El café seguía siendo un lugar donde la monotonía era bienvenida y el caos del exterior se desvanecía con cada sorbo de café. Moxxie había regresado al día siguiente, buscando en la rutina un consuelo que solo él entendía. El aroma del café recién molido llenaba el aire, y el suave murmullo de conversaciones creaba una atmósfera familiar, casi reconfortante.
Sentado en su mesa habitual, Moxxie intentaba enfocarse en las misiones recientes, repasando mentalmente los detalles. Pero la sombra de lo ocurrido el día anterior seguía presente, una inquietud sutil que no podía ignorar. El recuerdo de Stella, su presencia inesperada en aquel café, lo había dejado con una sensación difícil de definir, como un eco persistente en su mente.
El sonido de la campanilla al abrirse la puerta lo hizo alzar la vista, una reacción casi automática. Al hacerlo, se encontró nuevamente con la figura de Stella entrando al café. No había cambiado nada en su porte, ni en su semblante. Mantuvo la misma elegancia distante, como si el mundo a su alrededor no tuviera importancia. Para cualquiera resultaba algo atípico. Su llegada, que atraía todo tipo de comentarios y susurros, lograba traer un ambiente tenso, pero para Moxxie, era como si su presencia misma cambiara la textura del aire.
Stella avanzó hacia el mostrador, haciendo un pedido al barista con la misma indiferencia del día anterior. Moxxie, desde su asiento, la observaba con discreción, intentando desentrañar qué era lo que lo tenía tan cautivado. Había algo en ella, en la forma en que se desenvuelve en el espacio, que lo intrigaba profundamente. No era solo su belleza, sino una especie de misterio que parecía envolverla, un misterio que lo atraía sin remedio.
Cuando Stella recibió su café, se dirigió a la misma mesa que había ocupado el día anterior. Su presencia y cercanía ponían en una encrucijada a Moxxie. No lo miró directamente o parecía normal, pero el hecho de que eligiera sentarse allí de nuevo no pasó desapercibido para él.
El café en la taza de Moxxie se enfriaba lentamente mientras él intentaba concentrarse en cualquier otra cosa. Pero su mente seguía volviendo a Stella, a la forma en que bebía su café con una calma casi perturbadora. Había algo en su comportamiento, en la manera en que parecía estar completamente ajena a todo lo que la rodeaba, que lo desafiaba, que lo obligaba a querer entenderla.
El silencio nuevamente llenó el ambiente de significados que ninguno de los dos estaba dispuesto a transformar en palabras. No había necesidad de ello, ni de intercambiar miradas, ni gestos que delataran algún tipo de interés, pero Moxxie sentía que estaba siendo observado de una manera que no podía describir. Era una sensación incómoda, pero al mismo tiempo, irresistiblemente atrayente.
Stella terminó su café con la misma calma que había mostrado al empezarlo. Se levantó para irse, y mientras pasaba junto a Moxxie, ocurrió algo diferente. Sus miradas se cruzaron, no por accidente, sino por una intención. Fue un reconocimiento, un momento en el que Moxxie sintió que había sido visto realmente, aunque fuera solo por un momento.
Antes de que pudiera procesar lo que había ocurrido, Stella ya estaba fuera del café, desvaneciéndose entre la multitud del infierno con la misma facilidad con la que había entrado. Moxxie permaneció en su asiento, su mente trabajando a toda velocidad para entender el significado de ese breve cruce de miradas. Había algo en ella, algo que lo desafiaba y lo desconcertaba a partes iguales.
El café retomó su rutina habitual, pero Moxxie para algo había cambiado. Seguía repasando esa breve interacción con Stella que resonaba en su mente, una chispa de curiosidad que no lograba apagar. Sabía que su vida, su rutina, estaba comenzando a alterarse de una manera que aún no podía comprender del todo. Y aunque no quería admitirlo, la presencia de Stella había dejado una marca que no sería fácil de borrar.
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Demonios en la Rutina • 「Stella x Moxxie」
FanfictionLa vida cotidiana es frágil y susceptible de cambios, y si un nuevo elemento suficientemente atractivo consigue alterar este equilibrio, los cambios que pueda provocar después son inciertos. Un día en su café habitual, Stella aparece, lo que parece...