Capítulo XIV

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Solo bastó eso para que el chico que tengo frente a mi me asaltar a la boca cual fiel pirata a su tesoro más valioso.

El beso en ningún momento fue delicado, era un beso que marcaba todas las letras de la "pasión" en mis labios, en mi lengua, en toda mi boca.

Un beso territorial, tanto por su parte como por la mía, tenía implícito un "eres mio/mía".

Con un instinto territorial, posesivo, primitivo pero sobre todo lleno de pasión me voltee quedando el acorralado contra la pared, lo tomé del cuello y me apreté más contra él, me apoye de el ya que estaba de puntas de pie. Eleve mi mano hacia sus cabellos y tiré de ellos, nunca había disfrutado tanto de una sensación.

El volvió a voltear la situación, con una mano tomó los mechones de cabellos de mi nuca y los tiró deliciosamente, mientras con su otra mano la incerto dentro de mi blusa, más allá del brasier y acarició con sus dedos mis pezones, la sensación era deliciosa.

En lo que hacía sus maniobras despegó un segundo sus labios de los míos, acción suficiente para que gimiera lo suficientemente alto su nombre como para que solo el y yo lo escuchasemos.

Volvió al ataque en mis labios, me mordió el labio inferior tan duro que incluso sentí el sabor metálico de la sangre en mi boca, mezclado con el delicioso sabor a menta de su boca, lo que provocó la mayor exitación y deseos hacia él, el chico que con solo respirar me vuelve loca.

Arrimamos aún más nuestros cuerpos, especialmente en la zona de las caderas. Podía sentir claramente su enorme erección tocando mi encharcada zona íntima.

En un acto de autocontrol totalmente doloroso se alejó de mi como si tuviese lepra, cosa que agradecí más tarde porque claramente mi autocontrol había quedado en las afueras de esta habitación.

Mi respiración estaba agitada, mis labios ardían, ya sea por el deseo o por el roce, quizas por la mordida, porque a decir verdad dolía más que nada mi labio inferior, aún sentía el sabor metálico en la boca. Sabía que el rubor me carcomía, posiblemente tuviese el cuello totalmente rojo.

Cristian me miró a la cara, sus verdes ojos con una mirada gatuna, la coloración oscurecida por el deseo, podía ver claramente que el tenía los mismos deseos que yo de s ese más que raya en el borde del peligro pero aún así eso no lo hace menos delicioso, quizas lo haga aún mejor. Sus labios rojos le daban un toque hermoso, su cabello regado mostrando claramente donde mis manos lo poseyeron.

Se acercó lentamente a mi, como cuando un depredador se acerca a su presa, la vigila a ver si esta hace algún movimiento, por mínimo que fuese, a diferencia que está vez la presa no estaba asustada, incluso estaba difusa la línea de personajes ya que debería ser el quien tuviese cuidado... de mi.

Pego su frente a la mía, suspiró cerca de mi rostro con sus ojos cerrados.

-Pitufina, esto no está bien- me dijo, su voz ronca por el deseo, quizas si hablaba la mía se oiría igual.

Me aclare la garganta antes de hablar.

-No, claro que no- abrió los ojos de golpe, con algo de molestia y también pesar.

Me acerqué a su oído.

-Porque después de esto no podrás tocar a nadie más, te acercaras a una chica y desearás que fuese yo, la besaras y sentirás mis labios.- Después de susurrar eso en su oído me fui.

Corrí como una liebre hacia el baño, me mire frente al espejo, de pitufa pasé a tomate, me eche un poco de agua en la cara, era maravilloso el frescor del agua en las zonas de mi cara y cuello.

Tenía algunas telarañas en mi cabello, me las sacudi, cuando llegara a la casa necesitaría con urgencia un buen baño y "descargar" sustancias.

De pensarlo mi rostro enrojecio aún más, como si eso fuese posible.

No sabía con certeza si lo que le dije hace un momento a Cristian era cierto o no, solo sabía dos cosas:

La primera, cada vez me enamoraba más de el, lo que era peligroso.

La segunda, si lo veía con alguien más sería más doloroso incluso que aquella vez.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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