The Hymn To Love.

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El himno al amor.

Era miércoles, dos días después de aquel terrible lunes y con cada segundo, minuto y hora que pasaba, la miseria se volvía más insoportable.

La culpa y tortura mental que cargaban era grotescamente enfermiza. Los ojos que antes los llenaban de emoción, ahora los quemaban con cada mirada. Las sonrisas se desvanecían, volviéndose cada vez más débiles, mientras sus miradas se tornaban más cansadas. Ambos sabían que, sin quererlo, estaban matando lentamente a la persona que amaban, de una manera silenciosa y cruel... y, aun así, seguían esforzándose para mostrarse la mejor cara que podían el uno al otro.

Aunque en esos momentos, Dipper no estaba fingiendo, no, su sonrisa era genuina mientras observaba desde la puerta como su tío le entregaba al rubio el resultado de los ejercicios de esa clase de Matemáticas, los ojos ambarinos de su novio se iluminaron al ver su calificación y Ford le dedicó una sonrisa orgullosa y amable, a lo que Bill respondió con un agradecimiento apresurado antes de salir emocionado del aula.

Con la nota en la mano, se acercó hasta el castaño, quien lo esperaba con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Mira! ¡Mira! —exclamó con emoción, presumiendo sus resultados con orgullo, no eran perfectos, pero había una clara mejora y ambos Pines estaban orgullosos de eso—, ¿lo puedes creer? ¡Lo entendí por mi cuenta! ¡Y con todo y el procedimiento!

El rubio abrazó a su novio con la ilusión pintada en su rostro, mientras Dipper soltaba pequeñas risas abrazándolo de vuelta, olvidando por unos instantes todo lo que les atormentaba, el castaño no paraba de felicitar a su novio y decirle lo orgulloso que estaba de él. Y desde la distancia pudo ver a su tío guiñarle un ojo mientras calificaba a los demás estudiantes para que pudieran retirarse.

Xólotl se les había unido unos segundos en la celebración, bastante feliz por su amigo, alejándose ligeramente de la puerta para poder permitir a los demás estudiantes salir, pero sin irse del lugar.

—Wow, buen trabajo Dipper —le había dicho el chico de cabello oscuro con una sonrisa—, hiciste lo que yo no logré en años, reparaste a Bill.

El castaño soltó una pequeña risa ante el comentario del chico, mientras el de ojos ambarinos rodaba los ojos.

—Lo sé —respondió orgulloso antes de tomar la mano de su novio con una sonrisa—. ¿Lo puedes creer?

—¡Hey! —se quejó Bill—, yo soy el que hizo todo el trabajo, no puedes robarte mi crédito, yo soy el que sacó una buena nota, ¿okay?

—Sí, pero ¿quién le dijo a Ford que tenías TDAH? ¿Dipper o tú? —se burló Xólotl.

El mencionado volvió a reír mientras el rubio se quejaba.

—¿Desde cuándo te ríes de los chistes de Xólotl? —le reclamó su novio, fingiendo estar ofendido, pero con una pequeña sonrisa.

—Desde qué dice la verdad —replicó con diversión.

—¿Qué tan bajo has caído que le das la razón a Xólotl, Pines? —se quejó y Dipper rodó los ojos esta vez con una pequeña sonrisa.

—¡Epa! Déjame disfrutar de haber hecho reír a Dipper aunque sea unos minutos, gracias —se metió el de nombre azteca—. Creo que me lo merezco.

Bill soltó una pequeña risa, soltando la mano de su novio para pasar su brazo por los hombros del castaño. Era bueno poder bromear de nuevo con el chico, ambos estaban agradecidos de la reciente comodidad entre ellos, disfrutando de la nueva y breve paz que esas bromas y risas traían.

The Mindscape. [Billdip]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora