¡Bebé a bordo!

Final.

— Aizawa— antes de que pudiera siquiera formular la pregunta el menor ya lo había interrumpido.

— No— respondió cortante.

Bien, con esa iban 39 veces.

Pero aún así el alfa era terco, no se rendiría con ese omega.

— ¿Enserio te sigue gustando Aizawa?— pregunto el rubio canario.

— Si.

— ¿El mismo que siempre te ignora?

— Si.

— ¿El chiquito que siempre te manda a la mierda?

— ¡Que si!— hablo ya hastiado el héroe.

— Eres masoquista, dude.

— Solo quisiera que por lo menos me acepte una cita— una aura triste rodeaba al normalmente, sonriente hombre.

No entendía porque, por más que lo intentará siempre era rechazado por el menor.

Lo cortaba de forma tan seca y fría que hacía estrujarse su corazón y romperlo en pedazos.

Pero lo amaba demasiado como para dejarlo ir así de fácil, por lo que no se rendiría hasta obtener un sí.

— Bueno, te puedo ayudar en eso, my bro— el beta se colgó del cuello del mayor, para poder susurrarle sin que los chismosos escuchen.— La mejor manera es la presión social.

— ¡No voy a hacer eso!— el alfa estaba horrorizado, jamás haría pasar por algo así al omega.— Estás loco Yamada.

— Ay entonces jodete y ve quien te ayuda— hablo resentido, pero aún así intentaría convencer a su mejor amigo de aceptarle la salida del alfa que literalmente babeaba por él.

— ¡No te vayas! ¡Mic!— y lo persiguió.

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— ¿Por qué no le aceptas la salida al gran All Might? Es el alfa perfecto para ti— mencionó juzgadora la mujer, tomando un poco de su café.

— Nemuri, ya te lo dije, no me interesa— mintió descaradamnete.

— Shōta, mírame a los ojos y dime que ese hombre no te hace sentir nada— la omega sabía muy bien que su amigo odiaba el contacto visual, se le hacía difícil mentir.

El azabache chasqueó la lengua con molestia, atinando solo a tomar un poco de su café.

— El pobre siempre está triste por tu culpa, siempre que va a verte está con un aura feliz y después de eso parece que le atropello un camión, dos veces— intentó hacerlo razonar, ambos se querían, no había razón en seguir rechazandolo.

Pero el omega no quería, tenía miedo, de que después el alfa se de cuenta que no es la gran cosa, y lo deje con el corazón roto, tenía miedo de caer enamorado de él tan profundamente que si lo dejaba, nunca más se recuperaría.

— Tengo... Tengo miedo— susurró, pero aún así Kayama lo escucho.

— Cariño es normal, pero si no te arriesgas te irá peor, mira— y dejo su taza de café encima del plato respectivo, para después mirarlo fijamente.— ¿Recuerdas que te pedí ese sostén color rojo que me encantó de la tienda de Zara?— eso le saco de onda al omega, pero solo asintió recordando aquello.— Cuando me lo regalaste estaba feliz, y dije que era tan bonito que me daba pena usarlo, pero después de un año por fin quise siquiera probarlo, y adivina que— rió para si misma, recordando aquello.— Ya no me daba, me gusto tanto pero jamás lo aproveche, en algún momento,  y ya no sirvio. Yo creo que así es el amor— explico lo último en un tono más disque poético.— Debes tomar las oportunidades que se te presenten, arriesgarte, te lo digo como amiga.