Tal vez acabaste con un monstruo,
pero liberaste a otro.
Cuando Poe y Eris regresan de la misión del club, nosotros los estamos esperando en uno de los accesos del refugio.
Es en las profundidades, en un área que semeja a una cueva y que conecta con todos los pasillos. La entrada es un agujero en el suelo del bosque, con una escalerilla por la que hay que bajar para llegar a donde estamos parados.
El cuerpo inconsciente de Amadeus es lanzado desde arriba y cae justo frente a nosotros en un golpe seco. Por suerte la altura no es tan grande como para matarlo, pero sí le va a doler mucho la espalda al despertar.
—Ups —emite Poe en una risita, asomándose por el agujero de entrada para vernos—. Se me resbaló.
Eris y él bajan la escalerilla entonces. Poe aterriza en un salto enérgico ante todos, henchido y orgulloso. Por supuesto, lo primero que hace es girarse hacia el Damián que está cruzado de brazos, con una carota de mal genio impresionante.
—Misión cumplida —le comunica. El éxito delinea su amplia sonrisa—. Aquí tienes a tu objetivo, inconsciente, para que hagas lo que quieras con él.
Damián ni se inmuta. Ni mira hacia abajo.
—Ya lo veo.
Poe señala el cuerpo con los ojos y vuelve a subir la mirada hacia Damián. Luego otra vez, y otra vez...
—¿Y bien? —Extiende los brazos y alza las cejas, porque no pasa nada—. ¿No me debes algo? —le recuerda a Damián, y en un gesto elegante le hace una invitación con la mano—. Procede por favor.
Los oscuros ojos de Damián se deslizan un momento en mi dirección, indescifrables.
Yo trago saliva...
—¿Qué? —Poe se da cuenta y gira la cabeza hacia mí. Luego vuelve a mirar a Damián, con los ojos abiertos como platos—. ¡¿Matar a Padme?! —Suelta una risa espontánea como si eso fuera un chiste muy tonto y niega con un gesto de la mano—. Ay no, no, ¡pero si ella es mi equipo! No te pediré que le hagas daño jamás, por favor. —Vuelve a mirarme y entre los restos de su risa me hace un guiño—. ¿Lo ves? Te dije que te tranquilizaras, pero eres muy nerviosa a veces. —Suspira para calmar su risa y nuevamente fija su atención en Damián, con la barbilla alzada. Se lo aclara—: Lo que me debes es el retractarte de tus palabras sobre mí.
Damián endurece el gesto y desvía la mirada malhumorada, dejando en claro que perder es lo que menos se esperó y que ahora le irrita tener que enfrentar el cumplimiento del trato.
—Vamos, no se te va a caer la lengua ni tu ropa se hará menos negra —canturrea Poe, animándolo. —Vamooos... —Vuelve a canturrear porque Damián no dice nada. —Tú puedes... —insiste.
—No eres tan débil e inferior como creí —suelta Damián entre dientes.
—¡Sí, lo tomaré! —Poe da unos pequeños aplausos y sonríe con los ojos cerrados, encantado—. Qué lindo eres, todo gruñón y frío... —Intenta pellizcarle una mejilla, un gesto que tiene de costumbre con el Damián de nuestra dimensión.
Pero Damián le manotea la mano, alejándolo.
—No me toques —lo corta. Entonces, pasa a algo más importante y se agacha hacia el cuerpo de Amadeus. Lo analiza con su mirada apática—. Me lo llevaré antes de que despierte para inmovilizarlo bien e interrogarlo.
Solo que el Verne enmascarado, con su voz dócil y que casi pasa desapercibida, interviene en la situación.
—No, yo lo haré —se niega a la intención de Damián.
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DAMIÁN - PARTE 2 © [subtítulo pendiente]
Paranormal¿Y si nada terminó con la pregunta? «¿Damián?, ¿quién es Damián?» Eso es lo último que Padme Gray recuerda, junto al hecho de que despertó de nuevo en su casa, en donde las cosas y las personas parecen estar en sus antiguos sitios. El retorcido p...