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— Dónde estará Mizu— fingió demencia.

La niña de ya cinco años se encontraba escondía detrás de unos sillones, riéndose un poco, siendo callada por su padre en señal de que los descubrirían.

— Que pena, y yo que planeaba que me ayudara a hacer galletas— fingió decir rendido el azabache, mientras salía de la sala.

Ante eso la niña paro de reír, e inmediatamente jalo la mano de su padre para salir de su escondite.

— ¡Yo quiero hacer galletas con mami!— al pobre hombre lo jalaba como si nada.

A veces a Toshinori le daba miedo pensar que su hija adquiriría algún don de fuerza, sería todo un terremoto.

— ¡Mami mami! ¡Yo quiero hacer galletas contigo!— se quejó en un puchero su cachorra, jalando un poco el pantalón de su madre.

— Con que ahí estabas pequeña traviesa— el azabache la cargo, dándole un par de besos en sus regordetas mejillas.

Solo en momentos como esos, donde se encontraban en la seguridad de su casa era que se permitía ser así de cariñoso, besando e impregnando con su aroma a su hija.

— Apenas escucho galletas casi se cae por levantarse tan rápido— mencionó divertido el alfa, acercándose a su pareja y a su hija, abrazándolos a los dos.

Mizu disfrutaba mucho cuando sus padres estaban juntos, el como demostraban que se querían y la llenaban de sus feromonas, era un calmante inmediato.

Cuando su mamá estaba con la tía Nemuri no se sentía igual, el aroma de la mujer se le hacía demasiado empalagoso.

Y cuando su padre estaba con Endeavor le daba mucho miedo, porque sus feromonas eran demasiado agrias y al acecho.

Por eso disfrutaba estar con sus padres, eran un equilibrio, que en todo decía “hogar”, su pequeña familia feliz, no necesitaba nada más en el mundo.

O bueno fue lo que pensó cuando veía como todos los de su clase adquirían un don, y ella nada.

Ella quería ser una heroína como su padre, había visto muchos comics y series que hicieron sobre él, del gran ex- símbolo de la paz.

También le inspiraba su madre, que a pesar de no ser ahora un héroe de tiempo completo, solo ocasional, le causaba fascinación su don, el como con solo una mirada podía anular cualquier quirk.

Ella quería ser tan genial como sus padres, tener un don increíble como ellos.

Por eso se ponía casa vez más ansiosa por el como poco a poco su clase se llenaba de niños con quirks, y apenas eran ella y dos compañeros más los que aún no presentan indicios de tener algún poder.

— No te desanimes princesa, tampoco es malo no tener ningún don— intentaba animar la madre de la niña.

Su marido no había tenido don hasta que le heredaron el one for all, y eso no tenía nada de malo, el pupilo de él tampoco había tenido un don hasta que se lo pasaron. No veía la necesidad de uno.

— ¡Pero yo quiero ser una heroína! Así como papá y tú— se quejo la infanta.

— Verás que todo llega a su tiempo amor— intentaba seguir razonando con su hija.

— Mi amor, yo no tenía don— se metió el padre de la niña, sentándose al lado de ella.

— ¡Pero eras el mejor de los héroes!— seguía reclamando la niña.

— Puede ser, pero yo nací sin un don. No fue hasta que conocí a Nana que ella me entreno para poder pasarme el one for all, de ahí yo también era un mukosei— relataba el mayor.— Izuku tampoco tenía un don hasta que yo lo entrene para pasárselo— continúo.— No le veo nada de malo.

Eso le cayó como un balde de agua fría a la menor, eso era algo que no sabía, y de alguna manera, logro tranquilizarla.

Su padre había logrado ser un gran héroe, a pesar de haber nacido sin don, y su padrino igual. Así que con eso en mente, ya no le dió vueltas al asunto, sería paciente y esperaría lo que le tocase, aparte que también quería saber cuál sería su casta en un futuro.

Un futuro muy pronto, porque el 8 de noviembre, el día de su cumpleaños y el de su madre, fue que todo se supo.

La niña había gritando tan fuerte que de seguro y se había escuchado en toda la cuadra, por lo que sus padres, preocupados, habían ido a acudir la.

Lo que vieron los dejo helados de la impresión.

Su bebé, la niña de sus ojos, su cachorra, tenía serpientes que nacían de su cabeza, y unos cuantos mechones de cabellos dorados esparcidos por ahí.

La niña se había asustado tanto por las serpientes y por qué apenas se despertó, el señor Izuku (como se llamaba su conejo de peluche) se había convertido en piedra apenas lo vió.

Su madre no tardó en actuar, activando inmediatamente su quirk, para que la niña no convierta nada más en piedra por accidente.

— Cariño necesito que te calmes, para poder analizar la situación— se acercó su padre, sabiendo que era seguro pues su omega usaba su don para anular el de la niña.— Cálmate mi pequeña, calma— y la abrazo, sobando su espalda, escuchado los hipidos que salían de los labios de su hija.

— Pensé... Pensé que me estaban atacando serpientes— mencionaba asustada la niña— Y luego me di cuenta que eran mías— está vez se desarmo en los brazos de su progenitor, llorando a cántaros.

Se sentía horrible, no solo por al inicio despreciar su propio don, sino también por haber hecho de piedra a su peluche favorito.

Estaba aterrorizada, si su madre no hubiera actuado rápido...

No, tenía miedo siquiera solo de pensarlo.

— Calma mi niña, no hay de que preocuparse, porque, estamos aquí— esa frase ahora la decía incluso con más sentimiento, pues transmitía esa seguridad a su cachorra.

Porque no importaba que, ni que circunstancias se interpongan, ellos estarían como el apoyo de su fruto de amor, sin importar qué, estarían para su bebé.

Después de que la Yagi más joven se calmara, sintió como los brazos de su madre se unían a ella.

Nuevamente era bañada con sus aromas, haciendo que esté en paz, calmada, y en su zona de confort.

Amaba a sus padres, y nadie podría hacerla sentir lo contrario. Eran sus héroes; de ella exclusivamente, por lo que cuando sea grande, también quería ser una heroína al igual que ellos.

Para borrar lágrimas y pintar sonrisas.

Porque así lo decidió.

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Quería hablar un poco sobre un usuario/a qué se llama rominareyes836.

Me puse a cuestionar como quería continuar la historia, es que como estoy con los apagónes de luz aproveche para adelantar un capítulo, y justo ví su comentario cuando ya estaba por publicarlo, pero con todo quisiera saber la opinión de la gente porque tenía planeado algo un poco diferente a lo que se me propuso.

Con todo espero que disfruten mi granito de arena al Erasermight.

Vivía los viejos gays.

Pastel de magnolia se despide.

¡Bebé a bordo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora