🐉019🪡

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Milica.

- ¡Madre! Buenas noches. ¿Cómo te fue? - preguntó Dorian, bajando las escaleras en pijama.

- Bien, pequeño diablillo. ¿Te importa dejarme cambiarme antes de que empecemos a ver películas? - le dije, acercándome al pie de las escaleras. - Dile a la nana que si puede hacer las palomitas, o espera un momento para hacerlas juntos.

- Yo me encargo, te esperamos en la sala de cine - respondió, con una sonrisa traviesa mientras yo fruncía el ceño.

- ¿Quién más nos está esperando? - inquirí, y él soltó una risita.

- El tío Andrej todavía está aquí; hace un par de horas estaba hablando por teléfono con una mujer - comentó, y se dirigió rápidamente a la cocina.

Asentí mientras subía las escaleras, dirigiéndome a mi habitación. Al entrar, dejé mi bolso en la cómoda y fui al baño. Solté mi cabello y lo recogí en una cola antes de darme una ducha rápida. Luego, me cambié y me puse una pijama cómoda.

Al salir, vi a Andrej en la cama, vestido también con pijama y sonriendo.

- Pensé que te irías hoy - le dije, sentándome un momento en el sofá.

- A mí también me alegra verte - murmuró, ofendido, llevándose la mano al pecho. - Tuve una reunión con los concejales hace un rato. Quieren deshacerse de los inútiles de la duma.

Suspiró, y me imaginé lo complicado que debe ser, ser abogado, especialmente ahora que no da para abastecerse con los múltiples contratos que debe hacer.

- Como si fuera fácil, se esconden peor que ratas - dijo, desordenándose el cabello frustrado.

- ¿Hablaste con papá? puede ayudarte con eso - lo mire inclinando mi cabeza un poco.

- No, aunque pueda hacerlo, seguirán jodiendo - asentí, no era la primera que querían que Andrej se encargará de esos asuntos.

- Bien, ¿qué te parece si nos acompañas a ver películas, despejas tu cabeza y me cuentas sobre la mujer del teléfono? - susurré, levantándome del sofá. Solo escuché su risa mientras salía de mi habitación.

- Demonio, chismoso. Y yo que dije que podría no asistir a sus entrenamientos mañana - comentó riéndose, mientras corría escaleras abajo.

Caminé rápido riendo, a veces se me olvidaba cuánto habíamos perdido de nuestra infancia. Todo por culpa de Stela, los entrenamientos de Kenji y Yura, día y noche. Era agotador, pero era algo que debíamos aprender desde pequeños. Aunque nuestros padres hubieran querido que tuviéramos una infancia normal, eso no estaba en nuestra familia.

Hubiera querido que Stela nunca hubiera aparecido en nuestras vidas. Aunque, tarde o temprano, tendríamos que asumir esas responsabilidades.

- Tío, esas ofrendas no me sirven - dijo Dorian riendo corriendo hacia la sala de cine, mientras Andrej lo seguía - mamá, me mandaría igual.

Reí bajito llegando a ellos, porque era cierto, tenía responsabilidades y una vez se hiciera mayor esas responsabilidades se duplicarían. Aunque puedo hacer la excepción de que mañana falte.

- Dorian, ¿quieres tomarte un día de descanso? - dije inclinando mi cuerpo en la puerta de la sala.

- Mañana, tengo entrenamiento con los entrenadores en grupo - tomó asiento, tomando el control de la pantalla.

- Puedes entrenar con los chicos aquí en casa mañana en la noche, Evans regresa en la madrugada según lo que me dijo Lyssa - murmuró Andrej, tomando asiento al lado izquierdo del pequeño.

Runaways En Las Nubes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora