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La verdad ya se había rendido, después de el mes y medio ya solo dejo ser a sus estudiantes/cachorros postizos.

Ya hasta después de clases lo mantenían encerrado en los dormitorios de la institución, junto con ellos. Ya ni su esposo intervenía, es más, hasta con el a veces se sabía quedar a dormir.

Malditos irrespetuosos.

Pero muy en el fondo de su corazón, muy, muy adentro, disfrutaba de esos momentos, los mocosos casi se graduaban y pasarían al segundo año, después al tercero, y de ahí serían héroes profesionales que no tendrán tiempo para estar juntos tan seguido como ahora.

De alguna manera le daba nostalgia y por eso les dejaba ser, siempre y cuando no descuiden sus estudios.

Y ese era uno de los momentos que guardaría, los mocosos estaban a su alrededor mirando “Cruella”. Tenía a Izuku y Katsuki acostados en sus piernas, ya hasta las sentía entumecidas pero le daba tranquilidad, aparte de que alguna manera se alegraba que por fin ese duo se lleven bien.

— ¡Mire profesor Aizawa! ¡Hice unos pastelitos con una receta propia!— dijo feliz Sato, extendiendo la charola para que su profesor tome uno.

No era malo, realmente no, pero el olor a vainilla de repente se le hizo horrible, le dió nauseas y dio un par de arcadas aún con la mano extendida.

Oh lo olvido, en estos meses ya empezaban los síntomas, y se lamenta mucho que sea en ese momento, pobre niño, de seguro pensó que olían horribles.

— Ghm... Quitense—

Tiró a los alumnos de sus piernas para después correr al baño, encerrandose inmediatamente mientras daba arcadas en la taza del baño.

— ¡¿Profesor Aizawa está bien?!— preguntaron preocupados unas voces que se identificaban como Denki y Mineta.

Los demás también comenzaron a preguntar apenas escucharon el sonido de vomito de dentro del baño.

— ¡Ay dios que hacemos!— dijo Uraraka.

— ¿Llamamos a Recovery Girl?— preguntó Mineta, apoyado en la puerta pues se escuchaba un poco preocupante.

— Pero, ¿Esos no son síntomas normales?— pregunto está vez Asui.

— Mejor entremos a darle apoyo.

Dio por terminada la conversación el pecoso mientras tocaba la puerta, esperando alguna respuesta por parte del mayor, y lo único que recibio fue un No.

— Debemos entrar.

— ¿Pero como?

— Hola niños.— saludo el esposo de omega, con una gran sonrisa.

— Ahí está el como.

Osea, ni siquiera recibió un hola y ya lo tenían enfrente de la puerta del baño, ¿Para que querían que fuera al baño?

— ¡Blgg!— oh, bueno siquiera sabía dónde estaba su amor.

— ¡Shōta! ¡Shōta! ¡Abreme por favor!— dijo el rubio alarmado.

— El profesor Aizawa ha estado vomitando desde que olió mis pastelillos— hablo Sato un poco desanimado.

— ¡De seguro estaban buenos!— grito desde adentro el azabache, sintiendo por fin que había acabado.

Lo siguiente que escucharon fue como el agua fue mandada y lo que suponían era el Omega limpiándose.

— Lo lamento joven Sato, de seguro fueron las náuseas del embarazo— se disculpó Aizawa mientras se apoyaba en su esposo, sintiéndose débil. — Solo quiero dormir— Hablo finalmente abrazándose del cuerpo de su alfa, esperando que lo cargue.

— Debe estar con fátiga también.— hablo Momo mientras creaba una manta para cubrir a su profesor, que de alguna manera se había quedado dormido parado.

— Déjenlo descansar niños.

Yagi podría estar ahora en su forma delgada, pero aún así era lo suficientemente fuerte como para cargar el cuerpo de su esposo, era lo mínimo que podía hacer.

— Ustedes también deberían ir a descansar.

Finalmente se retiró, con Aizawa en brazos.

Ahora que habían empezado los síntomas tenía que estar más alerta, y apoyar en lo que pudiera a su pareja.

Serían meses algo pesados.

¡Bebé a bordo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora