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Había pasado un año desde que falleció la madre de Jihyun, y ese día, Hanbin fue dejarle flores al cementerio junto al pequeño pastel de chocolate que ella tanto amaba, sentándose frente a la tumba para comer con a ella.

—No me creo que ya haya pasado un año desde que te fuiste... hubiera preferido irme contigo, pero me mantuve fuerte por Jihyun, pensé que te habría gustado que siga adelante por ella... —dio varios mordiscos al pastel —vine hoy para contarte como he estado llevando todo... fue complicado, me expulsaron del trabajo, pero conseguí otro y me pagan muy bien, aunque no me siento bien haciéndolo —rió nervioso —ser novio de alquiler es complicado, pero buscaré otra cosa, quizás ser profesor... me parece lo más adecuado

Habló otras cosas con ella, tanto que se terminó el pequeño pastel, dejándolo dentro de la misma bolsa de la que lo sacó. Dudo en si hablarle de Hao o no, pero como era alguien importante para Jihyun lo hizo.

—Nuestra hija está muy feliz con su nuevo cuidador, su nombre es Zhang Hao. Al principio pensaba en conseguir otra persona, pero al darme cuenta de que ella amaba pasar tiempo con él, no pude... y quizás... con el tiempo que hemos compartido juntos, puede que haya desarrollado algún tipo de sentimiento por él... pero tal vez no deba involucrarme mucho, tiene 21 años, es mucha diferencia de edad, y no quisiera que perdiera años de juventud por mi culpa...

¿Tu que harías?

El pelinegro volvió a casa con muchas cosas en la cabeza, la habría gustado que las cosas fueran más fáciles, pero se ha estado sintiendo muy sólo y una presencia nueva en la casa lo había hecho regresar a la realidad que había perdido.

Aquel día, después de dejar a Jihyun en la escuela, le pidió que lo acompañe al supermercado a hacer las compras de la casa.

—¿Puedo comprar este ramen, señor Sung? —señaló el paquete

—¿Pretendes que lo pague yo? —sonrió

—Es que no traje dinero —hizo un puchero —y podemos comer los tres de aquí, no pica

—Bueno está bien... puedes comprar lo que desees, lo vamos a compartir

—¡¿En serio?! —dio saltos de emoción corriendo a diferentes estanterías para agarrar todo lo que veía

Al final se sintió mal, ya que el precio de las cosas que agarró fue lo que más elevó el total de los productos, sin embargo, Hanbin pagó sin problema.

—Muchas gracias, señor Sung —hizo varias reverencias en agradecimiento

—No te preocupes, Hao —sonrió —si quieres, algunas de estas cosas las puedes llevar a tu casa

—Oh, no, yo no podría

—Insisto —inconscientemente le sostuvo la mano, pero cuando se dio cuenta la soltó de inmediato —ya deberíamos irnos...

—S-sí...

Al llegar a casa, el castaño se ofreció a hacer el almuerzo, pero Hanbin no se quiso quedar sólo sentado viéndolo, y en vez de eso, lo ayudó.

La sensación de cocinar en compañía se volvía tan familiar, cosas que solía hacer con su esposa, esas cosas mínimas como ir de compras, cocinar juntos, reírse de cualquier mínima cosa. Ahora las estaba haciendo con Hao.

babysitter • haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora