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Milica Ivankovica.

Stepan, la mano derecha de mi abuela... ¿Quién iba a decir que lo encontraría en las calles de Sicilia hace tres semanas? Esa maldita rata escurridiza, después de tres meses buscándolo, siempre se las arreglaba para escapar.

— Stepan, que alegría verte.. de nuevo — digo acercándome viéndolo atado a los grilletes del almacén.

Estaba atado a unos grilletes mecánicos, golpeado, la mano derecha se la había dejado sin dedos, y los pies estaban iguales, tiene un corte en su pierna, y dos más debajo de las costillas, me encanta ver el miedo en sus ojos, es exactamente como me sentía cuando tenía ocho años y él era el encargado de ejecutar cada golpe y tortura que mi abuela ordenaba.

— Puta rusa — gritó escupiendo sangre, reí, tuve que esperar mi tiempo para poder cazarlos uno por uno. — Stela pronto te encontrará de nuevo, y está vez no solo serán golpes, hija de puta.

Ríe y me da curiosidad, pensé que la maldita vieja ya había muerto de vejez.

— Dime algo Stepan, fueron bonitas las cogidas que te diste con mi abuela aún cuando mi abuelo vivía — me agaché su rostro se torno aún mas pálido, saqué el puñal, y se lo incruste en el pié.

— ¡Ah! Hija de puta — grita moviendo sus brazos haciendo que las cadenas choquen. Soltando un ruido estrepitoso.

— Mili, voy al otro almacén a jugar con una lagartija — dijo Adelinde con una sonrisa maquiavélica, dándome un beso en la mejilla. Asentí y la vi alejarse.

— ¡Ey! Solo no te ensucies mucho — grité mientras la vi salir dando saltos, ella estaba loca definitivamente. Suspiré y me centré en Stepan.

— Entonces, me decías — pregunté inclinando mi rostro un poco mientras sonreía.

Stepan tenía una semana en este almacén había jugado con él pero no me llevo donde quería, aquí era un lugar para poder tener creatividad con mis diseños, aún tengo que saber dónde está la maldita vieja.

— Maldita zorra, debí matarte cuando tuve la oportunidad — dijo con su respiración entrecortada, me levanté acercándome a las cadenas las tomé y las subí haciendo que soltará un grito.

— No Stepan, acuérdate a los Ivankovic no se les insulta, se les venera y se les complace. Un maldito perro no pasaría a ser el siguiente jefe. — Pobre Stepan, pensó que de perro iba a pasar a ser alguien importante. Solté las cadenas dejando caer sus brazos de golpe.

— ¡Puta! — soltó un gritó ahogado, me encogí de hombro.

Me acerqué a la mesa tomando un alicate. Una fachada siempre es mejor mantenerla oculta; en el mundo, soy la niña mimada, la hija de papi, la estrella de la moda y propietaria de las mejores boutiques. Pero siempre hay algo más detrás del telón.

— Tu que sabes maldita bastarda, Stela mató al viejo por ser una basura igual que ustedes — dijo respirando agitado, que iluso.

— Crees que si Stela hubiera matado al abuelo Lev aún siguiera con vida, eso crees — reí agarrando su mano — Aún para cogerte a la más loca, debes saber sacarle la información.

Dije cortándole tres dedos, su gritó fue música para mis oídos.

— ¡Loca de mierda! Si llego a salir me cobraré cada una de las que me has hecho y lo disfrutaré — dijo iracundo, fruncí el ceño, y le aseste un golpe con el alicate en el rostro. No demoró en salir sangre por su nariz.

— No estoy loca, y quien dijo que saldrías de aquí — tomé los últimos dedos que le quedaban y se los corte, ensuciando mi ropa, ahora que lo pienso que mal elección hice, el blanco es difícil de sacar la sangre.

Runaways En Las Nubes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora