Cuando los sueños se convierten en misión

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Capítulo 7

Todo este tiempo fui hijo de Morfeo... ¿Por eso me dio a Alex?
Hay tantas cosas que no tienen sentido para mí en estos momentos. Me siento molesto. Molesto por saber esto ahora, por haber tenido a mi padre tan cerca y que jamás me lo haya dicho. ¡Tuve que enterarme de la peor manera posible! Y para colmo, justo cuando casi mato a una campista... aunque esa chica nunca me cayó bien que digamos, pero aun así, casi la mato.

Percy y Nico están cerca de mí, pero yo solo me mantengo tirado en el césped del bosque. No quiero hablar con nadie. 

— Oribell —Nico me llama y se acerca con cautela—. ¿Todo bien?

—¡No, nada está bien, todo está de la mierda! Esto es una porquería, no puedo creer que durante 16 años no estuvo presente en mi vida y ahora, por sus estúpidos asuntos de quién sabe qué, me vino a buscar. ¡Es una porquería!

—Hey, no hables así de Morfeo —Percy me reprende, y no entiendo por qué lo hace—. Él te ama muchísimo, pero no puede quedarse. Ellos tienen responsabilidades que cumplir, y te aseguro que le hubiera encantado quedarse contigo, pero el destino de un héroe es siempre cruel. A veces ellos ya saben lo que nos espera. ¿Por qué crees que no quiso traerte antes al campamento?

Sus palabras me toman por sorpresa, aunque eso no justifica nada.

— ¡No me importa el destino de los héroes! —grito, incapaz de contener mi frustración—. Yo no pedí ser parte de esto. No pedí que él fuera mi padre, ni que me dejara solo durante tantos años. ¡No es justo!

Percy frunce el ceño, pero guarda silencio. Nico me observa con una mezcla de preocupación y comprensión, como si entendiera cada palabra que estoy diciendo. Tal vez él también ha sentido algo parecido.

— Entiendo que estés enojado —dice Nico en voz baja—. No es fácil cargar con el legado de un dios, mucho menos cuando no has tenido la oportunidad de decidir por ti mismo. Pero él te busca porque te ama, Oribell. Y sé que eso no cambia lo que pasó... pero quizás aún hay tiempo para que puedas hablar con él y aclarar las cosas.

Lo miro, intentando procesar sus palabras, pero todo dentro de mí sigue siendo un caos. Aún siento esa rabia hirviendo en mi pecho, mezclada con la confusión y la tristeza que no he podido dejar salir.

— ¿Y qué sentido tiene hablar con él ahora? —pregunto, dejando que el resentimiento salga con cada palabra—. ¿De qué sirve todo esto, si ya no se quedó cuando más lo necesitaba?

— No siempre entendemos el por qué —continúa Percy, en un tono más suave—, pero te prometo que lo que siente por ti no ha cambiado. Quizás no estuvo cuando eras más joven, pero está aquí ahora. Y tal vez sea tu oportunidad de encontrar algo de paz.

Quiero responder, quiero gritarles que no entienden nada, pero al mirarlos, algo dentro de mí se quiebra. No tienen por qué estar aquí, pero lo están. No tienen que escucharme ni intentar ayudarme, pero lo hacen.

Dejo escapar un suspiro, sintiéndome agotado.

— No sé si quiero hablar con él... —admito en voz baja, mirando el suelo.

Nico se sienta a mi lado, y por un momento, todo se queda en silencio. Los sonidos del bosque nos rodean, pero aquí, entre los árboles y la hierba, la rabia parece disiparse poco a poco.

— No tienes que decidir nada ahora —dice Nico finalmente—. Pero cuando estés listo, estaré aquí. Y Percy también.

Percy asiente, ofreciéndome una pequeña sonrisa de apoyo.

No respondo, pero algo en mi interior empieza a calmarse. Tal vez Nico tiene razón. Tal vez, eventualmente, podré enfrentarme a Morfeo y decirle todo lo que siento. Pero por ahora, solo quiero quedarme aquí, en el bosque, intentando procesar lo que acabo de descubrir. Alex se ve algo lastimado, eso me preocupa.

𝑶𝒓𝒊𝒃𝒆𝒍𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆 𝒚 𝒍𝒂 𝒂𝒓𝒆𝒏𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒍𝒆𝒕𝒂𝒓𝒈𝒐 #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora