Bittersweet

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El aroma a café se esparcía por la cocina de aquel departamento llegando hasta una mesa pequeña cercas de una ventana. Se encontraba Chris bebiendo una taza de café con leche, mientras disfrutaba leer el diario local con la idea de actualizarse de las novedades del crimen.

Se volvió para Chris una dificultad estar en casa siguiendo instrucciones médicas estrictas sin tener la posibilidad de salir a disfrutar el paisaje los primeros meses, al final cuando su médico le dio alta aprovechó en pasar unos días acampando con Claire y perseguir criminales en bares escondidos dentro de restaurantes.

Su mente necesitaba estar ocupada ideando formas de evadir aquel sentimiento de soledad que lo perseguía desde su separación con Ada, no le agradaba aferrarse al pasado pensando en cómo fuera su presente a su lado, tal vez fueran diferente no tendría que estar pasando cada bache de la vida en solitario. Por esa razón, actuó impulsivamente aquella noche intentando atrapar a quién lo hirió cumpliendo su deber y única distracción de los problemas cotidianos; su trabajo se volvió una extensión importante permitiendo diversas oportunidades de crecimiento.

Soltó un suspiró al encontrarse un título en el diario de Raccoon haciendo referente a un incidente en la bovera bancaria a pesar de su ausencia todavía persiguen al mismo villano y era su oportunidad para triunfar, no perdería de vista y se enfocaría en dejar atrás su rencor y venganza para pensar con una claridad.

Escuchó el sonido del timbre, dejó su taza de café sobre su plato de porcelana con la finalidad de mirar a través del monitor que conectaba la cámara de seguridad del edificio. Pudo observar a Jill sosteniendo en sus manos varias carpetas de documentos, posiblemente le ofrezca trabajo en casa para distraerlo de la oficina.

—¿A qué se debe su visita, señorita Valentine? —preguntó Chris, a través del micrófono.

—Chris, ¿puedes dejarme pasar? —respondió la mujer.

—No lo haré hasta que contestes la pregunta.

Jill se quejó, acomodó su bolso que resbalaba de su hombro izquierdo y volvió a mirar hacia la cámara con una mirada de decepción por la negación de su amigo. Nunca antes tuvieron problemas de confianza, sin embargo el jefe Wesker corrió la voz sobre los planes de unidad intentando de robar miembros de otros equipos para aumentar su eficiencia y convertirse en la principal ante la problemática de la ciudad.

—Me atrapaste, Chris —dijo Jill, con resignación en su voz—. Pensé en la idea de que aún continúen en casa, pero trabajando. Nos preocupa tu seguridad y bienestar, escuche rumores que hiciste una locura con el nuevo.

La intención de Jill era notable, se veía un plan formulado para trabajar en su oscura idea de robar personal.

—No. Prefiero estar en la oficina sentado ocho horas leyendo informes con una baja calidad de redacción y entrenando nuevos agentes, en lugar de estar secuestrado en casa —respondió Chris, con voz seria—. Nos vemos en dos horas, Valentine.

Chris se alejó del monitor, intentando despejar su mente mientras abría la ventana de su oficina, dejando que el aire fresco de la mañana lo revitalizara. Respiró hondo, sintiendo cómo el frío en su rostro lo ayudaba a concentrarse en lo que tenía que hacer. Era parte de su rutina matutina: tomarse un momento de calma antes de sumergirse en las decisiones del día.

Pero hoy, su mente no podía dejar de volver a la situación con su equipo. Estaba decidido a mantenerlo unido, sin importar los obstáculos que el plan de Jill pudiera traer.

Posiblemente algunos ya se sintieran tentados por las promesas de cambios rápidos y grandes resultados que Jill ofrecía. Sin embargo, Chris sabía que las cosas no funcionaban así. La verdadera fortaleza de su equipo residía en la unidad y el apoyo mutuo. Dividirlos podría tener consecuencias devastadoras a largo plazo, y él no estaba dispuesto a dejar que eso sucediera.Se pasó una mano por el cabello, una señal de su creciente determinación. Tenía que actuar, y sabía que la clave estaba en la comunicación y en hacer que todos entendieran la importancia de trabajar juntos, sin dejarse llevar por ambiciones individuales.