Capítulo IX

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Después de que Cristal regresará con unas bolsas inmensas del mercado se puso a cocer lo que sería nuestra comida.

Mi hermano me llamó diciendo que se tardaba en regresar por lo que posiblemente me tuviera que quedar en casa de mi amiga, me dijo que no me preocupara por el, debido a que sus jefes son buenas personas comió en un restaurante de prestigio fuera de la ciudad. A veces pienso que mi hermano tiene a los mejores jefes del mundo.

Cristal cocinó de maravilla como hace siempre, la comida estaba exquisita. Comimos todos juntos viendo una película romántica de vampiros, al parecer es una saga. Las películas de vampiros suelen ser aterradoras, esta no, aquí nuestro protagonista es un chico rubio (vampiro) que se enamora justamente de la chica torpe (humana). Es un tanto cliché pero no está tan mal.

Vi a Cristian verme en algunas partes de la película, me gustaría saber que piensa, por que me mira y si piensa que soy capaz de enamorarme del típico chico-homenaje al que todas las demás chicas miran embobadas. Me pregunto si en algún momento de su vida se preguntó que le hice a la rosa negra que me regaló, si aún la conservo.

Cuando acabó la película Cristian le dio un beso de buenas noches a su hermana, me quedé mirandolos pensando si esta noche también tendría pesadillas o algún sueño, para ser sincera no quiero soñar con nada, solo quiero tranquilidad.

-Te daría un beso de buenas noches a ti también pitufina, solo que no sería ni en la mejilla, ni en la frente. Ni se vería tan inocente.- dijo guiñandome el ojo.

Mire a todos lados y mi amiga no estaba por ningún lado ¿a donde se habrá ido?

-Tranquilo Gargamel, se ingeniármelas para dormir sin tus deseos de buenas noches ¿Podrás tu dormir?- le reté con la mirada

-Dormiría mejor con un beso tuyo, créeme.

Me acerqué a el, su pose segura iba cayendo a mis pies con cada paso que daba, lento, sensual, me acerqué tanto que sentía sus respiraciones sobre mis labios, me había puesto una blusa de Cristal, ella no lleva mi talla por lo que los pechos se me notaban con mayor facilidad. Coloqué mis manos sobre su cuello y cuando estaba a punto de darle un beso en la boca giré la cara y se lo di en la comisura del labio.

El estaba pálido, tenía un claro nerviosismo que aumentó cuantitativamente cuando vio hacia mis pechos, formé una sonrisa de suficiencia, al mirar mis labios, lamio los suyos, mis ojos siguieron el movimiento de su lengua y mi garganta se resecó.

Me alejé de el y me dirigí hacia la cocina a beber agua, no dejaba que el notará lo mucho que me afectaba pero mis manos estaban temblorosas. Sudaba mucho, mi corazón estaba a millón, tenía las pupilas dilatadas y la respiración agitada.

Mi amiga regresó, al parecer estaba buscando el saco de dormir. Me senté a su lado en la cama y le conté desde el principio: -¿Recuerdas el día que estábamos jugando verdad o reto? Me preguntaste quien había sido mi primer beso- asintió con la cabeza dándome ánimos para continuar.

-Ése día eramos unos niños, estábamos jugando en el patio cuando te caes y mi hermano te carga para llevarte a tu casa, Cristian se quedó cuidando de mí, ya que mi hermano era el mayor se sentía responsable por todo lo que sucedía a su alrededor. Las palabras de Cristian me impresionaron mucho, yo tenía unos 10 años, el me dijo: tengo que decirlo ahora antes de que me arrepienta, me gustas Lore, mucho, se que tu hermano es mi mejor amigo y aún eres muy pequeña pero quiero, cuando crezcas que me esperes, siempre estaré para ti. Lo verdaderamente impresionante fue que cuando terminó de dar el discurso me dio un beso, un pico, algo fugaz, capaz de marcar mi mente de por vida.

Le conté a Cris todo, incluyendo lo de Míriam, las salidas a escondidas, lo de su habitación, la última discusión e incluso lo de esta noche.

Ella quedo sin palabras pero aún así comprendió muchas cosas, le dio un orden a todo y yo me sentí muy aliviada de poder bajar esa enorme carga sobre mis hombros.

Al fin me quedé dormida. Había mucho frío, creo que fuera del coche nevaba, mama y papa estaban muy contentos hablando y riendo, mi hermano iba a mi lado. De pronto el coche resbala y cae por el barranco, hay mucha confusión, no entendía lo que estaba ocurriendo, mi hermano me abrazo manteniendo mi cuerpo seguro con el de el. Me sentía muy apretada, quería salir de lo que me estaba presionado con tanta fuerza, lo vi todo negro y cuando me desperté lo vi.

Vi el rostro pálido de mi madre, se mezclaba restos de nieve con sangre, pedazos metálicos incrustados en su cabeza, mi padre estaba igual, sus manos se entrelazaban, ella tenía una sonrisa triste en su cara, al parecer entendía lo que ocurría.

Mis gritos nublaban el ambiente, solo sabía decir Mamá, papá, tata. No podía decir nada más. De pronto alguien me saca de esa cosa que me apretaba tanto y no me dejaba respirar bien, me cargó en sus manos y fue cuando descubrí a Cristian, me llevaba como una niña pequeña, ya no estábamos en el mismo lugar, ya estaba segura, ya no tenía 11 años sino 16 años, pronto cumpliría los 17, ya había pasado el tiempo. Ya me sentía a salvo.

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