4 - Parte 2

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Bueno, por supuesto que tiene que haber un Poe Verne en esta dimensión, ¿no?

Tate sale apurado a buscarle, dejando en el ambiente la pesada tensión de una situación que sin esperarlo se ha agravado. Yo sigo con la espalda pegada a la pared, aún alerta, alternando entre Eris y un punto de la chaqueta de Damián (para no verlo a la cara) una mirada que sé que, inevitablemente, despide recelo.

Pero es que no puedo evitarlo. Quiero oír a mi razón, la que creo que trata de convencerme de que estoy exagerando, pero es ahogada por la voz mental que sigue repitiendo:

«Es el mismo. Me lo acaba de demostrar. Aquí Damián es el mismo monstruo. Que sea otra dimensión no cambia nada. Es igual de peligroso y destructivo que el otro. Si desea lastimarme, lo hará».

A la vez me acuerdo de que haber permitido eso antes ocasionó parte de mi infierno, y pienso ensordecedoramente que no debo cometer de nuevo el error de bajar la guardia ante ningún Noveno, incluido Damián. Por eso mis sentidos están alterados, confundidos, haciéndome sentir que tengo que estar atenta y defenderme.

Aunque él no vuelve a acercarse a mí. Por fin sale de su pasmo; un ligero sobresalto mental, y lo primero que hace es moverse para darnos la espalda. Por como se para cerca de una de las esquinas es obvio que quiere disimularlo, pero me doy cuenta de que se queda mirando la palma de la mano con la que me ha agarrado el cuello.

¿Qué se pregunta en su mente? No tengo idea, pero tiene que ser algo capaz de causar la extrañeza que veo aparecer en el perfil de su cara, una que tiñe sus ojos negros con algo de... ¿desconocimiento?

—¿Le tienes miedo a él? —me pregunta Eris de pronto, haciéndome pasar la atención desde Damián hacia ella con una rapidez propia de la alerta. Descubro que está escudriñándome con un fuerte brillo de intriga en los ojos—. ¿De verdad tú...? —Siento que afinca ese "tú"—... ¿tú le temes?

Y en cuanto le sumo su evidente curiosidad a la forma en la que me ha formulado eso, comprendo que es porque le parece... ¿raro?

Pero, ¿por qué le parecería raro? Damián es un asesino, y no solo eso, es intimidante. No es que tiene ojos amables y el aspecto de alguien que te podría dar la hora en una parada de bus. No, es más bien como el oscuro líder del grupo de matones con el que no te meterías.

Bueno... matones sobrenaturales, porque su porte sombrío, sus expresiones frías y su mirada vacía resultan amenazadoras.

Entonces es obvio: él inspira miedo con facilidad.

Así que a mí también me parece rara su pregunta, por lo que no sé qué decirle. Sí siento este inevitable y paralizante miedo hacia la imagen del Damián al que tuve que matar, pero no quiero admitirlo. No puedo. No sale de mi boca.

Aunque no es necesario.

—Oh por mis hermosos cabellos, sí te asusta y mucho. —Eris emite una risa perpleja, confirmándolo de todos modos gracias a... ¿mi palidez? ¿mis ojos vigilantes? Como sea, a ella le sorprende de una forma que hasta parece positiva. Y con la reacción proyectada en su rostro como si estuviera ante un maravilloso y curioso acontecimiento, gira la cabeza hacia Damián—: Esto es increíble. No, es fantástico, porque, ¿sabes lo que significa? sí, creo que sí lo sabes: ¡ella una presa de verdad! —Su sonrisa gatuna se extiende y sus párpados se entrecierran con burla—. ¿Cómo te quedó el ojo además de lo habitualmente muerto que lo tienes, Damián?

Damián no dice nada ante esa mofa. Se mantiene absorto en su mano y en la confusión de lo que sea que pasa por su mente. ¿Está escuchando acaso?

Bueno, Eris no demuestra importarle el ser ignorada en ese momento. Ella devuelve la atención a mí, dando una impresión de que todo ha cambiado y de que ahora soy algo más importante que atender.

DAMIÁN - PARTE 2 © [subtítulo pendiente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora