7. Almas condenadas

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NOTAS: ¡ACTUALIZACIÓN !Creo que hasta ahora, es mi capítulo favorito.

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En algún punto de la madrugada, me quedé inevitablemente dormido y sólo me di cuenta cuando al despertar por la mañana, me encontré a mí mismo en un cuarto ajeno y con Javier dormido a mi lado, casi encima mío.

La claridad del sol filtrándose a través de las cortinas blancas enceguecedora y cuando mis desorientados ojos se adaptan, lo primero que ven es un varonil y adormilado rostro yaciendo en uno de mis hombros.

Mis mejillas se calientan al tenerle tan cerca y mi corazón se acelera.

Hoy es sábado, así que no tiene que ir a trabajar, lo que significa que Maple no necesita de mí hoy.

No quiero levantarme de la cama, pero creo que sería raro si él despierta y nos encuentra en esta situación. Probablemente ni siquiera recuerde lo que pasó anoche; las cosas que me dijo y que se dejó consolar por mí. Realmente no lo sé, pero creo que sería mejor para él que me fuera.

Me separo con cuidado de él para no despertarlo y busco mis zapatos en el suelo para poder irme.

Inevitablemente, mis ojos se fijan en la foto sobre la mesita de noche y no puedo evitar que un sentimiento de melancolía me invada.

Si antes pensaba que no tenía oportunidad con él, ahora mucho menos. Dos años no es suficiente para olvidar a alguien con quien uniste tu vida y formaste una familia. No tengo idea de lo que pudo haber pasado, pero debe dolerle, se nota en su mirada perdida y triste lo mucho que extraña esa vida, a su esposa.

Javier, aunque jamás vayas a verme como algo más, puedo conformarme con ser tu amigo.

Fijo mi atención hacia la salida donde Mapple está parado bajo el umbral, observándome con una expresión que he aprendido a leer muy bien: tiene hambre.

Suspiro con algo de cansancio y le sonrío.

Bueno, supongo que puedo darle de comer antes de irme. No quisiera tener que despertar a Javier para eso.

Bajo junto al perro hasta la cocina, lleno su plato y él se pone felizmente a desayunar.

Desayuno...

Mirando el reloj de la pared, me doy cuenta que son las 10:00 a.m. y Doña Martha aún no ha llegado. Ahora que lo pienso, ¿siquiera viene los fines de semana? Es la primera vez que estoy aquí en sábado.

Hecho un vistazo al lugar donde me encuentro y me debato mentalmente sobre qué hacer a continuación.

Pienso en la increíble noche que Javier y yo tuvimos, como dos buenos amigos, sobre la decisión de arriesgarme y quedarme, pero sobre todo, en la promesa que le hice a Saloc.

Desde que empecé a tomar las pastillas en el orfanato, nuestro contrato quedó inconcluso, ya que dejé de verlo y escucharlo por un largo tiempo, hasta que mató al señor Nolan.

Sacudo la cabeza para ahuyentar mis pensamientos y poder mentalizarme para lo que tengo planeado hacer esta noche.

Mi panza gruñe e inmediatamente llevo mi vista al refrigerador. Ya que estoy aquí, podría desayunar algo y de paso, hacer algo para Javier también para cuando despierte. Si lo pienso, sería de mala educación irme sin decir nada mientras él duerme, sobre todo, después de decirle que me quedaría con él. Claro que, no en un sentido tan literal ni romántico, sólo...

Mejor me pongo a cocinar algo de una vez.

Rebusco entre las alacenas y la vajilla sacando ingredientes y los trastos que voy a necesitar. Me pongo el delantal y comienzo con mi labor, sonriendo felizmente.

Al acecho del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora