Quiero ser tu esclavo

Capítulo 23 - Jaken en las Tierras Occidentales

La noticia de que Lord Jaken abdicaba del trono se extendió como reguero de pólvora; los guardias que estaban en la habitación cuando Jaken prometió su vida a Sesshoumaru no perdieron tiempo en contárselo a todos los que sabían.

Hubo conmoción, incredulidad, felicidad, angustia, miedo. En el proceso de narración, los hechos se desproporcionaron por completo. Pronto, se contaron historias de cómo Jaken-sama había matado a la banshee y el extraño príncipe de las Tierras Occidentales había lanzado un hechizo sobre su Señor porque no pudo derrotarlo honorablemente. Otros afirmaban que Jaken había caído a los pies del príncipe occidental y se había humillado para que se le permitiera servirlo después de que el Señor Sesshoumaru le salvara la vida. Otras historias decían que Jaken había convocado al príncipe del Oeste él mismo y había planeado renunciar al trono desde el principio. Otros insistían en que Jaken-sama iba a partir temporalmente a las Tierras Occidentales con el propósito de obtener conocimiento.

Afortunadamente, esto funcionó a favor de Jaken, ya que hasta que no entregara el mando a Sesshomaru, sus súbditos no podían saber que había prometido una vida de servidumbre al Príncipe Occidental. Tenían que creer que simplemente estaba tomando una decisión diplomática con otro señor, como un igual, porque si la verdad se filtraba, no aceptarían sus órdenes con respecto a su sucesor, sino que intentarían rebelarse y la tierra caería en el caos. Para garantizar la estabilidad y la paz en la tierra, tenía que demostrar que era él quien estaba nombrando al nuevo representante, no el príncipe de alguna tierra extranjera.

Como circulaban tantos rumores, la gente no sabía qué creer y, naturalmente, recurrían al rey para confirmar o desmentir los rumores. Entonces, no importaba si los guardias insistían en que estaba mintiendo y lo habían visto inclinarse ante Sesshomaru; la gente suponía que lo hacían para llamar la atención porque, por lo que sabían del rey Jaken, era poco probable.

Entonces, al día siguiente en la corte, Jaken hizo los anuncios necesarios, declarando que por razones políticas, iba a entregar el mando a un representante del Señor Inu no Taisho y que él mismo viajaría con el Señor Sesshoumaru a las Tierras Occidentales por un tiempo indeterminado.

Hubo protestas leves e incertidumbre. Jaken vio que la mirada de los nobles se volvía calculadora y anunció la transferencia del poder militar a manos del nuevo representante. Los líderes actuales estaban indignados y Jaken aprovechó la oportunidad para anunciar cómo Sesshomaru-sama había demostrado su lealtad a la Tierra de Hideyori al matar a la banshee. El mensaje implícito era que el Señor de los demonios era lo suficientemente poderoso como para derrotar a una banshee y que no dudaría en usar ese poder para poner a los traidores en línea si eso era lo que era necesario.

Se le envió un mensaje al Señor Inu no Taisho de que el Señor Jaken había aceptado la transferencia de poder. Sesshomaru y su séquito permanecieron como invitados reales hasta que llegaron los representantes y, mientras tanto, Jaken resolvió todos los asuntos pendientes y puso sus asuntos en orden.

Jaken pensó que era extraño estar preparándose tan rápidamente para dejar atrás todo aquello en lo que había construido su vida. Pero su instinto le decía que estaba haciendo lo correcto. El Señor demonio había llegado a su vida como un torbellino y había alterado toda su rutina, pero su llegada fue una ráfaga de aire fresco, esa aventura perdida que el solitario señor había estado buscando durante tanto tiempo. Su destino no estaba en este reino desolado e insensible lleno de traición y engaño. Su destino estaba dondequiera que estuviera el Señor Sesshomaru.

Por fin llegó el día de su partida. El representante de las Tierras Occidentales, un hombre severo, diligente y con gafas, había sido presentado ante la corte y debidamente designado. Todos los cabos sueltos habían sido atados y ahora, a Jaken no le quedaba nada por hacer más que despedirse rápidamente de la gente reunida en la plaza del pueblo y luego partir con su nuevo amo.