Oficial buenote

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Buck

Ay. En serio, tengo que aprender a decir que no, pero es totalmente imposible. Esos tres pequeños monstruos sacaron sus labios inferiores y parpadearon sus ojos inocentes, y caí más rápido que un hombre gordo en un buffet. Sin ofender a los hombres gordos. Son bastante abrazables. Estoy bastante seguro de que dormir en la casa del árbol ha sido idea de los niños, incluso aunque enviaron a Gen a preguntarme. Con una niña así de dulce, ellos sabían que iba a ser incapaz de resistirme. Tengo que encontrar algún otro mecanismo de defensa para el futuro.

No quiero abrir los ojos, pero esos estúpidos pájaros cantando alegremente están haciendo imposible que me vuelva a dormir. —Estúpidos pájaros— gruño. Siento que algo se mueve junto a mí. Lentamente, muevo mi mano hacia abajo y siento un pequeño cuerpo cálido. Es demasiado pequeño para ser Oli o Chris, así que tiene que ser Genevieve. Mi toque provoca que se acurruque más hacia mí.

El sonido de la puerta trasera abriéndose y cerrándose me fuerza a abrir los ojos. —Buenos días, Buck— susurra a Chris mientras entra a la casa del árbol. Sonrío en respuesta. Oli está tumbado junto a él, todavía durmiendo pacíficamente.

—Hola, Bello Durmiente— dice Eddie. Está sosteniendo una bandeja con panecillos, dos cafés y unas cuantas cajas de jugo. Noto que él está totalmente vestido para trabajar.

—Será mejor que estés hablando de alguno de los niños— respondí, desorientado. Las mañanas y yo no somos los mejores amigos. Me obliga a mí mismo a sentarme, reacomodando a una todavía adormilada Gen, para que así ella descanse su cabeza en mi regazo.

—No. Lo siento— replica. —Chris es el único despierto. Dudo que aprecie que lo llame de esa manera— sonríe. Me pasa un café. —Tengo que ir a trabajar pronto. Dejaré algo de dinero en caso de que necesites comprarle algo a los niños—

Sacudo mi cabeza, tomando un trago del café. —Si les compromete algo, será porque quiera hacerlo. No tienes que pagar por ello.—

Él pica con una pajilla uno de los jugos antes de dárselo a Christopher. —Tienes que dejarme hacer algo. No puedo dejarte a mis hijos sin pagarte algo a cambio.—

—Puedes ayudar a Oli con su práctica de fútbol— ofrezco. Tomo uno de los panecillos calientes y lo agito en frente de la nariz de Oli. Él tararea y abre los ojos.

—Trato hecho— dijo Eddie. —Pero tengo que comprarle algo también. Es lo justo—

Oli se sienta y gruñe, estirando sus brazos con un panecillo en su mano. —Chico, qué noche— dice.

—Está bien— acepto. —Por cierto, gracias por el desayuno.—

—De nada— sonríe antes de sentarse a mordisquear su panecillo.

Chris gatea hacia mí y golpea levemente a su hermanita en la nariz. —Gen— canturrea quedito.

—Shh— susurra ella. — estoy dormida—

—Me voy a comer tu panecillo— le advierte el juguetón.

—No— se queja, pero con una sonrisa en el rostro.

—Entonces será mejor que te levantes— responde sonriendo. Es un buen hermano mayor. Gen suspira y abre sus ojos.

Los cinco desayunamos juntos antes de que los niños entren a ver caricaturas. Eddie me ayuda a traer todas las almohadas y sábanas hacia adentro. —Será mejor que me vaya. Entre más pronto me vaya, más pronto podre regresar— me dice, tomando sus llaves. Lo sigo hasta la puerta para verlo irse. —Y añadiré algo más a nuestro trato.— Frunzo el ceño. ¿Qué más podría querer? —Una vez a la semana los niños se quedarán con mis padres. Eso significa que tú y yo estaremos atrapados saliendo uno con el otro.—

Evan Buckley: SecuestradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora