CAPÍTULO 10

141 14 8
                                    

Al día siguiente todo regresó más o menos a la normalidad, pues Fidd se ofreció a prepararme el desayuno, inlcuso el café. Sabía que era su forma de agradecerme por lo que había sucedido la noche anterior, aunque no me lo merecía.

—¿Quisieras escuchar el proyecto del que te mencioné ayer?

Asintió.

Primero le expliqué que la situación en la que que había metido resumido en: simbiosis de alto grado. Le detallé que había aceptado sólo porque dentro de los benecifios estaba el tener el conocimiento absoluto.

Sabía que iba a ser difícil que no pusiera mala cara, pero fui lo más transparente posible al explicarle cómo era el proceso de ser un sólo individuo.

Para calmarlo un poco, le expliqué el lugar que parecía el universo y todo el provecho que podía sacar por estar ahí. Fue entonces que tomó confianza y conversamos sobre teorías de realidades alternas y dimensionales.

También le comenté acerca de mis condiciones y las condiciones que Bill me había puesto y de ahí aproveché para explicarle la idea de un protector cerebral para que no entrara en mi mente nunca más y así deshacerme de ese fastidioso alienígena.

—Tranquilo, una de mis condiciones fue que se mantuviera lejos de ti, así que nada malo te va a pasar.

Asintió y terminó su almuerzo en silencio, escuchando mis planes e ideas vagas.

El resto del día estuvimos en el laboratorio diseñando los primeros prototipos y, cuando tuvimos el mejor, lo llevamos a un programa de simulación donde, según nuestros cálculos, funcionaba a la perfección.

El sol estaba cayendo, por lo que antes de la cena decidí salir a trotar. Fidd me detuvo en la puerta.

—E-espera —me tocó el hombro, luego dio un paso hacia atrás como si estuviera apenado—. He notado que estás más delgado y tus movimientos en el laboratorio fueron algo torpes y s-supuse que estabas un poco débil, así que toma uno por favor.

Me dio un frasco blanco que contenía píldoras. Antes de leer lo que eran, me explicó que eran suplementos alimenticios para casos extremos. Justo pensé en guardar reposo, pero mentalmente estar encerrado era una tortura.

—¿Y si me acompañas a dar un paseo?

—¿Y-yo?

—Sí, solo daremos una vuelta para despejar nuestras mentes, ¿Sí?

En lo que se cambiaba sus zapatos estilo botines café por unos tenis deportivos que por algún motivo tenía, me tomé la píldora sabor chocolate. Al instante sentí una gran mejora en mi cuerpo y sistema nervioso.

Caminamos por el parque, admirando los árboles y una que otra ardilla corriendo a toda velocidad mientras charlamos sobre viejas anécdotas y proyectos fallidos graciosos.

Tenía demasiado que no me sentía relajado al lado de mi mejor amigo, pues de un tiempo a acá absolutamente todo era trabajo.

Parecíamos de esas parejas con años de matrimonio que están a punto de separarse porque la chispa de amor se perdió por la rutina, el trabajo y el peso de los años.

Suspiré.

Ojalá esta situación terminara rápido para conocer a una chica, sentar cabeza formar una familia. Desgraciadamente la que tenía poco a poco fue desmoronándose... A veces pensaba en mi hermano que, a pesar de que arruinó parte de mi futuro, no me quejo de lo que hago a excepción de Bill.

—¿Estás bien?

Miré a Fidd cruzado de brazos, como si tuviera frío. Regresé mi vista hacia el frente y en efecto, la noche era fresca para él.

Le sugerí regresar a casa. Ya de regreso le compartí mis pensamientos.

—¿Sabes? Me gusta mi vida tal como está —respondió—. Recuerda que mis padres querían un abogado, no un ingeniero y... No creo que consiga una familia, mírame, no soy del gusto de las mujeres, es por eso que me gusta vivir contigo y hacer lo que amo, crear grandes artefactos complejos y la ciencia.

—¿Cómo puedo ayudarte? —respondí.

—Estemos juntos por siempre, Ford, tal como hemos estado haciendo.

Me quedé en silencio un momento.

¿Qué debía responder? Fidd siempre ha sido transparente conmigo y la persona más pura que había conocido, pero no podía dejar mis aspiraciones en la vida por él aunque fuera mi mejor amigo, pero si me planteaba las cosas de esa manera, no quería dejarlo solo.

—Cuando terminemos con esto, salgamos a buscar nuestros caminos, ¿Sí?

—De acuerdo —sonrió.

Al día siguiente, sin previo aviso, simplemente regresé a la mansión de Bill.

—Hola, ¿Me extrañaste? —preguntó a la vez que dejaba su taza de té sobre el plato base.

—La verdad es que no —me crucé de brazos.

—Pues yo sí —chasqueó sus dedos y aparecí al lado de él. Se me abalanzó, acomodando su cabeza en mi cuello—. Hueles a perdedor, vamos a darte un baño.

Volvió a chasquear sus dedos y esta vez aparecimos en el cuarto de baño bastante lujoso, frente a una tina con bastantes diseños dorados.

Lo miré con confusión.

—¿Qué esperas? Quítate la ropa.

.
.
.
.
.
Sorry por la demora, es q traía uñas acrílicas y me daba amsieda escribir así jiji

Por cierto, ¿Les gusta el té o el café?  Yo amo los espressos jiji

¿Puedo poseerte? [BILL x STAN FORD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora