Con el transcurso de los días, el ambiente en el hotel comenzaba a transformarse. Charlie había trabajado arduamente para mejorar la confianza y unión entre los miembros del hotel, una tarea que, si bien al principio parecía casi imposible, finalmente había dado sus frutos. Sir Pentious, quien antes había sido visto con desconfianza, mostraba ahora una genuina lealtad e interés en el proyecto. Los demás, aunque con personalidades dispares, comenzaban a encontrar puntos en común.Dante, por otro lado, participaba solo en ocasiones, y la mayoría de las veces, era porque Charlie insistía. El peliblanco simplemente no podía negarle nada a la princesa del infierno, especialmente después de aquella noche en la que Charlie confesó parte de sus sentimientos. Ese recuerdo seguía rondando en su mente, aunque hacía lo posible por ignorarlo. Sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarlo. Pero hoy no era ese día.
Ahora, se encontraba en la sala principal junto a los demás. Charlie había dedicado este día especialmente para que cada uno compartiera algo con el grupo, algo que les permitiera conocerse mejor y seguir fortaleciendo la unión. Angel Dust, siempre ansioso por ser el centro de atención, parecía particularmente emocionado por enseñar un video que había preparado. Con una sonrisa maliciosa, puso el video en la pantalla mientras se recostaba en el sillón con evidente satisfacción, orgulloso de su obra.
-¡Este es mi último proyecto! -anunció Angel con una sonrisa traviesa.
Los demás miraban curiosos. El video, al principio, parecía una película común y corriente, protagonizada por el mismo Angel Dust, Sin embargo, a medida que avanzaba la escena las cosas comenzaron a tomar un giro inesperado. No pasó mucho tiempo antes de que todos se dieran cuenta de que lo que estaban viendo no era una simple actuación: Angel había puesto una de sus producciones para adultos.
El silencio en la sala se rompió con la rápida reacción de los presentes. Charlie, que estaba sentada al frente, parecía horrorizada. Su rostro reflejaba una mezcla de confusión y asombro. Apenas podía creer lo que estaba viendo.
-Ah... Angel ¿Qué es esto? -preguntó Charlie, su voz temblando.
Dante, sentado en el borde de un sillón, se quedó sorprendido. No tanto por lo que mostraba el video, sino porque Angel realmente pensó que sería una buena idea compartirlo con todos. Aunque Dante había visto cosas peores, la escena lo tomó desprevenido.
Vaggie, siempre protectora de Charlie, fue la primera en levantarse, indignada. Su ceño fruncido y sus puños apretados dejaban en claro que no pensaba dejar pasar esto.
-¡Angel! ¿Qué demonios te pasa? -exclamó Vaggie, apagando rápidamente la pantalla -¡Esto es inaceptable! No estamos aquí para tus... exhibiciones!
Angel, por su parte, parecía completamente ajeno a la reacción negativa. Con una sonrisa traviesa, se encogió de hombros mientras cruzaba una pierna sobre la otra.
-¿Qué? Solo quería mostrarles un poco de mi talento -dijo en tono burlón-. No pueden negar que la producción es de alta calidad.
Charlie, aún en shock, intentaba encontrar las palabras. Su expresión mostraba no solo disgusto, sino una profunda desilusión. Se había esforzado tanto por unir a todos, y esta situación la hacía dudar de si estaba logrando algún progreso real. Finalmente, con voz temblorosa, dijo:
-Angel... esto no es apropiado. No es lo que queríamos compartir hoy!
Dante, quien había estado observando en silencio, soltó un suave suspiro y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.
-Ugh... Hay muchas cosas que quisiera olvidar para siempre, está definitivamente es una de ellas-dijo con su tono relajado pero con un poco de seriedad-. No es el momento ni el lugar... Casi me traumas a Charlie, y es sorprendente que aún no lo esté considerando todo lo que sucede aquí.
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Un cazador de demonios en Hazbin Hotel
RandomDante, el legendario cazador de demonios, se encuentra en medio de una feroz batalla contra una criatura desconocida y formidable. Mientras lucha con determinación, el demonio en un último acto desesperado abre un portal oscuro que arroja a Dante a...