Episodio once: El Arte de la Persuasión

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Después de varias semanas de reposo, Fang junto a Ayato, se habían recuperado finalmente por completo de su enfermedad. Con la energía renovada, Fang decidió tomar las riendas de los preparativos para la próxima celebración en su hogar, en la cual se presentaría formalmente a Ayato ante los socios y familias mas íntimas de la familia Zhu. La ocasión exigía una organización nada menos que perfecta, y Fang, con su característico sentido del deber, - o mas bien de superioridad, pues creía firmemente que nadie en la casa podría organizar una fiesta tan buena como ella - se propuso encargarse personalmente de todos los detalles, desde las decoraciones hasta las invitaciones, pues ella era firme creyente de aquel dicho: "Si quieres algo bien hecho, hazlo tú." Aquella mañana, el maestro Zhu insistió en que Ayato la acompañara, con la excusa de que, siendo su presentación, él también tenía derecho a opinar en algunos aspectos de la fiesta. Aunque Fang no estaba de acuerdo, acepto a regañadientes la compañía del joven peliazulado, sin mucha mas opción, como de costumbre.

El sol apenas había salido un par de horas atrás cuando ambos salieron de la mansión. Fang no toleraba la idea de dejar las tareas para el último momento, es por esto que prácticamente obligo a Ayato madrugar, algo que él aceptó sin muchas quejas, sabiendo que con Fang quejarse no tenia sentido. Tras un desayuno silencioso, donde Fang evitó cualquier conversación con la excusa de que les haría perder tiempo para mantener a Ayato callado, se dirigieron a la puerta de la mansión.

- Bien, padre, ya me voy. Nos vemos luego. - anunció Fang antes de cruzar el umbral. - ¡No olvides preparar la lista de invitados!

- ¡Que les vaya bien! - respondió el maestro Zhu desde el interior de la casa, despidiéndose de ambos.

- Nos vemos, padre. - agregó Ayato imitando a Fang.

- ¡No lo llames así! - le regañó Fang al instante, lanzándole una mirada fulminante. Ayato rió en silencio.

Con paso decidido, Fang salió de la casa, caminando a una velocidad que claramente superaba el ritmo habitual de una persona sin prisa. Ayato, tras ella, creía que esto era un hábito usual en ella, pero lo cierto es que esto solo pasaba cuando se encontraban juntos a solas. Su primera parada fue una florería que, al parecer, Fang frecuentaba con regularidad, ya que la dueña la saludó con familiaridad nada más verla entrar.

- Voy a necesitar unos arreglos para las mesas. - dijo Fang, directa como siempre. - Quiero peonías y, además, que lleven una decoración de un dragón dorado en el centro.

La encargada de la tienda asintió y comenzó a tomar nota rápidamente mientras Fang continuaba con las especificaciones.

- Voy a necesitar unos quince arreglos, - continuó, haciendo una breve pausa para calcular. - si es que mi padre decide invitar solo a sus socios más íntimos. - agregó con un tono de ligera queja.

- Perfecto, -respondió la florista. - si necesita más, solo avíseme.

- Gracias. Los quiero para el viernes, por favor. - concluyó Fang, esbozando una ligera sonrisa antes de añadir los costos a la cuenta de su padre, como era costumbre.

Una vez resuelto el asunto de las flores, Fang y Ayato se dirigieron al teatro, donde Fang tenía la intención de hablar con un reconocido pianista. Fang sabía que no sería fácil conseguir que tocara en la fiesta, pero estaba decidida a conseguirlo a toda costa.

Antes de entrar al teatro, Fang respiró profundamente en un intento de relajarse, aunque Ayato notó la tensión en su postura.

- Voy a lograrlo, cueste lo que cueste. - murmuró Fang para sí misma, pero lo suficientemente alto como para que Ayato lo escuchara.

Al entrar, se encontraron con un bullicio propio del teatro en plena actividad. Actores practicaban sus escenas, otros trabajaban en la utilería y vestuario. Fang entro buscando alguna cara conocida a la que pudiera hablarle y así lo hizo desde lejos pudo divisar a Shun, un talentoso pianista que trabajaba como banda sonora en obras de teatro, pero de vez en cuando se le podía ver en fiestas tocando para invitados de alta alcurnia. Fang no dudo en acercársele:

Mi señorita ;; Kamisato AyatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora