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24: Volviendo con los abuelos.

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Por supuesto que le cedió la ventana a Minjeong, la joven alma veía por la ventana entusiasmada. De a poco iban dejando la ciudad atrás y el paisaje se ponía más verde. Al parecer, al igual que ella, Minjeong prefería ese tipo de escenario. Libre del caos de la ciudad y de todos esos pensamientos negativos que tenía la mayoría de los ciudadanos de la capital.

Jimin ya había comenzado a organizar su vuelta a la universidad y tenía mucho por leer para estar al día con el resto de sus compañeros. Dedicó el viaje a eso y a alimentar a su compañera de vez en cuando.

—Ya queda poco. —Habló en un momento, reconociendo por el exterior que ya estaban llegando a su destino final. Minjeong jugueteaba con sus dedos y recién ahí se dio cuenta. —¿Estás nerviosa? —preguntó, queriendo confirmar su teoría.

—Veré a los abuelos después de mucho tiempo... Ellos no me conocen, pero yo a ellos los quiero mucho. —Eso la hizo sonreír, la mayoría de los recuerdos positivos de su infancia los tenía ahí, recorriendo el campo junto a su gata que ahora estaba a su lado, pero con otra forma. Sus abuelos igual cuidaron con mucho cariño de Winter, y por lo mismo ella les tenía mucho cariño, pero para ellos Minjeong no era más que una extraña que recién iban a conocer.

—Sabes que son muy buenos, seguro te van a amar tanto como lo hacían cuando eras Winter.

Entrelazó sus dedos con los de ella, acariciando su pulgar para así relajarla. Ese gesto no solo tranquilizó a Minjeong, sino también a ella misma. Hace más de un año no veía a sus abuelos y tampoco había avisado con anticipación que llegaría. Simplemente los llamó temprano por la mañana y les comunicó que llegaría cerca del medio día.

Llegó el momento de su parada y ambas bajaron, recibiendo sus maletas por parte del asistente del bus. Se quedaron solas en el paradero, Jimin miró a ambos lados y no había señales de que alguien fuera por ellas. —Qué raro, el abuelo siempre es muy puntual para estas cosas. —Sacó su teléfono, comprobando que habían llegado justo a la hora que le había dicho. Lamentablemente no tenía señal y no había forma de comunicarse con él.

—Hay que esperar, quizá algo lo retrasó.

Y así fue, porque cerca de veinte minutos después, las dos reconocieron la vieja camioneta del abuelo Yoo. Era increíble lo aferrado que estaba a esa chatarra que se hacía escuchar casi a kilómetros de distancia.

El abuelo se bajó y Jimin corrió a abrazarlo. Estaba más delgado, ya no tenía esos músculos que había sacado por trabajar tanto en el campo y su rostro estaba lleno de surcos por las horas bajo el sol. —Mi pequeña Jimin, estás más linda que nunca. —Apretó sus mejillas con ternura y la volvió a abrazar, sintiendo que el anterior no había sido suficiente. —Disculpa el retraso, la camioneta tuvo sus fallas.

—No te preocupes, abuelo.

Jimin se abrazó a él con fuerza, lo había extrañado tanto que no quería soltarlo. Recordó luego que no estaban solos y llamó a Minjeong para que se acerque.

—Abuelo, ella es Minjeong. Ella es. —Se frenó en su discurso de presentación para pensar en qué decir. —Es mi amiga.

Decidió no complicarse y su abuelo estiró su mano educadamente, Minjeong estaba decepcionada de no poder abrazarlo, pero debía recordarse que para él era una persona nueva.

Se apretaron en la camioneta de una cabina y emprendieron el siguiente trayecto desde el paradero hasta la casa. El abuelo comenzó a relatar cómo se estaban preparando para el invierno, seguían siendo solo los dos y es por eso que habían decidido reducir la cantidad de animales y de tierras para trabajar. No necesitaban lujos y sacaban de la tierra únicamente lo que necesitaban.

Blackcat. (Winrina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora