Capítulo 4
Papá seguía cuidando de Morfeo; parecía estar demasiado débil y agotado, y yo no sabía si debía acercarme a donde él estaba. Sentía que, de cierta manera, hacía mal tercio o algo parecido, y no quería estar de metiche. Percy y Nico seguían en el sofá, y parecía que estaban algo acaramelados. Era raro; ni siquiera había notado que se veían con un cariño tan grande.
—¿Qué es una lumina? —pregunté, mirando a Nico, quien parecía tener más conocimiento que Percy y yo juntos.
—Una lumina es una pequeña esfera brillante que atrae a las personas lejos de una pesadilla. Es algo así como una linterna, pero su color es más claro y cálido.
—¿Y por qué papá le dice así a Morfeo? —miré a Percy.
—Bueno, porque Morfeo es el dios de los sueños, es el hermano del medio y es el equilibrio entre dos de sus hermanos oníricos.
—¿Qué? —no entendía mucho de mitología griega.
—Bien, Morfeo es el dios de los sueños y las pesadillas; Hypnos es el dios de los sueños y su hermano menor, y Okniton es el dios de las pesadillas grotescas. Morfeo es un equilibrio entre ambos. Si Morfeo no existiera, no habría un equilibrio como tal y todo podría ser un caos.
Miré la puerta donde estaba papá y suspiré ligeramente.
—¿Ustedes también son semidioses? —pregunté, mirando a ambos. Ellos asintieron.
—¿No les da miedo? —suspiré—. Yo tengo pocas horas y me siento raro. Siento que todo está mal y no quiero esta responsabilidad. Me da terror no ser lo que se supone que tengo que ser y no sé qué puedo lograr.
—Harás lo mejor que puedas; todos lo intentamos —dijo Percy, tocando mi hombro y sonriendo—. Jamás te dejaremos solo y estaremos contigo todo el tiempo que podamos. Además, no sabemos por qué ha pasado todo esto; solo tenemos poca información y es necesario averiguar qué ha pasado.
—Posiblemente todo está relacionado con lo que pasó con los elementos de la Velación Bell, y tenemos que esperar a que Morfeo despierte. Solo así podremos ser de más ayuda. — Nico sonrió
Asentí ante eso y me quedé sentado cerca del sofá, pero no sobre él. Sentía algo raro en mi estómago. Matthew salió de la habitación y se veía más relajado.
—El jefe se ha despertado, así que creo que podemos entrar —dijo, aleteando con felicidad.
Lissandro estaba ahí. Se acercaba con cuidado con la ambrosía y el néctar. Morfeo se veía menos pálido de lo que estaba, y eso parecía ser bastante prometedor.
—¿Dónde estoy? —preguntó Morfeo con confusión, se veía cansado, adolorido... parecía que todo esto era demasiado para él en esos momentos.
—Estás en la vigilia, jefe —dijo Matthew, acercándose con temor, como si el peso de la situación pudiera hacer que Morfeo se desvaneciera.
—La vigilia... —Morfeo buscaba en los ojos de alguien, y esos ojos de color azul eléctrico me recordaban a los míos; teníamos el mismo color. —Thomas...
—Aquí estoy, oneiros —sonreí, acercándome a él y sosteniendo su mano con suavidad—. Todo está bien, el niño está bien.
—Me alegro. Lamento haberlos preocupado —susurró levemente, y mi padre besó su mano. Nunca lo había visto así, vulnerable y lleno de fragilidad.
—¿Qué pasó? Tú jamás bajas la guardia. ¿Qué sucedió? —preguntó papá, su voz tensa.
—Robaron los elementos de la Velación —respondió Morfeo, su voz temblando con cada palabra—. Los tiene alguien, y no puedo hacer nada. No tengo fuerzas en estos momentos.
El silencio se hizo pesado en la habitación. La gravedad de sus palabras resonaba como un eco, y todos parecíamos comprender que, sin esos elementos, la estabilidad de los sueños y las esperanzas de muchos estaban en peligro.
—¿Quién lo hizo? —preguntó Nico, su mirada fija en Morfeo.
—No lo sé —admitió Morfeo, su expresión llena de frustración—. Solo sé que no puedo cumplir mis funciones sin ellos. Sin esos objetos, mi conexión con el mundo onírico se debilita, y la oscuridad comenzará a ganar terreno.
Morfeo juntó sus manos, esforzándose por reunir la poca energía que le quedaba. Observé cómo tomó un poco de arena de un pequeño costal que tenía a su lado. Su expresión era de concentración y amor al mismo tiempo. Con un gesto casi mágico, comenzó a dar forma a la arena, y poco a poco, un pequeño cuervito fue tomando forma entre sus dedos.
—Este es Alex —dijo Morfeo, con voz suave y cansada—. Mientras el cuervo esté contigo, yo también estaré contigo.
Extendió el cuervito hacia mí, y al tomarlo, sentí que había algo especial en su pequeño cuerpo. La conexión era instantánea; era como si una parte de él estuviera atrapada en ese cuervo negro, que ahora batía suavemente sus alas. Miré a Morfeo, confundido, incapaz de entender del todo lo que estaba sucediendo.
—¿Pero por qué? —pregunté, tratando de comprender lo que esto significaba.
—Nico, Percy —dijo Morfeo, dirigiéndose a ellos—, necesito que lleven a Oribell al campamento. No pueden retrasarse. Es crucial que esté a salvo.
—Lo haremos —respondió Percy, con determinación—. No te preocupes.
Papá se inclinó hacia mí, sus ojos reflejando un amor incondicional.
—Todo esto tomará sentido, pequeño —dijo con una voz cálida—. Solo sujétate y no dudes. Siempre estaré aquí para ti, en cada paso que des.
Las palabras de papá me llenaron de una mezcla de seguridad y tristeza. Quería estar a su lado, pero sabía que no podía. Debía confiar en que todo saldría bien.
—Cuídalo como si fuera suyo —insistió Morfeo, mirando a Nico y Percy—. No puedo estar presente, pero confío en ustedes. Harán todo lo posible por protegerlo.
Nico asintió, y aunque había una sombra de preocupación en su rostro, también había determinación.
—No te preocupes, lo mantendremos a salvo. Haremos lo que sea necesario.
Lissandro también se preparaba para irse, asegurándose de que todo estuviera en orden.
—Recuerden —dijo Morfeo, su voz apenas un susurro—. La luz siempre encontrará su camino a través de la oscuridad. Nunca olviden eso.
El cuervito, Alex, parpadeó con curiosidad y, para mi sorpresa, su voz resonó en mi mente.
—No temas, Oribell. Estoy aquí contigo. Mientras me tengas, Morfeo siempre estará a tu lado.
Me quedé boquiabierto. El cuervo hablaba, y esa conexión me dio un impulso de confianza. Mientras nos alejábamos, sosteniendo a Alex entre mis manos, sentí que llevaba una parte de Morfeo conmigo, su amor envolviéndome como un abrazo.
—Voy a estar bien, papá —le dije a Thomas, sin saber si él podía escucharme, pero en mi corazón, sabía que lo sentía.
A medida que nos alejábamos, el cuervito vibraba suavemente, y con cada latido de mi corazón, sentía que el vínculo entre nosotros era fuerte e inquebrantable. Alex era más que un simple cuervo; era un recordatorio de que nunca estaría solo.
—¿Qué pasará ahora? —pregunté a Nico y Percy, sintiendo la ansiedad en mi estómago.
—Ahora vamos al campamento, donde estarás a salvo y podremos averiguar cómo ayudar a Morfeo —respondió Percy, mirándome con una sonrisa de aliento—. Todo saldrá bien.
Mientras caminábamos, el peso de la misión se sentía ligero gracias a Alex, y aunque mi corazón estaba preocupado por Morfeo, sabía que debía mantenerme fuerte por él. Al final, todo saldría a la luz.
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𝑶𝒓𝒊𝒃𝒆𝒍𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆 𝒚 𝒍𝒂 𝒂𝒓𝒆𝒏𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒍𝒆𝒕𝒂𝒓𝒈𝒐 #1
FanfictionA sus dieciséis años, Oribell Prince Park ha llevado una vida aparentemente normal en Nueva York, pero todo cambia cuando descubre su verdadero linaje como semidios, hijo de Morfeo, el dios onírico. Después de que Morfeo se ve obligado a dejar el mu...