punto de empezar, y yo tenía una misión terrible que me había sido impuesta por... personas malas. Mi tarea era arreglar algo muy peligroso, y también tenía órdenes de hacer cosas que no quería hacer. Estaba asustado y muy solo.

—¿Qué pasó después? —preguntó Scorpius, inquieto.

—Bueno, lo que no esperaba era que su mamá se diera cuenta de lo mal que estaba —continuó Draco, con una sonrisa melancólica—. Un día, en los pasillos del castillo, se acercó a mí. Yo intentaba evitarla, como siempre, pero ella me vio, pálido y cansado, y me preguntó si estaba bien. Yo estaba tan sorprendido que no supe qué decir. Pero su mirada... ella realmente se preocupaba por mí.

Draco hizo una pausa, recordando ese momento. Los niños estaban totalmente concentrados, esperando cada palabra.

—Y entonces, decidí contarle todo. Le dije la verdad. Le hablé sobre la misión que tenía, sobre cómo tenía que arreglar el armario y... —hizo una pausa—, y sobre lo que se suponía que debía hacerle a Dumbledore. No podía más con el peso de todo eso. Y lo más sorprendente fue que, en lugar de juzgarme o huir, ella se quedó a mi lado. No me abandonó.

Cassy lo miró con los ojos brillantes.

—¿Y te ayudó, papá?

—Sí —dijo Draco con una sonrisa suave—. Me ayudó a encontrar la fuerza que necesitaba. Me prometió que estaría conmigo, y desde ese día no volví a sentirme solo. Ella no solo me ayudó con lo del armario, sino que también me mostró que había otra manera de vivir, una que no estaba llena de odio ni oscuridad. Me dio esperanza.

Scorpius frunció el ceño.

—Pero, ¿y Voldemort? —preguntó en un susurro, como si nombrarlo aún fuera peligroso.

—Voldemort fue derrotado —respondió Draco con firmeza—. Pero lo importante es que tu mamá y yo luchamos juntos. Ella me salvó, no solo de la guerra, sino de mí mismo. Si no hubiera sido por ella, no estaría aquí, contándoles esta historia.

Cassy, impresionada, lo miró con una sonrisa de admiración.

—¡Mamá es increíble!

—Lo es —asintió Draco, su voz llena de amor—. Y ella es lo más importante para mí, junto con ustedes tres. Nunca pensé que podría tener una familia tan hermosa, pero aquí estamos. Ustedes son la prueba de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor puede vencer cualquier cosa.

Orión, que apenas comprendía todo, balbuceó algo, y Scorpius rió mientras lo acomodaba mejor en su cama.

—¿Y luego qué pasó, papá? —preguntó Cassy, sin querer que la historia terminara.

—Bueno —Draco sonrió—, después de la guerra, luché con todas mis fuerzas para estar con su mamá. Sabía que sería difícil, que mucha gente no estaría de acuerdo, pero nada de eso me importaba. Lo único que quería era estar con ella, protegerla y amarla. Y, por suerte para mí, ella sintió lo mismo. Y aquí estamos, una familia. Su mamá es la razón por la que soy quien soy hoy.

Los tres niños se acurrucaron en sus camas, satisfechos con la historia de esa noche. Draco los arropó, dejando un beso en la frente de cada uno.

—¿Puedo decirle a mamá que es una heroína? —preguntó Cassy, sonriendo con ternura.

—Claro que sí —respondió Draco, mientras apagaba la luz suavemente—. Ella es la heroína más valiente que existe.

Draco salió del cuarto de sus hijos, cerrando la puerta con cuidado para no hacer ruido. Caminó por el pasillo, sintiendo una calidez en el pecho al recordar la historia que acababa de contarles. Al llegar a su habitación, vio a Hermione dormida en la cama, su rostro tranquilo y relajado.

Se acercó con suavidad, admirando su rostro bajo la luz tenue de la habitación. Acarició con delicadeza un mechón de su cabello y, sin poder evitarlo, se inclinó para darle un suave beso en la frente.

—Gracias, mi amor —susurró Draco, su voz llena de amor y gratitud.

Hermione no se movió, sumida en un sueño profundo, pero Draco sonrió, sabiendo que tenía a la persona más importante de su vida a su lado. Apagó la luz, se acostó a su lado y la abrazó suavemente, satisfecho y en paz.

Dramione one-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora