Capítulo Once

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Fluke no podía haberle dicho nada que le hiciera más daño.

Ohm lo miró. Se sentía como si se hubiera caído desde una elevada altura y hubiera aterrizado sobre la espalda. Estaba sin aliento.

Esa vez, lo que sentía no era la inestabilidad habitual que le
provocaba la presencia de Fluke.
Lo que sentía era una herida mortal, un cataclismo en su interior.

Quiso abrazarlo, arrodillarse ante él, ponerle las manos en aquel vientre que tan bien conocía, pero en el que no había percibido cambio alguno.

Quiso dejarle claro que no tenía intención de ser como su padre.

Pero no hizo nada de eso.

¿Acaso no iba encaminado a ser exactamente igual que su progenitor?

Ya no podía fingir que su padre había sido una víctima inocente. No podía fingir que no se había pasado buena parte de su vida adulta reprimiendo los recuerdos que había decidido que no podían ayudarlo.

Su padre había sido frío y distante, violento en los peores días. Y estaba muerto.

Cuando estaba con otras personas inspiraba admiración y temor y
parecía el rey y el padre que debería haber sido, pero eso no duraba.
Ohm aprendió a esconderse. El internado lo vivió como una huida. Y dejó de tener esperanza. Al terminar los estudios, se dedicó a prepararse para ser rey y cumplir con su deber de forma ejemplar.

Se convirtió en el hombre que había deseado que fuera su padre.
Quería convertirse en lo que fuera para dejar de ser un niño
aterrorizado, una víctima.

Porque si él lo era, era más que probable que su madre también lo
fuera.

Su madre, que se había quedado, que no se había escondido ni huido.

Y que no había explicado lo que verdaderamente ocurría.

Al principio, Ohm pensó que no lo había hecho a modo de desafío, pero ahora creía que había sido por dignidad.

Y después de esa noche tendría que enfrentarse al hecho de que, aunque a su padre lo había conocido muy bien, a su madre no la conocía en absoluto.
Vio que Fluke esperaba observándolo con atención, como si supiera lo que estaba sintiendo, debido a lo que le acababa de anunciar.

Y él supuso que probablemente lo supiera.

Era su rey consorte y su esposo.

E iba a ser el padre de su hijo.

Del hijo al que él había dicho que trataría como lo habían tratado.

Pero esa noche había recordado al niño asustado que solo quería estar
con su madre.

Ohm volvió sobre sus pasos. Era consciente de que, sin poder evitarlo, se tambaleaba como si estuviera borracho.

—Fluke, creo que no entiendes...

Fluke avanzó hacia él como si estuviera seguro de que no lo rechazaría.

Como si no lo hubiera estado manteniendo a distancia desde el
principio.

Pensó en lo que le había dicho: que se habían mirado en el jardín de la Provenza y que todo había cambiado.
Ellos habían cambiado, pero no había un lugar donde colocar algo tan abrumador, tan salvaje y tan intenso.

—Tenía que mantenerte en tu sitio.

No supo cómo había podido pronunciar esas palabras, pues sentía
una enorme opresión en el pecho y la garganta. Y se dio cuenta de lo
inadecuadas que parecían.

Pasión  sin amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora