༒︎
Francia - Toulouse
𝐄𝐋𝐈𝐀
El jet se detiene; ya estamos aterrizando. Tomo mi cartera y salgo para bajarme. Slavik baja primero las pequeñas escaleras. Llega abajo y me tiende su mano, lo cual aceptó bajando con cuidado.
Él ha estado pendiente de mí en todo el vuelo. Se encarga de mi comida a cada hora, y a este punto creeré que le gusta que engorde. Si lo hago no me interesa. Pero me tiene que gustar a mí, de lo contrario que se jodan a los que les molesta.
Unas cuantas camionetas esperan por mí y el ruso. Todos los guardias nos rodean, mientras nosotros caminamos con la cabeza en alto hasta que llegó a Bianca que me ve sonriente... Hace una leve inclinación, para después mirar mal al ruso.
—Qué gusto verte, amiga —se me acerca, aplastandome en un abrazo, y le correspondo—. Estás bellísima, Lia.
— Tenías que haber venido con nosotras, Bianca —le reclama Lexie.
Le respondí con una sonrisa cerrada. Ella abre la puerta de la camioneta para mí. Pero me detengo para mirar a Slavik.
—Necesitó estar a solas —dijé mirándolo fijo; él tiene su gesto serio; noto como aprieta su mandíbula. — Sé que te la vas a arreglar para encontrar en punto de la reunión, Slavik.
Él elevó ambas cejas como si hubiera dicho algo imposible. Cuando nada es imposible para él. Así como me encontró en el Caribe, seguro le tomará dos segundos encontrarme a unos kilómetros de distancia.
—Tengo algo importante que hacer —me despedí con un beso en su mejilla—. Si quieres cuidarme, me encontrarás.
Subo a la camioneta dejándolo atrás, Atlas me sigue mirando mal al ruso. Bianca acelera y las demás camionetas nos siguen detrás.
Desde el retrovisor veo como se queda viendo y luego lo pierdo de mi vista.El dolor en mi cabeza se incrementa y mis mareos son más fuertes, al igual que el dolor en mi espalda. Lo he sentido desde que subimos al jet, en el cual vomité tres veces y creo que me dio algo.
Los vómitos, mareos y dolores de cabeza no son normales, así como el crecimiento de mis senos, al cual Slavik dice que le encanta. Está obsesionado con ellas.
A Bianca le lleva cinco minutos llegar a la mansión. El clima aquí en Toulouse es cálido y caluroso.
La reja del portón se abre recibiendonos y nos adentramos. Detrás de la ventana noto las flores de adornos alrededor de la mansión que florecieron. Algunas son lirios, rosas rosadas, flores amarillas y demás.Eso me intriga cómo pueden florecer flores en la oscuridad de esta mansión. Desde hace tres años que no veo a una flor florecer.
Son hermosas; a mamá le encantaba cuidar de ellas, regarlas cada mañana. Tomar su té de esencias florales y sentarse junto a ellas.
Simplemente, mamá era única; no merecía morir tan joven... A los cuarenta y cinco. Pero llegó al punto de marchitarse sin querer florecer nunca más.
— Hermana —Lexie me remueve sacándome de mi pensamiento, me sonríe—. Noto que el vuelo te ha hecho sentir mal.
—Estoy bien —mentí, mirando a otro punto que no sea ella.
Justo ahora me recuerda a ella.
Por más que quiera odiarla, no puedo, porque era mi madre y no puedo hacerlo. Pero eso no significa que vaya a olvidar lo que no pudo hacer.
Jamás haría algo así con mis hijos. Si llego a tener.
—Llegamos, señoritas —avisa Bianca en un tono divertido.
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𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 © ✔︎ [en CORRECCIONES]
Romance✞︎ 𝐄𝐥𝐥𝐚, 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐀́𝐧𝐠𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐬 𝐚𝐫𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐈𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 ✞︎ ✞︎ 𝐄𝐥, 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐦𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐬𝐨𝐥 ✞︎ Eʟɪᴀ Dʟᴀᴄʀᴏɪx 𖤍 Una mujer se...