Episodio dieciséis: Copas y Corazones

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La noche avanzaba lentamente para Ayato, quien se encontraba inmerso en una serie de conversaciones interminables y rodeado de desconocidos. Aunque apreciaba profundamente el gesto del maestro Zhu al organizar una recepción tan importante para su introducción en los círculos de negocios de Liyue, el estrés comenzaba a hacer mella en él. Con cada nuevo empresario al que era presentado, sentía el peso de las expectativas sobre sus hombros. Su posición como cabeza del Clan Kamisato requería que demostrara una actitud impecable, aunque la situación le resultara agotadora.

Ayato, a pesar de no ser alguien que disfrutara de la vida social, sabía que era un aspecto necesario si deseaba tener éxito, tanto en Inazuma como en Liyue. Su carisma natural, aunque no era algo que utilizara frecuentemente, lo había ayudado a sobrellevar la velada hasta ahora. Sin embargo, tras horas de conversación superficial, comenzó a notar el cansancio acumulado. Aun así, la vista del salón decorado con tanto esmero y dedicación por parte de Fang le hacía sentir algo de alivio y gratitud. Cada detalle en la fiesta, cada ornamento, le recordaba el esfuerzo que Fang había puesto, y eso aliviaba su cansancio.

Desde su discusión reciente, Ayato había mantenido una distancia prudente con ella. No podía negar que la situación lo había dejado preocupado y confundido, pero pudo concluir que era momento de darle espacio. Y, aunque lo sabía, aquel breve intercambio con Fang antes de que llegaran los demás invitados fue suficiente para reavivar algo dentro de él, ese pequeño momento, lo había dejado con deseos de poder pasar mas tiempo junto a ella, pero por fin había entendido que obligarla a pasar tiempo con él no era lo correcto.

Aprovechando un momento de descanso entre charlas, Ayato pensó en acercarse a Fang y a los demás que se encontraban en su mesa, aun que fuera brevemente. Tenía ganas de saludar a sus amigos, pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, una voz suave y tímida lo detuvo.

- Joven Kamisato, ¿cómo se encuentra? - La voz pertenecía a Mei Ling, quien se había acercado sigilosamente a él.

- De maravilla, ¿y usted? - respondió Ayato con una sonrisa cortés.

- También. Estar aquí hoy es realmente emocionante - dijo Mei Ling con un brillo de emoción en sus ojos. Ayato asintió, pero notó que ella parecía querer decir algo más. Después de unos momentos de silencio incómodo, Mei Ling finalmente habló:

- ¿Recibió mi obsequio? - preguntó, con un leve rubor asomando en sus mejillas.

- Oh, sí, lo recibí. Le agradezco mucho su consideración - dijo Ayato, haciendo una ligera reverencia como muestra de respeto.

- No fue nada. - Mei Ling sonrió, aunque visiblemente avergonzada. - Lo hice porque me comentó que extrañaba comer postres con su hermana en Inazuma.

Ayato no pudo evitar sonreír ante la amabilidad de la joven. Recordaba bien aquella conversación y le sorprendió que Mei Ling la hubiese recordado con tanto detalle.

- Imaginé que sería por eso. Usted es muy atenta, señorita Mei Ling - dijo, halagándola.

El rubor en las mejillas de Mei Ling se intensificó y, con una risa nerviosa, respondió:

- ¡Oh, no fue nada! Simplemente, cuando estaba en la pastelería, recordé lo que mencionó durante nuestra última cena con mi padre.

- De todos modos, se lo agradezco mucho. - Ayato inclinó ligeramente la cabeza, señalando su gratitud con una sonrisa.

Mei Ling, aún algo avergonzada, asintió. Ayato, buscando salir de la conversación de manera cortés, preguntó:

- Por cierto, ¿dónde está su padre? No me parece haberlo visto esta noche.

Mi señorita ;; Kamisato AyatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora