Capitulo 51 ✞︎Aᴄᴇᴘᴛᴏ✞︎

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༒︎

𝐄𝐋𝐈𝐀

Cuando salimos del cementerio, fuimos directo a la mansión porque teníamos que dejar todo en orden.

Slavik maneja con tranquilidad, con nuestras manos entrelazadas. Me pierdo en su rostro hermoso. ¿Me merezco esto? Por supuesto, estoy segura que merezco lo mejor. Porque no estoy dispuesta a sufrir más.

Los sentimientos que me confesó ayer todavía están clavados en mi corazón. Dudo mucho que pueda extraerlo de él. Todo de mí se movió, como si hubiera chocado con una tormenta con miles de emociones.

Se enamoró de mí. Eso es algo increíble, un sentimiento que pensé que nadie tendría por mí. Que solo sería pasajero, como todos lo quisieron hacer conmigo. Pero jamás lo permití hasta que llegó este hombre sexy, pegajoso, celoso y posesivo.

No lo culpo porque yo puedo ser el mismo si nos reflejamos en un espejo. Es mío y yo soy suya. Lo tengo enterrado en mi corazón que se desboca cada segundo que él me llama "mi amor", "persik" y "printsesa".

Él se enamora de mis demonios y yo de su oscuridad; somos el infierno perfecto. En el cual estoy dispuesta a seguir adentrándome.

—¿Qué haces mirándome?— En sus labios se encorvan esa sonrisa enloquecedora cuando se muestran sus hoyuelos.

—Eres muy hermoso —dije con mi rostro caliente, probablemente esté más rojo que un tomate.

—Tú eres más hermosa que yo, Elia —me sonríe. Pero vuelve a ver la carretera. — La mujer más hermosa para mí, aunque eso nadie puede negarlo.

—No mientas. En Japón hay muchas mujeres bonitas.

—No me interesan las japonesas.

—Entonces de qué país te interesan —mi voz suena sería— de Grecia? O ¿China y Corea? Ellas tienen la piel tan suave y lisa que parecen de porcelana.

— Amor.

—Las de la India también son hermosas, así como las colombianas y las cubanas —me crucé de brazos, viéndolo indignada. — Ni decir las de Brasil y las argentinas. Todas son hermosas; por supuesto, sé que soy bellísima. Pero...

—Ya, Printsessa, para mí tú eres la más preciosa.

—A veces se me revuelve el estómago —él se voltea a verme rápidamente, provocando que me ría — Eres demasiado dulce y me empalagas.

—No me importa, eres mi única diosa persik —acaricia mi muslo izquierdo y me roba un beso—. Soy enpalagoso solo contigo.

Sus palabras y acciones me dejan anonadada, con el corazón latiendo a millones por horas. No sé si es por el embarazo o simplemente es lo que Slavik provoca en mí. De una forma, logró colarse en lo profundo de mi corazón, tomándole cariño mucho más rápido de lo que llegué a pensar. De hecho ni siquiera lo pensé.

Unas ganas de llorar. La nostalgia hace que mis ojos se empapen de lágrimas...
Es como si pequeñas mariposas revoloteaban dentro de mí, llenándome de una mezcla de anticipación y alegría.

Estar cerca de él me hace sentir segura y protegida. Su presencia es reconfortante, como un abrazo cálido que me envuelve y me hace sentir que todo estará bien. La felicidad que parece irradiar desde mi corazón. Es una alegría que no necesita palabras, solo su presencia.

—Printsessa, no llores —con su mano derecha tocó mis mejillas. Puedo notar que Slavik se detiene a un lado de la carretera para prestarme atención. — ¿Qué pasa? ¿Hice algo malo?

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 © ✔︎ [en CORRECCIONES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora