El café estaba más concurrido de lo habitual esa mañana. Los murmullos de conversaciones se entremezclaban con el silbido constante de la máquina de café, creando un ambiente vibrante que, a su manera, rompía con la tranquilidad que Moxxie solía buscar. Había llegado un poco más tarde, y la diferencia en el ambiente era palpable. Las mesas vacías eran pocas y el usual silencio reconfortante había sido reemplazado por un bullicio controlado.
Tras encontrar su mesa acostumbrada, Moxxie se sentó y, en lugar de simplemente pedir lo de siempre, examinó el menú con más detenimiento. No era solo café lo que buscaba esa mañana; el hambre lo había alcanzado, llevándolo a ordenar un croissant recién hecho para acompañar su bebida. Una elección sencilla, pero que mostraba un ligero desvío en su rutina.
Mientras esperaba, observó el ir y venir de los clientes, la interacción natural entre los empleados del café, y la manera en que el entorno se movía en armonía con el ritmo de la mañana. En medio de este vaivén, la puerta del café se abrió, y una figura familiar hizo su entrada. Stella Goetia. Su presencia ya no era solo una coincidencia; tres días seguidos en el mismo lugar no podían ser una mera casualidad.
Al igual que el día anterior, algunos clientes notaron su llegada, lanzándole miradas de curiosidad, probablemente preguntándose qué hacía alguien de su estatus en un café como este. Pero Stella, como siempre, parecía ajena a las miradas, manteniendo su gracia y frialdad.
Se dirigió al mostrador, donde pidió algo distinto: un té negro y una porción de pastel de limón. Un cambio sutil en su orden habitual que no pasó desapercibido para Moxxie. Observó cómo Stella recogía su pedido y, con la misma elegancia de siempre, se dirigía hacia una mesa cercana. Esta vez, sin embargo, el café más lleno la había obligado a tener una proximidad mayor con Moxxie, un detalle que añadía un nuevo matiz a la tensión.
El ruido del café llenaba el aire, pero Moxxie no podía ignorar la sensación de que Stella estaba más cerca de lo que debería. Masticó su croissant lentamente, saboreando el contraste entre lo crocante y dulce de la masa y el amargor de su café, mientras sus pensamientos se desviaban hacia la mujer que, sin quererlo, había comenzado a ocupar su mente. La proximidad no planeada parecía darle un nuevo peso a cada gesto, a cada mirada furtiva que intentaba esconder su creciente interés.
Stella, por su parte, parecía ajena a todo, pero Moxxie notó algo diferente en su comportamiento. Su forma de beber el té, pausada y meticulosa, tenía un aire deliberado, casi calculado.
El ajetreo del café continuó, con camareras moviéndose entre las mesas y conversaciones cruzadas que llenaban el espacio. Sin embargo, en medio de todo ese bullicio, Moxxie sintió un cambio en el aire. Giró la cabeza y, por un breve instante, sus ojos se encontraron con los de Stella. Desvió la mirada por instinto, había sido un momento fugaz, pero suficiente para que un escalofrío recorriera su espalda. No había sido solo una casualidad; lo había estado observando.
Stella desvió la mirada sin mucha prisa, volviendo a su té con la misma serenidad distante de siempre. No había ninguna emoción clara en su rostro, pero Moxxie quien la observó de reojo, no podía sacudir la sensación de que ese cruce de miradas había sido por algo más. Era como si ambos estuvieran al borde de hacer algo o de admitirlo, pero la barrera de su propia reserva los mantenía en silencio.
El café seguía lleno de sonidos cotidianos. Moxxie terminó su croissant, pero la comida había perdido su sabor, eclipsada por la creciente inquietud dentro de él. Sabía que algo estaba cambiando, aunque aún no podía definirlo con claridad. No era solo la presencia de Stella, sino la forma en que esa presencia empezaba a infiltrarse en su rutina, alterando los pequeños detalles de su vida diaria.
Stella terminó su té y se levantó, dejando el dinero sobre la mesa con la misma elegancia con la que había llegado. Al pasar junto a Moxxie, sus miradas se cruzaron una vez más, pero, de nuevo, no hubo palabras. Solo un posible entendimiento que flotaba en el aire, sin ser pronunciado.
Moxxie observó cómo Stella se desvanecía entre la multitud, su mente dando vueltas a lo que acababa de ocurrir. El café, su refugio de siempre, parecía haberse transformado en un escenario de pequeños cambios que, aunque imperceptibles para otros, comenzaban a trazar un nuevo rumbo incierto.
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Demonios en la Rutina • 「Stella x Moxxie」
FanfictionLa vida cotidiana es frágil y susceptible de cambios, y si un nuevo elemento suficientemente atractivo consigue alterar este equilibrio, los cambios que pueda provocar después son inciertos. Un día en su café habitual, Stella aparece, lo que parece...