Capítulo VII

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Ya se ha acabado el fin de semana, actualmente estoy en la escuela al lado de Cristal.

Ayer domingo no tuve más incidentes con Cristian, no me molestó más, no habló más conmigo, de hecho no lo vi más en todo el día.

Si, me pase el día entero sin verle el rostro, su cara de idiota, tonto, imbécil, su cara bien definida, con sus ojazos verdes, mechones rebeldes perfectamente rizados bajando por él, nariz perfecta y labios de infarto bien rellenos y ligeramente rojos, super sexis.

En fin... nada de eso me importa, le pregunté muy casualmente a Cristal donde estaba su hermano y muy tranquilamente me dijo que no sabía.

Seguramente estaba en alguna fiesta de algún hotel bebiendo hasta perder la conciencia no sin antes tirarse a todo lo que pase por el frente de el con dos tetas, un buen culo y...

Cristal me sacó de mis pensamientos, gracias a dios señalando al final del pasillo con su dedo, por ahí venía el rey de Roma.

-Buenos días señoritas- le dijo el muy estúpido a un grupo de chicas que babeaban por él.

-Cris, me voy, voy a ver si ya puso la marrana- mi amiga asintió con la cabeza, seguramente a sabiendas de que no tenía humor para hablar con su hermano.

-Pirufina- siento que gritan a mis espaldas, ignorando voz alguna continúo mi camino.

Mis clases las pase como siempre, atender al profesor, tomar mis apuntes y pasar desapercibida.

En mi tercera clase, al entrar veo a Cristian inclinado sobre la mesa de Kamila, todavía faltaba algún tiempo para que comenzará la clase así que decidí venir a la próxima clase para evitar toparme con El pero al parecer el destino está empeñado para hacerme sufrir.

Claramente el muy idiota estaba coqueteando muy descaradamente con ella, y ella muy babeada frente a el.

-Hola Míriam- le digo pasando por su lado, se que eso le molestará, no a ella, sino a él.

Me miró con cara de asesino de CSI, le mire con una sonrisa.

La chica no me caía mal, en lo absoluto, no le podía llamar "amiga" porque pienso que eso es una palabra muy grande donde no entran todos pero ella es muy buena chica.

El hablo unas palabras más con ella y se marchó. Kamila vino junto a mi con una sonrisa, se sentó frente a mi.

-Tienes mucha suerte- comenzó - No son muchas las chicas que logran captar la atención de él

-¿De que hablas?- le pregunté sin entender de lo que hablaba.

-No de qué, ¿De quién? Hablo de Cristian, se nota que le gustas.

-Si ya, lo que le encanta es fastidiarme la vida.

-Me ha preguntado que si somos amigas y me pidió mi ayuda para hablar contigo- me respondió aclarando toda la situación.

-Va por mal camino si cree que así conseguirá algo- le dije recordando lo que ocurrió con Míriam

-Ya le he dicho que lo que quiera hacer debe hacerlo por el mismo. Le preocupa que lo estés evitando al parecer.

-El se lo ha buscado. Por cierto, perdón por llamarte antes por Míriam.

-No hay problema.- me dio una sonrisa de boca cerrada y se marchó.

Al terminar las clases fui hacia la cafetería a comprar posiblemente una bolsa de papas fritas, eso levanta siempre mi auto estima y me calma un poco mi mal humor, posiblemente tenga que comprar tres de esas para clamar todo mi mal humor.

Iba pensando en el maravilloso sabor de mis futuras papas fritas cuando algo o más bien, alguien me empuja dentro de un aula vacía y cierra la puerta detrás de nosotros.

Ya me había puesto en posición de ataque, separé mis piernas, las flexione ligeramente y alcé mis puños lista para salir victoriosa de una pelea cuando veo que se se trataba de Cristian y me relajé un poco.

-Calma pitufa boxeadora- me dice en su habitual tono burlón.

-¿Qué quieres? No estoy para tus bromas de mal gusto.- respondí cortante.

-Saber por qué me estás evitando.

-Ah te diste cuenta, ya veo que tu cerebro es un poco más grande de lo que parece- espeté en tono burlón.

-Laura, ¿que te pasa?

-Nada, aquí el que se puede pasar un día entero sin dar señales de vida o muerte eres tu, cuando te ignoran entonces te molestas, ya veo que tienes muy claro el concepto del ombligo del mundo.- le dije sin tan siquiera respirar.

-¿Y a ti que te preocupa?- ya para este punto los dos estábamos furiosos y gritandonos, gracias a dios que fuera no se oía una sola palabra.

-A mi no, ¿Le diste una explicación a tu hermana?¿A ella tampoco le importa?

-A ti no te importa lo que hagamos mi hermana y yo, nosotros llevamos mucho tiempo conociendonos y sabemos donde meter las narices y donde no.

-Si, se nota que sabes a la perfección donde meter las narices, al parecer en Kamila, me parece muy similar la historia ¿no? ¿Cómo se llamaba la vez anterior?- fingi pensar mucho para después decir: - Ah sí, Míriam.

Con eso ultimo vire mi espalda y me fui.

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