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Milica.

Septiembre, 24, 20””

— Yosuke, estaciona cerca del centro comercial — le pedí mientras terminaba de enviar un mensaje a Loreine.

No quería revisar mi teléfono desde ayer, pero hoy, al encenderlo, encontré más de cincuenta llamadas de Niklas. Aún no entendía qué quería decir; su nota lo había dejado claro.

El anillo lo guardé en la caja fuerte, y allí se quedará. Las flores se marchitaron, así que decidí colocar algunos pétalos en mi libro de diseños. No quería tirarlas todas y perder ese pequeño detalle.

— ¿Estás segura de que quieres comprarle eso a Dorian? — preguntó Basile.

Asentí. Quería darle ese regalo y no veía el problema; estaba yendo bien en el instituto y en sus entrenamientos.

— No creo que sea apropiado para un niño — agregó Yosuke, me crucé de brazos.

— ¿Por qué no sería apropiado regalarle una katana y una moto? — pregunté, sin ver el problema.

Dorian se lo había ganado; aunque había metido la pata, lo hizo para defender a su compañera.

— Mili, Dorian todavía no tiene la edad para manejar una moto — murmuró Yosuke.

Sonreí con sarcasmo; casi había olvidado que Yosuke había desaparecido. Enzo le estaba enseñando a manejar su moto, pero eso se lo demostraría el demonio.

Mi teléfono comenzó a sonar, y estuve a punto de lanzarlo por la ventana, pero al mirar la pantalla vi el nombre de Мать.

— Hola mami, ¿qué pasó? — pregunté frunciendo el ceño.

— Cariño, que tal están todos — dijo, al fondo podía escuchar a papá maldecir y reírse. — cómo está mi nieto.

— Estamos bien madre, estoy yendo al centro comercial por unas cosas para mí — mamá se echó a reír — está todo bien con ustedes dos.

— Si, si cariño, solo que tu padre está haciendo una apuesta con Klaus, ya sabes cosas de viejos — dijo, y solo pude pensar en que bendita apuesta ahora estaban haciendo esos dos. — Tu hermano no me ha llamada dile que se acuerde de sus padres.

Reí, negando con la cabeza como si me hubiera visto.

— Madre solo se ha ido por tres días, que te parece si la próxima semana vienen ustedes — murmuré, viendo cómo aparcabamos en el estacionamiento.

— No creo que la próxima semana podamos, pero que tal si le dices a Andrej que lleve a Dorian a la casa en Grecia — dijo, suspiré, porque no quería sacarlo de Italia, pero debía comenzar a moverlo si quería seguir manteniéndolo seguro ¿Verdad? — piénsalo antes del viernes.

— ¡Cariño! Saluda a tu padre, y dile al demonio que lo extrañamos mucho, pronto lo veremos, no acepto un no como respuesta — gritó papá, y aún tenía un atisbo de burla en su voz. — Dile a tu hermano que tengo boletos para la próxima carrera.

— Mamá, dile a papá que veré cómo organizar la seguridad de Dorian para ir a Grecia todos — murmuré y escuché un estaba bien del otro lado. — y que le diré a Andrej sobre la carrera, te dejó que ya bajaré del auto y besos a la abuela Kavya.

Runaways En Las Nubes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora