Dante caminaba por los pasillos del hotel con las manos en los bolsillos, su gabardina roja arrastrándose con un ritmo relajado tras de sí. A pesar de la absurda idea de un hotel de redención para demonios, algo en ese lugar captaba su atención, aunque se cuidaba de no demostrarlo. Su actitud despreocupada y confiada contrastaba con la opulencia decadente que adornaba el lugar pero su mente seguía en alerta, Charlie siempre optimista, lo seguía de cerca hablando sin parar sobre las bondades del lugar, como si no notara la indiferencia en los ojos de Dante. Su voz dulce y emocionada resonaba por los corredores, como si intentara cubrir el silencio abrumador que para Dante, era más cómodo que escuchar sobre redenciones y segundas oportunidades, desde que ambos se habían presentado ella había dicho todo lo posible para convencer al peliblanco de que permanecer allí era lo mejor.
- Sabes, este lugar es especial -decía Charlie, sus ojos brillantes como siempre. - Estoy segura de que, en algún momento, vas a entender por qué este hotel es tan importante.
- Mmm... ¿seguro que no eres vendedora de tiempos compartidos? -respondió Dante sin siquiera mirarla. - Porque si intentas convencerme de algo, mejor tráeme esa pizza que mencioné antes.
Charlie se rió nerviosamente, sin perder su entusiasmo. - ¡Ya casi llegamos a la cocina! -respondió. - Estoy segura de que Alastor estará encantado de conocerte. Es el otro encargado y quién me ayuda aquí!
Dante levantó una ceja, curioso por la mención del tal Alastor, aunque se mantuvo en su pose relajada y con la mirada vaga, fingiendo que no le importaba demasiado.
- Espero que este tal Alastor sepa contar chistes, porque hasta ahora, esto parece más una mala sitcom que el infierno.
Justo entonces, las luces parpadearon y el aire en el pasillo se tornó denso, como si algo o alguien estuviera controlando el ambiente. Dante, con su experiencia en enfrentarse a demonios de todo tipo, sintió de inmediato una presencia inusual acercándose.
Un eco siniestro, seguido de una carcajada suave y distorsionada, llenó el pasillo. Dante se detuvo, mirando a su alrededor con interés renovado.
- ¡Vaya, vaya! -se escuchó una voz profunda y melodiosa desde el otro extremo del corredor. - ¿Quién es el nuevo invitado que tenemos aquí?
De entre las sombras apareció Alastor, el famoso "Demonio de la radio" con una sonrisa inquietante y una energía que llenaba la habitación con una mezcla de elegancia y peligro. Dante lo observó con desdén y curiosidad.
- Ya veo que aquí también tienen payasos... -comentó Dante con una media sonrisa. - Al menos alguien trae un poco de entretenimiento.
Alastor soltó otra risa, moviéndose con una elegancia perturbadora mientras se acercaba. - ¡Ah, pero tú eres el verdadero entretenimiento, muchacho! No eres de por aquí, ¿no es así? No todos los días tenemos la suerte de contar con un invitado tan... especial.
Dante afiló la mirada, notando cómo Alastor conocía detalles que ni siquiera él había mencionado. La situación comenzaba a interesarle más de lo que esperaba, aunque no lo demostraría tan fácilmente.
- Lo especial tiene un precio, amigo -dijo Dante, ladeando la cabeza con su característico gesto burlón. - Y no soy de los que se venden fácilmente.
Dante observó con detenimiento a Alastor, quien mantenía esa sonrisa perturbadoramente amplia y fija en su rostro. Había algo en él que no terminaba de encajar. Aunque el cazador había enfrentado demonios mucho más poderosos y terroríficos, la energía que irradiaba Alastor era distinta, casi única. No era una simple amenaza física; era como si el aire a su alrededor se cargara de una inquietante tensión.
"Este tipo no es normal", pensó Dante, ladeando ligeramente la cabeza mientras evaluaba al autoproclamado "Radio Demon". "Podría encargarme de él si hace falta... pero hay algo raro aquí. Algo... que me llama la atención."
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Un cazador de demonios en Hazbin Hotel
DiversosDante, el legendario cazador de demonios, se encuentra en medio de una feroz batalla contra una criatura desconocida y formidable. Mientras lucha con determinación, el demonio en un último acto desesperado abre un portal oscuro que arroja a Dante a...