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No creyeron que sería tan difícil criar a una niña, especialmente con el tiempo que hablan apartado especialmente para ella.

Pero desde que presento su don todo era un poco más desastroso.

- Mizu, quieta- le regañaba a la joven alfa, pues no dejaba de moverse en su asiento.

- Pero no quiero- usaba su tono de reproche mientras movía sus pies y saltaba un poco en la silla, moviendola en el proceso.

Desde que presento su don, su madre tenía que estar atenta a ella, pues no quería que convirtiera en piedra algo por accidente.

Y para la niña fue mejor pues aparte de que presentó finalmente su don, su subgénero también descubrió, siendo un alfa al igual que su padre.

- Todo es tu culpa Toshinori- hablaba resentido el omega, el día que su niña presento su subgénero.

- Creo que ya se te ha hecho costumbre decirme eso- suspiró cansado el antiguo héroe.

Shōta amaba a su cachorra, pero tenía que ser la mano dura si no se comportaba porque su esposo era demasiado blando con ella.

- Mizu Yagi, quédate quieta- habló está vez más molesto, mirándolo con sus ojos color sangre cuando activaba su quirk.

Ante eso la niña se calmó, le daba miedo cuando su madre la miraba así, se sentía desprotegida, aparte que sus serpientes caían como si estuviesen muertas, y eso no le gustaba.

- Ven, ahora tengo que acomodarte el cabello- dijo ahora más neutral, tomando a su niña por la cintura para sentarla en su regazo.

Apenas dejo de utilizar su don las serpientes se movían de un lado al otro, era difícil peinarias y sobre todo intentar ser cuidadoso para que Mizu no sintiera dolor.

Cuando finalmente logro hacerle un moño un poco mal hecho, dos de las serpientes quedaron afuera, tocando lo que estuviera a su alcance, pero solo bastaba encontrar la mano de la madre de su dueña para calmarse.

- Sigo sin entender como obtuviste este don- tocó a las dos serpientes, dejando que se froten contra su mano en busca de calor.

- Pero es muy genial- habló la pequeña alfa.

Ante eso el omega dió un suspiro divertido, si, eran bonitas, especialmente por qué eran doradas al igual que el cabello que antes tenía su niña.

- Ya me han dado los resultados- habló de pronto una voz.

El dueño de esta era el doctor que había revisado a la menor, era un chequeo general pero normalmente también de sus dones.

- El cuerpo de Mizu está en perfectas condiciones, es una niña muy fuerte, así que hice los exámenes sobre su don y descubrimos que las serpientes que tiene en la cabeza tienen conciencia propia, pero entienden y escuchan lo mismo que Mizu, mire- el doctor se levantó, acercándose a la pequeña con una paleta.- Te la daré por qué te has portado muy bien pequeña- ante esto los ojos de Mizu brillaron con alegría, sin embargo su cara fue cubierta por sus serpientes, que había logrado romper el moño y acercarse a ver lo que extendía el doctor en su mano.- Las serpientes actúan por como se siente Mizu, si ella estuviera en peligro, ellas lo demostrarían, aparte sigue teniendo un poco de pelo en zonas escondidas, por ejemplo aquí- aparto con cuidado unas cuantas serpientes, demostrando que aún había mechones de cabello de la menor- eso se quedara asi, las serpientes podrían crecer hasta cierto punto. Es importante decirle que no las corte, aún no estamos seguros si se regeneren o no, pero tampoco sería ético ponerlo a prueba- finalizó el doctor, acomodándose nuevamente en su asiento.

-¿Qué hay sobre sus ojos?- preguntó el omega, hablando por primera vez mientras veía de reojo a su niña, que jugaba con una de sus serpientes.

- Le recomendaría que tuviera cuidado, ya que cualquier emoción fuerte hará que lo active por instinto, aún no sabe controlar su don ya que es reciente, por lo que es mejor mantenerla vigilada, tiene suerte de que usted pueda anularlo si es necesario- dicho esto, el doctor le dió una pequeña lista con vitaminas para la niña.- Si la va inscribir a alguna escuela, recomiendo ponerle gafas negras, hasta que domine su don.

¡Bebé a bordo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora