7 - Parte 1

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Para sobrevivir entre los Novenos tienes que convertirte en uno.

O al menos: tratar de comportarte como uno...


—Ella es tan bonita... pero está muy sucia. ¿Podemos bañarla? —escucho que una voz femenina dice con cierta fascinación.

—No, no podemos solo desnudarla y bañarla —responde otra voz femenina también.

Remuevo un poco mi cuerpo en mi lugar, sintiéndolo suave.

—Pero yo baño a todos mis cadáveres...

—Ella no es tuya y no es un cadáver.

Una risita.

—Todos somos cadáveres, solo que todavía no desempeñamos el papel... Y ella sí podría ser mía. Damián solo debe regalármela. ¿Crees que lo haga?

Nada más con oír el nombre de Damián entiendo que no es que estoy plácidamente dormida, y todo lo que en realidad sucedió se aclara en flashes en mi cabeza:

Poe y yo entrando a esa habitación repleta de libros, un mapa y fotos. Verne diciendo que nos creía. Damián pasando a mi lado y yo escuchándolo llamarme «ruidosa». Luego yo viendo la imagen del Damián ensangrentado al que maté, y explotando.

A partir de ahí no tengo nada claro, pero lo comprendo. Otra vez fui víctima del tuerce de realidad. De nuevo mi razón me desobedeció, mis impulsos actuaron con libre albedrío, y le solté a Damián lo de la muerte de su padre.

Lo usé como un arma. verbal. Lo revelé como si no fuera el peor de los secretos.

—¡¿Qué hice?! —Abro los ojos y me siento de golpe, como quien se ha dormido sin querer en pleno campo de guerra y se da cuenta de que en cualquier momento le caerá una bomba.

Lo primero que veo ante mí es la cara enmarcada por ondas rojizas de Eris, y el inquietante y avispado rostro Archie, ambas de esta otra dimensión. Están sentadas en el borde de la cama en la que ahora me encuentro y tienen los ojos fijos en mí. No tengo ni idea de cuándo me han acostado en este colchón, pero estoy demasiado desorientada y asustada como para darle sentido a la situación. Solo siento un impulso:

—¡Cometí un error! ¡Tengo que irme de aquí! ¡Tengo que escapar! —Sale de mi boca mientras que intento salirme de la cama.

Pero Eris, rápida, me toma por los brazos para mantenerme sentada sobre el colchón.

—¡No, tranquila Padme, estás a salvo, no tienes que ir a ningún lugar!

—¡Es que Damián está furioso! —Niego rápido, quitando sus manos y convencida irracionalmente de que lo único que debo hacer es huir de donde sea que me encuentro antes de que él aparezca—. ¡Él va a vengarse, él...!

—¡No, él no está furioso! —se apresura a completar Eris, insistiendo en que me calme—. Y no has hecho nada malo. No has cometido ningún error.

Eso me deja en el sitio. Solo puedo mirar sus ojos verdes, desconcertada, porque recuerdo bien lo que he hecho, y es grave. Algo así habría enfurecido al Damián que yo conozco, que ya he confirmado es igual a este. Entonces no es posible que no se enojara...

—¿No? —pregunto en un aliento.

—No, no hiciste nada malo y Damián no está enfadado. —Sus labios se extienden en una sonrisa cincelada y juguetona, y asiente—. ¿Cierto, Archie? —Le pide ayuda para hacérmelo entender. A su lado, Archie también asiente con la cabeza, y también me sonríe, solo que la suya, tan ancha y afilada, resulta amistosamente macabra. Eris entonces me lo explica con esa voz aterciopelada y con un cuidado que sigue siendo incomprensible para mí ya que la Eris de mi dimensión nunca me explicó nada de esa manera—: Mira, tuviste algo así como un colapso y luego te desmayaste, y él nos dijo que te trajéramos a esta habitación a recuperarte.

DAMIÁN - PARTE 2 © [subtítulo pendiente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora