Jihyun no paraba de gritar, estaba corriendo por aquí y por allá sin dejar de saltar. Hao la estaba persiguiendo con su comida porque todavía no almorzaba, y cada que le extendía una pequeña cucharada, esta la tiraba lejos de un golpetazo con su mano.
—¡Sung Jihyun! —alzó la voz, pero ella seguía sin hacerle caso —ven, aquí, tienes que almorzar
—¡Tú no eres papá! —le sacó la lengua y se escondió en su cuarto cerrándole la puerta
—Jihyun —tocaba —Jihyun, abre, por favor, te daré de comer...
—¡¡NO!!
—Jihyun... —se sentó en el suelo con desesperación, nunca había lidiado con niños, no pensó que sería tan difícil
De repente, la puerta de la casa se abrió, su padre por fin había llegado, a lo que ella abrió su puerta de repente, dejando caer a Hao hacia atrás por tener la espalda apoyada en esta.
—¡¡Papá!! —gritó la niña corriendo hacia el hombre, de quien se trepó de inmediato
—Hola, linda —la abrazó empezando a darle muchos besos —¿cómo estás?, ¿ya comiste?
—¡No! —negó con la cabeza
—¿Por qué?
—Dijiste que no hable ni acepte nada de extraños, y ese señor de ahí es un extraño —señaló
—Jihyun... —sonrió —él no es un extraño, es tu niñero, te va a cuidar a partir de ahora cuando yo no esté, es un amigo
—¡Es muy grande para ser mi amigo, debe tener 100 años!
—No, Jihyun —la bajó al suelo observando al chico castaño acercarse —el cien es un número muy grande, y no los tiene —dejó las bolsas de compras sobre la mesa —ahora siéntate que vamos a comer
—¡¡Yeii, comidaaa!! —se sentó en su mesa de siempre esperando su comida mientras jugaba en su tablet
Hanbin desvío la mirada hacia aquel chico, sacando su billetera para pagarle.
—Muchas gracias, en serio, me salvaste la vida, llevo semanas buscando a alguien que cuide a Jihyun, espero que no te haya sido mucha molestia
—Bueno... —sonrió nervioso —tal vez un poco...
—Toma —le entregó los billetes dejando al contrario con los ojos abiertos al ver la cantidad
200 dólares.
—Gra... gracias —hizo una reverencia con una gran sonrisa —fue un placer...
—Hay veces en las que tengo que salir y quisiera que vengas para que estés con ella, ¿estarás disponible?
—Claro que sí, por ahora estoy de vacaciones, así que no tengo ningún problema —sonrió
—Bien, muchas gracias
—¡Papá, tengo hambre! —gritó la niña pateando el piso y el pelinegro de inmediato le hizo caso
Hao se quiso despedir de ella pero esta lo ignoró, supuso que todavía lo considera un desconocido y tendría que acostumbrarse a su presencia con el tiempo.
Salió de la casa, yendo a la suya, tirándose en su cama de golpe liberando todo el estrés que tuvo que pasar, pero al menos recibió bastante dinero por aquello.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
