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Milica Ivankovica. Minutos antes.

El restaurante italiano en Alemania tenía un ambiente acogedor, ya veo porque mi tía y Hugo venían aquí. Las mesas estaban vestidas con manteles a cuadros rojos y blancos, y el aroma a pasta, vinos y pizza llenaba el aire. Me acomodé en la mesa con Geovanna y Hugo, que ya estaban disfrutando de un buen vino y un jugo.

- Bueno, por lo menos una comida antes de seguir trabajando -dijo Hugo, tomando un sorbo de su jugo -. Estaba deseando este almuerzo, teníamos tiempo sin comer juntos.

- ¡Yo también! -respondió Geovanna, riendo-. ¿Qué tal si pedimos algo de todo? La pizza y la pasta aquí son deliciosas.

El camarero se acercó para tomar nuestro pedido, y pronto los platos comenzaron a llegar.

- Entonces, ¿cómo van las cosas con la boutique? -preguntó Geovanna, mientras se servía un poco de pasta.

- Bueno, estaba todo bien hasta que Ade me llamó justo antes de llegar aquí -dije, mientras partía un trozo de pizza-. Parece que tuvimos un problema con la entrega. Perdimos alrededor del 15% de la mercancía.

Hugo frunció el ceño, preocupado.

- ¿En serio? ¿Qué pasó?

- Algo con el transporte - comenté -. Pero Ade está arreglando el problema.

Quiero creer que no fue mucho la pérdida, Geovanna asintió con comprensión.

- Los imprevistos son parte del negocio. Lo importante es que estás al tanto y que están resolviendo el problema.

El camarero regresó con más comida, interrumpiendo la conversación. Colocó una pizza grande y un par de platos adicionales en la mesa.

- Esto tiene una pinta increíble -dije, mirando la pizza con hambre- no siempre puedo comer de esto.

- ¡Definitivamente! -dijo Hugo, sirviéndose una porción-. ¿Todo listo para tu viaje a Roma?, me hubiese gustado que te quedarás un poco más.

- Casi todo -respondí mientras me servía un poco más de vino-. Solo tengo que ultimar algunos detalles y confirmar horarios. Pero estoy emocionada por el viaje.

- Por más comidas juntos, entonces - Brindó Hugo, alzando su vaso, sonriendo.

- ¡Salud! -brindamos los tres, disfrutando de la buena comida y de la compañía.

La conversación siguió con anécdotas y risas, haciendo que el almuerzo fuera agradable. Nos despedimos y me dirigí directo hacia la boutique.

Llegué a la boutique y saludé a cada una de las chicas, antes de dirigirme directamente a la oficina de Ade.

- No puedo creer que esto esté pasando -dije, al ver el desorden de papeles en el escritorio.

- Lo sé, es un caos -dijo Ade, tratando de sonreír a pesar de su preocupación-. Pero ya estamos en eso. Solo nos falta firmar estos documentos y hacer un par de llamadas para asegurarnos de que todo esté en orden.

Mientras firmaba los papeles, Ade se ocupaba de organizar los documentos esparcidos. Luego, decidimos tomar un pequeño descanso.

- Oye, ¿cómo van las cosas contigo? ¿Qué tal Kerem? -pregunté, notando un leve sonrojo en sus mejillas- Hemos hablado muy poco.

- Ah, Kerem... No estoy segura. Creo que tal vez no le gusto. He intentado hablar con él, pero siempre está ocupado -contestó Ade, suspirando-. Es frustrante, a veces me dan ganas de romperle la nariz, en fin, ¿y tú? ¿Cómo va todo? Es un milagro que estés en Alemania.

Runaways En Las Nubes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora