8. Culpable

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NOTAS: Lamento la tardanza, me dio un bloqueo de mierda por la chamba, pero siempre procuro que la espera valga la pena ;v

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—¿Qué dijiste? —a pesar de mi estado de asombro, Saloc observa el filo de sus garras, restándole importancia a la situación con una expresión cargada de ironía.

—Oh, ¿no lo sabías? Ella hizo un trato conmigo hace mucho tiempo —me mira de reojo, esbozando una burlesca sonrisa por mi reacción.

—¡¿Qué?! ¿Qué trato? —se limita a darme la espalda y pese a que no veo su rostro, percibo el desagradable gesto que se mantiene en su expresión mientras habla.

—¿Por qué te lo diría? No es como que vaya a cambiar algo.

—Dímelo —gira su cuello para verme, ampliando su sonrisa.

—Siete almas, Noah... Dame siete almas más y te lo diré. Recuperarás tu alma y sabrás la verdad sobre tu familia —se transformó en una sombra, arrastrándose por el suelo hasta reaparecer a mis espaldas, donde sentí su aliento frío golpearme la oreja, dándome escalofríos—. Creo fervientemente en que harás lo correcto, eres un chico listo después de todo.

[ . . . ]

El resto del fin de semana transcurrió tan lento que lo sentía como una eternidad, no podía ni siquiera concentrarme en mis estudios por divagar en las preguntas que mi última conversación con Saloc me había dejado.

Jamás me detuve a meditar, ¿por qué la abuela había invocado a ese demonio, sólo para después tenerlo encerrado en esa figura rara? Son dudas que necesito responder antes de que la intriga me consuma.

Llego a la casa de Javier, siendo recibido en el pórtico por doña Martha, como es de costumbre.

—¡Hola, hijo! Que gusto que hayas llegado. El señor tenía una junta muy temprano hoy, pero pasa. El desayuno está listo —sonrío tímidamente.

Aún no me acostumbro a que me den de desayunar cada vez que llego.

Entro a la casa esperando ver a Maple rondando a mi alrededor, pero no lo veo por ningún lado. Se me ocurre buscarlo en el jardín y me dirijo hacia allá, abriendo la puerta para visualizarlo dentro de su casita para perro, color blanco con techo gris.

Alzó la cabeza al verme y se me quedó viendo fijamente.

Okey... Por alguna razón, la forma en que me mira me hace sentir inquieto, pero quizá sólo quiere seguir durmiendo. Desayunaré y luego lo llevaré a pasear.

Durante el desayuno, doña Martha preguntó cómo me había ido aquella noche que me quedé a cenar con Javier y omitiendo las partes vergonzosas, le conté que nos divertimos mucho y pudimos conocernos mejor. Ella escuchaba con gusto mientras horneaba una tarta.

Al terminar, me estaba preparando para salir y fui por la correa. Mapple estaba sentado en la puerta, esperándome igual que siempre.

Me acerco con normalidad para ponérsela, pero no puedo evitar fijarme en sus ojos, mirándome con sus orejas alzadas, totalmente alerta de cada uno de mis movimientos. Parecía... Inseguro.

Se dejó poner la correa, aunque no con la energía ni entusiasmo de siempre, simplemente se quedó sentado sin quitarme la vista de encima.

La jalo para que me siga hasta la puerta principal y se mueve con cautela y la cabeza baja, manteniendo sus orejas hacia atrás, fijándose en cada uno de mis pasos.

No le presto tanta atención y salimos. Mapple camina de manera lenta a mi lado, como si le costara dar cada paso y tengo que jalar la correa para que se anime a seguirme.

Al acecho del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora