El destino de la luna rota

Capítulo 2: Revelaciones Dolorosas

La mansión Blood Moon se alzaba imponente ante ellos, un testimonio del poder y la influencia de la familia de Kamala. Mientras se acercaban, la tensión en el aire era palpable.

Zafiro, la madre de Kamala, fue la primera en recibirlos. Su rostro, una mezcla de sorpresa y alivio, se iluminó al ver a su hija rodeada por tres hombres que claramente emanaban un aura protectora.

"Kamala, cariño, ¿estás bien?" preguntó, acercándose rápidamente.

Kamala asintió, pero el gesto fue interrumpido por una mueca de dolor que no pasó desapercibida para sus compañeros.

Lion dio un paso adelante. "Señora Blood Moon, soy Lion Blue Moon. Mis hermanos y yo somos los compañeros destinados de su hija."

Zafiro los miró con asombro. "¿Los tres? Por la luna... esto es... inesperado."

Killian, siempre el diplomático, intervino. "Entendemos que esto puede ser sorprendente. Nos gustaría hablar con usted y el Alfa David, si es posible."

Zafiro asintió, guiándolos al interior de la mansión. Kamala permaneció en silencio, su mente un torbellino de emociones y recuerdos.

En el despacho del Alfa David, la atmósfera se volvió densa. David los recibió con una mirada penetrante, evaluando a los hombres que reclamaban ser los compañeros de su hija.

"Así que ustedes son los famosos trillizos Blue Moon", comenzó David. "Su reputación los precede."

Lessandro, usualmente juguetón, adoptó una postura seria. "Alfa David, entendemos que esta situación es... compleja. Pero debe saber que nuestra devoción por Kamala es absoluta."

David los observó por un largo momento antes de hablar. "Antes de que puedan reclamar a mi hija como suya, deben entender su pasado. Lo que ha sufrido."

Los siguientes minutos fueron una tortura para los trillizos. David, con voz entrecortada por momentos, relató el horror que Kamala había vivido. El secuestro, las torturas, los meses de agonía.

Killian apretaba los puños con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos. Lion mantenía una fachada de calma, pero sus ojos brillaban con una furia asesina. Lessandro, por su parte, dejó escapar un gruñido animal que hizo temblar las ventanas.

"Nuestra Kamala sobrevivió donde otros habrían perecido", continuó David. "Pero el precio fue alto. Su cuerpo quedó destrozado, su espíritu casi roto."

Zafiro, con lágrimas en los ojos, añadió: "Ha intentado... dejarnos varias veces. Cree que no merece amor, que está demasiado dañada."

Los trillizos intercambiaron miradas. En ese momento, una promesa silenciosa pasó entre ellos. Kamala no solo sería su compañera, sino su razón de ser. La protegerían, la amarían, la sanarían, sin importar el costo.

Lion fue el primero en hablar. "Alfa David, Luna Zafiro, les juramos por nuestra sangre y honor que dedicaremos cada respiro de nuestra existencia a Kamala. Su felicidad será nuestra misión, su seguridad nuestra prioridad."

Killian se arrodilló, un gesto de sumisión raro en un alfa de su calibre. "Haremos lo que sea necesario para ganar su confianza y amor. No importa cuánto tiempo tome."

Lessandro, con una seriedad inusual en él, añadió: "Y si alguna vez encontramos a quienes le hicieron daño... bueno, digamos que nuestra reputación de crueldad se quedará corta."

David los observó, viendo más allá de su fachada de alfas temidos. Vio el amor, la devoción y la determinación en sus ojos. Finalmente, asintió.

"Muy bien. Pueden quedarse y cortejar a Kamala. Pero les advierto, un solo paso en falso, una lágrima derramada por su culpa, y ni siquiera su estatus como sus compañeros destinados los salvará de mi ira."

Los trillizos asintieron, aceptando la advertencia. Sabían que el camino por delante sería difícil, lleno de desafíos y dolor. Pero también sabían que Kamala valía cada segundo de lucha.

Mientras salían del despacho, sus mentes ya planeaban cómo ganar el corazón de su luna herida, cómo sanar sus heridas y cómo protegerla de un mundo que ya le había quitado tanto.

Lo que no sabían era que las sombras del pasado de Kamala aún acechaban, esperando el momento oportuno para volver y reclamar lo que consideraban suyo.