capitulo 5: Dolor del Pasado, Felicidad del Presente

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Dante se encontraba recostado en la cama de su habitación. A diferencia de las veces anteriores, esta vez no había música fuerte resonando en las paredes. No había guitarra eléctrica ni el ritmo caótico que solía acompañarlo. En su lugar, el silencio lo envolvía como una manta pesada, mientras sus ojos permanecían fijos en el techo, perdidos en pensamientos.

Las horas anteriores se repetían en su mente, con un detalle en particular sobresaliendo: el momento en que Charlie le dio un beso en la mejilla. A simple vista, había parecido no afectarle mucho, pero ahora, mientras su mirada vagaba por las sombras del cuarto, ese gesto le rondaba una y otra vez en la cabeza. ¿Por qué lo habría hecho? Sin querer asumir nada o interpretar mal la situación, intentaba encontrar una respuesta que le resultara lógica.

Con un suspiro, Dante tomó la última rebanada de pizza que quedaba junto a él en la cama y, tras un mordisco distraído, se levantó. Quizás hablar con alguien le ayudaría a aclarar su mente, o al menos a dejar de darle vueltas a lo mismo. Salió de su habitación y entró en el pasillo, buscando alguna compañía, aunque ni siquiera estaba seguro de qué buscaba exactamente.

Al llegar a la sala principal, Dante se encontró con una escena un tanto inesperada. Charlie estaba acostada boca abajo en uno de los sillones, su habitual sonrisa ausente. El cansancio parecía pesarle más que de costumbre, como si la frustración de no haber encontrado a nadie dispuesto a unirse a su proyecto la estuviera drenando. Vaggie estaba a su lado, aunque sin decir nada, mientras Angel Dust, como siempre, hacía de las suyas.

-Era obvio, cariño -se burló Angel, con ese tono irónico que lo caracterizaba-. Nadie quiere dejar sus libertades para estar atrapado en un lugar como este.

Charlie soltó un suspiro agotado, sin siquiera responder. El comentario de Angel no ayudaba, pero ella tampoco tenía fuerzas para discutir.

Dante se acercó a ellos, sintiendo el ambiente cargado de tensión, aunque procuró mantener su actitud relajada.

-Vaya, parece que el ambiente aquí está algo muerto -comentó con una media sonrisa, intentando aligerar el momento.

Vaggie le lanzó una mirada que claramente decía que no estaba de humor para bromas, pero Charlie le sonrió débilmente.

-¿Qué pasa, guapo? -dijo Angel con una sonrisa leve-. ¿Te cansaste de estar solo en tu cueva?

Dante se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia al comentario. Extrañamente no tenía el ánimo suficiente para hacer alguna broma al respecto, pero justamente se escuchó un fuerte golpe en las puertas del hotel.

-¿Qué fue eso? -preguntó Vaggie, ya poniéndose alerta.

Dante y ella intercambiaron una mirada breve antes de dirigirse hacia la entrada. Con cautela, ambos abrieron las grandes puertas del hotel, solo para encontrarse con Sir Pentious, quien sonreía como si nada hubiera pasado entre ellos.

-¡Saludos, estimados! -saludó, levantando su mano en un gesto amistoso-. ¿Qué tal todo?

Dante lo miró sin siquiera parpadear antes de, sin previo aviso, golpearlo en el rostro con fuerza, derribándolo al suelo. El impacto fue fuerte, pero no tanto como para dejar fuera de combate al serpentino. Antes de que pudiera levantarse, Vaggie le apuntó con una lanza, una mirada asesina en sus ojos.

-Ni lo pienses -le advirtió con una voz cortante.

Sir Pentious levantó las manos en señal de rendición, sus ojos mirando nerviosos la lanza que Vaggie sostenía firme en sus manos.

-¡Esperen, esperen! -pidió desesperado-. No he venido a luchar, lo juro.

Charlie apareció en ese momento, y la escena frente a ella la dejó perpleja.

Un cazador de demonios en Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora