Capítulo V

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Toqué la puerta de la casa y me abrió la señora Holman con una amplia sonrisa.

-Hola Lore, ¿Cómo estás?

-Muy bien señora Holman.- respondí muy educadamente su saludo

Ella me miró con mala cara, ya sabía el por qué.

-Lorena, hemos hablado muchas veces de eso y créeme que si es necesario te llamaré señorita Willers para que dejes las formalidades- eso sería muy bochornoso para mí, forcé una sonrisa colocandome en su lugar- a demás, eso me hace ver vieja.

Emily es una mujer de muy buenos sentimientos y después de la muerte de mi madre siempre ha sido como una mamá para mi, casi nunca está en casa, siempre hace viajes de negocios o trabaja en su empresa pero cada que está aquí se ha portado muy bien conmigo.

Ella me mando a entrar, me senté en la isla de la cocina.

-Cariño, hacia mucho tiempo que no te veía, siempre estoy viajando. Ah, ahora que lo mencionó casi olvido que en media hora llegará un auto a recogerme, tengo que estar en París lo antes posible. ¿Puedes recoger la ropa sucia que está en los cuartos de Cristal y Cristian? Es que tengo que adelantar la comida y ellos tienen una montaña de ropa sucia.

Asentí con la cabeza, no me molesta en lo absoluto hacer la colada, de hecho estoy más que acostumbrada, en mi casa siempre la hago.

Entro al cuarto de Cristal, nunca me acostumbraré a la pared del lado de su cama repleta de páginas de libros con marcadores de colores remarcando sus frases favoritas, marcos con fotos de sus padres, su hermano y ella y algunos libros, una rosa marchita enmarcada en la pared, encima de la mesita café una lámpara de noche de iluminación roja que le da al cuarto un toque un poco tétrico y al lado una rosa negra inmortal rodeada en una cláupsula de cristal en una base de madera. En la pared una mini biblioteca repleta en fabulosos libros. En un cesto rojo y negro roda la ropa sucia perfectamente recogida, tome el cesto y me pare frente a la puerta blanca de al lado, la que debe ser... o mejor dicho, frente al cuarto de Cristian.

Me he encontrado muchas veces frente a esta puerta pero nunca he pasado de aquí.

Sería inútil tocar la puerta ya que no hay nadie adentro ¿o si?¿Y si hay alguna chica desnuda en el interior.

Hay Lorena... coloque mi mano en la manija de la puerta, hexalé todo el aire que se encontraba en mis pulmones y abrí, con los ojos cerrados por si había alguien dentro. Al no oír ningún grito abrí mis ojos y me encuentro un cuarto en total oscuridad.

Encendí la luz y lo que vi me dejo impresionada....

Las paredes son de azul cielo, la cama tiene forma de nube, la cabecera, la parte donde van los pies, las sábanas totalmente blancas, las almohadas, una mesita que si no llego a tocarla nunca hubiese adivinado que era de madera, a simple vista parece una nube. Un globo terráqueo con un botón en la base, cuando lo presioné descubrí que era una lámpara de noche. El techo parecía un cielo con apenas pocas nubes dibujadas. Solo el piso que es de madera al igual que el de Cristal y el closet no tenían la temática.

Me acerqué al closet y lo abrí por absoluta curiosidad, en la puerta hay cientos de fotos pegadas, una de Cristian con mi hermano y yo en el medio de ambos, fotos de nosotros 4 cuando eramos pequeños, fotos mías con Cristal, en todas las fotos estaba yo. Veo dos cajas negras de terciopelo y cuando la tome en mis manos sentí una respiración en mi cuello.

Me quedé paralizada.

Volví a colocar la caja en su sitio y me voltee muy lentamente. Y ahí estaba el. Tenía una mano a cada lado de mi cuerpo y su rostro estaba a centímetros del mío, su respiración chocaba en mi cara.

Me sentí en el cielo... en más de un sentido. Una parte de mi quería salir corriendo, pero otra se quería quedar, quería ver que ocurría en el después.

-Te has metido en la boca del lobo, pitufina- su aliento me rozaba en la cara, un olor a menta rozó mi nariz y fue en ese justo momento cuando me pregunté si sus besos sabrán a menta.

Observé sus labios y fue el peor error que cometí porque el se percató y realizó una media sonrisa.

Ladee un poco mi cabeza antes de pronunciar: -¿Ah si?¿Y qué hará el lobo?¿Comerme?- en mi voz había mucha más seguridad de la que sentía en realidad.

Acercó su boca a mi oído y susurró en el: -No me tientes caperucita.

-Pensé que era Pitufina.- le respondí retante.

-Si no te vas ahora será demasiado tarde y no confío en mis poderes de autocontrol.- dijo liberando su agarre.

Me sentí como una presa cuando el depredador le da una oportunidad de sobrevivir.

Al llegar a la puerta tomo su ropa sucia que estaba tirada en una esquina apilada y la junte con la de mi amiga.

-Pitufina- escucho una voz a mis espaldas- Nunca olvides que soy Gargamel.

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