10. Arrepentimientos

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NOTAS: Wiiii volví. Ya sé que soy una vaga por demorarme más de un mes, pero es un capitulo largo e importante :3 que lo disfruten.

. . .

Fue una larga noche; policías y paramédicos invadieron el edificio, tomando fotos, llevándose el cuerpo, restringiendo la zona con cinta policial y busca de testigos del "accidente", del cuál, yo era el único que había presenciado tal suceso. Me interrogaron en menos de dos horas, tiempo que percibí como una eternidad. La sensación de ser descubierto me respiraba en la nuca, erizándome la piel.

Me mantuve en calma, diciéndome a mí mismo que quien la había matado no había sido yo, sino él, ese demonio devora almas.

Lo relaté como un posible suicidio; yo iba pasando en busca de la máquina expendedora y ella pasó corriendo junto a mí, huyendo como si hubiera visto algo que la hubiera asustado o quizá, de alguna cosa que sólo ella podía ver. No aseguré nada, pues todo pasó tan rápido que ni siquiera podía estar seguro de lo que ví, lo que sí podía decir, es que ella había saltado por sí misma.

La invención de los falsos suceso se acumularon en mi estómago como veneno quemándome las entrañas, pero lo que hizo creíble mi historia, fue que al revisar las cámaras de seguridad de la calle que daban vista a la clínica desde el exterior, se veía claramente como había roto la ventana al arrojarse contra ella sin ningún reparo.

En poco tiempo, se concluyó que había sido un ataque de demencia lo que la incitó a despojarse de su propia vida.

Me sentí terrible, pero aliviado.

Sobra decir que no fui capaz de dormir en toda la noche, ni Javier tampoco. El estrés y la conmoción eran demasiado como para poder conciliar el sueño.

Las autoridades se fueron antes del amanecer y nosotros permanecimos en la habitación de Mapple. Tuvimos que esperar unas horas más hasta que el personal y el ambiente en general se normalizara para que los empleados retomaran sus actividades, pese a la tragedia.

Cuchicheos y murmullos se escuchaban entre los pasillos y podía sentir que todos me miraban mientras nos encaminamos a recepción.

Nos dio el mediodía, hasta que autorizaron el alta de Mapple.

Algunos empleados ayudaron a ponerlo en la parte trasera del auto de Javier, una linda camioneta gris. Yo me ubiqué en el asiento del copiloto mientras conducía a casa.

Nos mantuvimos en silencio durante el trayecto, pues no había palabras que pudieran describir lo que habíamos vivido las últimas veinticuatro horas.

El portón se abrió directo hacia el garaje y al cerrarse, nos quedamos varados un par de minutos, procesando todo lo ocurrido, adaptándonos al silencio y anhelada tranquilidad de estar en casa.

—Necesito dormir —comenta repentinamente, aún con las manos en el volante.

Y vaya que se notaba; las ojeras oscuras se marcaban alrededor de sus ojos, su ropa estaba desacomodada y su cabello desalineado. Creo que yo tenía un aspecto similar.

—Sí, yo igual —enmarco una desgastada sonrisa que no llega a mi mirada, sólo para formar una conversación.

—Ayúdame a llevarlo adentro —se quita el cinturón y baja del vehículo.

Suspiro.

De verdad necesito una siesta ahora.

[ . . . ]

Al abrir los ojos, me tomó unos segundos procesar en dónde me encontraba. Estaba convencido de que la muerte de Danny y los otros había sido un sueño, pero se sintió tan real: los sonidos nocturnos del bosque, el aroma de la tierra, la brisa helada tocándome la piel. Sus gritos...

Al acecho del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora