Capítulo 5: Ruptura.

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El café estaba en su habitual calma, con apenas un puñado de clientes dispersos en las mesas, inmersos en sus propios mundos. Moxxie, con su capuchino en mano y una porción de tarta de manzana frente a él, disfrutaba de esos minutos de tranquilidad antes de que la vorágine del trabajo lo reclamara de nuevo. Era un momento de paz en medio del caos de su vida, un respiro necesario que le permitía mantener la cordura.

Mientras tomaba un sorbo de su bebida, la puerta del café se abrió, y como si fuera parte de un reflejo ya bien entrenado, Moxxie levantó la vista. No se sorprendió al ver a Stella entrar con su usual elegancia fría, pero algo en su comportamiento captó su atención de inmediato. Había una energía contenida en sus movimientos, una tensión sutil que no había notado antes. Parecía más agitada de lo habitual, como si una tormenta interna la estuviera empujando desde dentro.

Ella se acercó al mostrador, pidiendo un espresso doble con un tono que, aunque firme, dejaba entrever una nota de impaciencia que Moxxie no recordaba haber escuchado en ella antes. Después de recibir su pedido, Stella se detuvo un momento, su mirada recorriendo el café como si estuviera buscando algo o, más inquietantemente, a alguien. Fue un gesto breve, pero lo suficientemente significativo como para que Moxxie sintiera un nudo de curiosidad formarse en su estómago.

Finalmente, y para su sorpresa, Stella se dirigió directamente hacia su mesa. El eco de sus tacones resonó en el piso de madera, marcando cada paso con una seguridad que contradecía la vacilación que había mostrado al entrar. Cuando llegó frente a él, se detuvo, su espresso aún humeante en la mano, y lo miró con una intensidad que lo hizo enderezarse en su asiento.

-¿Te importa si me siento? -preguntó, su voz manteniendo esa mezcla de autoridad y una inusual vacilación.

Moxxie parpadeó, momentáneamente desconcertado por la solicitud. Habían compartido espacio en el mismo café varias veces, pero jamás había imaginado que ella se acercaría de manera tan directa.

-Eh... claro, adelante -respondió, señalando la silla frente a él mientras intentaba ocultar su sorpresa.

Stella se sentó con naturalidad, dejando su bolso a un lado. Durante unos segundos, el silencio envolvía la escena mientras ella movía su espresso con la cucharilla. El suave tintineo de la cuchara quebraba la tenue tranquilidad que se mantenía entre ambos. Moxxie, aún algo desconcertado, fingió concentrarse en su tarta, pero la presencia de Stella era imposible de ignorar. La cercanía de ella, su perfume, su aura imponente, todo lo mantenía en un estado de alerta.

Finalmente, Stella rompió el silencio, aunque su tono seguía siendo distante.

-No estoy acostumbrada a estos lugares -comentó, casi como si estuviera respondiendo a una pregunta que nadie había hecho.

Moxxie levantó la vista, sorprendido por la confesión. Tragó el bocado que había estado masticando y decidió arriesgarse con una pregunta que llevaba rondándole la mente desde que Stella había comenzado a frecuentar el café.

-¿Entonces por qué has venido aquí tan seguido? -preguntó, con genuina curiosidad.

Stella lo miró por un instante, sus ojos afilados, evaluando la pregunta, como si estuviera decidiendo cuánto debía revelar. Después de una breve pausa, habló, aunque su respuesta fue tan enigmática como todo lo demás en ella.

-Supongo que buscaba algo... diferente. Algo que me permitiera escapar de ciertas cosas -dijo, tomando un sorbo de su espresso.

Moxxie asintió, comprendiendo más de lo que ella decía, sin realmente entenderlo todo. Él también había llegado a ese café buscando un respiro, pero nunca había considerado que alguien como Stella, con su posición y su presencia, compartiera esa misma necesidad.

-Sí, a veces un cambio de escenario ayuda -dijo, intentando mantener la conversación en un tono ligero.

Stella esbozó una leve sonrisa, un gesto tan sutil que Moxxie casi lo pasó por alto, pero que, sin embargo, notó con una extraña satisfacción. Era la primera vez que veía ese lado más sensible de ella, y algo en su interior se relajó, aunque también sintió que una barrera invisible se estaba desmoronando.

-Tal vez. Aunque no estoy segura de que sea suficiente -replicó ella, dejando su taza sobre la mesa con un suave golpe que resonó en el silencio entre ellos.

El ambiente, aunque más relajado que antes, todavía cargaba una tensión subyacente. Era como si ambos estuvieran explorando un territorio desconocido, midiendo cada palabra, cada gesto. Moxxie, que normalmente prefería el silencio cuando no tenía nada útil que decir, se encontró deseando mantener la conversación, como si temiera que el silencio pudiera devolver a Stella a su habitual frialdad.

-¿Cómo va tú... semana? -aventuró él, consciente de que la pregunta era banal, pero sin otra cosa mejor que decir.

Stella alzó una ceja, evidentemente sorprendida por la pregunta, pero respondió sin titubear.

-Sigue siendo una batalla. Supongo que no esperaría menos -respondió, su tono más relajado, aunque aún cargado de un filo que revelaba más de lo que sus palabras decían.

Moxxie asintió, percibiendo lo implícito en su respuesta. La vida en el infierno era una constante lucha de poder, una guerra diaria que consumía a todos, especialmente a alguien en la posición de Stella. Sin embargo, su comentario revelaba un cansancio, una flaqueza que Moxxie no esperaba de ella.

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez era diferente. No era incómodo, sino más bien una pausa reflexiva, como si ambos estuvieran absorbiendo lo que había sido dicho y lo que no. Moxxie se dio cuenta de que, a pesar de las pocas palabras intercambiadas, habían compartido más de lo que parecía en la superficie. Había una comprensión mutua, aunque no estuviera expresada con palabras.

Stella terminó su espresso y, con un movimiento ágil, se levantó de la mesa. Moxxie la observó, notando la manera en que recogía su bolso y se alisaba el vestido.

-Gracias por... el asiento -dijo, sus palabras cuidadosamente medidas, como si estuviera reconociendo que había cruzado una línea.

-Cuando quieras -respondió Moxxie, intentando no mostrar demasiado interés, aunque no pudo evitar sentirse intrigado por ella.

Stella asintió con la cabeza, un gesto casi imperceptible, y sin más palabras, salió del café. Moxxie la siguió con la mirada mientras se marchaba, sintiendo una mezcla de curiosidad e inquietud. Había algo en su comportamiento que lo desconcertaba, algo que no lograba descifrar, pero que lo dejaba con la certeza de que esa no sería la última vez que la vería ahí.

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N. del A: Por el momento es todo, me disculpo por la brevedad de los capítulos, pero mi intención es contar la historia paso a paso. Por el momento, la trama avanza despacio, aunque considero que a buen ritmo.

Espero que te gustará este pequeño y extraño proyecto.

Nos estamos leyendo.

Demonios en la Rutina • 「Stella x Moxxie」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora